Cada vez los padres matriculan a sus hijos a edades más tempranas. Hay un vaivén entre competencias duras y blandas: unos creen en la gamificación y la felicidad, otros en la lectura y los números.
Nidia Rodríguez y Camilo Estrada, como la media de los padres de familia, no pueden dedicar el tiempo completo a educar y jugar con su hijo. Por sus jornadas laborales han comenzado a discutir en qué momento es mejor que Adrián, de dos años, ingrese a una institución educativa.
Sin embargo, aún no tienen claro a qué edad debería aprender competencias duras como leer, escribir y contar. Actualmente, en el territorio nacional los niños entran al colegio a los 6 ó 7 años de edad.
Sin embargo, por elección de los padres de familia, antes de ir al colegio los niños deben pasar por un proceso de educación inicial que imparten centros infantiles privados o jardines públicos. De acuerdo con varias investigaciones desarrolladas por organizaciones nacionales e internacionales, antes de los 3 años de vida se conforman más de la mitad de las conexiones sinápticas que permiten pensar, ver, escuchar y hablar en el ser humano.
Un ejemplo de ello es la investigación ‘De las neuronas a los barrios: la ciencia del desarrollo infantil temprano’ realizada por el Consejo Nacional de Investigación y el Instituto de Medicina de Estados Unidos.
Allí, según el estudio, los padres de los estudiantes temen desaprovechar una edad en la que sus hijos asimilan más cómodamente el conocimiento y, por eso, valoran la calidad de esos centros por las palabras y números que sus hijos memorizan.
Usualmente los niños cursan jardín, prejardín y transición. Es decir, 3, 4 y 5 años, respectivamente. Sin embargo, en algunos establecimientos los niños pueden ingresar desde los 2 años e iniciar su vida escolar.
Edna Arévalo, psicóloga del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, informó en el diario regional La Opinión, que el ideal para el inicio de la etapa escolar son los 5 años, edad en la que los niños cognitivamente comienzan a estructurar sus conceptos y su aprendizaje.
Los niños van aprendiendo por repeticiones. El aprendizaje de 0 a 4 años es más mecánico. En esta época, como ambos padres trabajan, se ven en la necesidad de enviar a sus hijos al colegio o jardín a una edad prematura, por lo que los niños podrían llegar a la adolescencia cansados del colegio”, aseveró Arévalo.
Por su parte, Sara Elena Mestre, subdirectora técnica para la Atención a la Primera Infancia del ICBF, señaló en la revista Semana que el desarrollo no es lineal, sino que es un proceso complejo de constantes cambios que favorecen el aprendizaje.
“Cada situación que viven las niñas y los niños en su día a día, si es acompañada por un cuidador sensible, se convierte en experiencias que potencian las conexiones que se dan en el cerebro”, añadió Sara Elena.
Entonces, ¿es cuestión de dinero?
La gamificación, la estimulación temprana y una buena alimentación pueden parecer actividades cotidianas y obvias durante la formación de un menor. No obstante, varios estudiosos en la materia han revelado que ellas constituyen los ingredientes secretos para formar un niño exitoso.
Por ejemplo, esta idea cobra fuerza en el documental Brain Matters, de Genesis Foundation. La directora de este largometraje, Carlota Nelson, intenta conocer por qué algunos menores prosperan y otros no, por medio de testimonios de científicos, economistas y familias en diferentes países.
En este recorrido encuentra que, en los primeros años de vida, la etapa que nadie recuerda, una persona potencia sus habilidades. Incluso, es probable cambiar el futuro de un niño sin que la familia tenga dinero, ya que los mismos padres de familia pueden potenciar estas habilidades desde casa.
Fuente: https://www.compartirpalabramaestra.org/