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Carta de Gregorio Luperón al presidente Ulises S. Grant, ante los intentos de anexión

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Este es un fragmento de la histórica carta enviada por el glorioso General Gregorio Luperón en 1870 aprox, al presidente los Estados Unidos de América general Ulises S. Grant, cuando se proyectaba anexar la República Dominicana a esa nación.
El documento, producido en el momento de la más seria amenaza para nuestra soberanía, tiene un profética vigencia y aleccionadora actualidad.
Hay que hacer constar, en honor a la verdad y justicia histórica, que si bien los dominicanos José María Cabral y Gregorio Luperón protestaron, como dominicanos, estos antinacionales propósitos de convertirnos en menguado territorio de los Estados Unidos, el condenable propósito no llegó a convertirse en dolorosa realidad por la actitud enérgica y resuelta de un norteamericano ilustre: Charles Sumner.
Recordemos que el presidente Grant, empeñado en hacer efectiva esta adicción, en 1869, envió una comisión compuesta por el general Orville Babckok, uno de sus ayudantes y el hombre de su confianza, el coronel Fabens, asi como a Cornelio Cole, senador por California y O. Sullivan. Esta comisión rindió un informe muy favorable a la anexión. Cuando se firmó el tratado el 29 de noviembre de 1869 el General Babckok se encontraba en Santo Domingo para favorecer la más rápida concertación del mismo.
No estante este informe favorable, la resuelta oposición que en el Senado norteamericano encabezara Charles Sumner, impidió su aprobación y por resolución del Congreso de Estados Unidos, atendiendo los argumentos de Summer, se designó otra comisión que vino al país en 1821. Esta comisión más imparcial que la primera, realizó investigaciones más serias sobre la actividad Dominicana y aún cuando por congraciarse con Grant, rindió también un informe favorable a la anexión, el Congreso norteamericano rechazó de nuevo y definitivamente el proyecto, gracias a la infatigable y honrada labor de Charles Summer. Para nuestro país, la memoria de Charles Sumner, debe ser reverenciada y en alguna forma perpetuada por la gratitud nacional.
A continuación los fragmentos de la carta de Luperón a Grant, facilitados a la revista ahora por licenciado Máximo Lovatón Pittaluga.
“Hoy repito nuevamente nuestra protesta, no ya vacilante por la duda, sino horrorizado por la consumación de un acto violento y por convencimiento de que un manejo de mala ley , quiere decidir la suerte de mi patria.
El general Sickles representaba en Madrid los intereses americanos, y allí observó una conducta que mereció los aplausos de su país, así pues, yo y mis numerosos compañeros de expatriación , representamos también los intereses de la República Dominicana, y debemos hablar a usted el lenguaje de la franqueza.
La España, a pesar de su tradicional quijotismo, rechazó la indigna petición del menguado Báez y a nuestro entender, a que el proceder del gobierno español fue más honrado que el vuestro.
El gobierno americano se ha avanzado en una combinación inicua, se ha aliado con el traidor Báez para perseguir a los buenos ciudadanos y aniquilar la independencia dominicana.
Su excelencia tuvo la debilidad de ordenar, de autorizar la destrucción del Telégrafo, dando acogida al decreto inmoral del mercenario Senado de Báez.
Señor presidente Grant: si apeláramos ambos a un juicio imparcial de las naciones cultas y preguntáramos cuál es el verdadero pirata, entre el General Luperón, que montaba el vapor Telégrafo, procuraba salvar la integridad territorial del suelo que le vio nacer o el presidente Grant, que envía sus vapores a ampararse de Samaná, sin previa autorización del Congreso americano, la solución no sería a mi ver , muy difícil.
Señor Presidente, su excelencia ha abusado de la fuerza para proteger la más baja corrupción. Y sí es cierto que es humillante para el pueblo dominicano tener mandatarios tan traidores, no es menos indecoroso para el gran pueblo americano el que su gobierno consienta en tan ruines achicamientos.
Para ambas naciones el hecho es afrentoso!!
En esta tarea degradante, los traidores pierden el tiempo, el trabajo y el honor. Más tarde o más temprano los hechos se restablecen. Las estampas de este género no tienen porvenir, no se borra una nación por pequeña que sea, como una huella estampada sobre arena.
El gobierno americano notificó a los franceses el año 66, que su permanencia en México era una amenaza para la América. El pueblo dominicano pensaba lo mismo, y nuestro congreso discernió al invicto Juárez el título del “Benemérito de América”. Ahora bien, no serán una amenaza para la América las usurpaciones de vuestro gobierno? La ignorancia y la traición son las causas originarias de todos nuestros males, hay pueblos que reculan sin cesar, empleando la experiencia en aumentar sus desgracias, en empeorar de continuo.
A Santana y a Báez somos los dominicanos deudores de esta condición: porque quiere ser el protector moral de nuestro progreso?
La repetida doctrina de Monroe, tiene sus vicios y sus delirios, nosotros creemos que la América debe pertenecer a sí misma y alejado de toda influencia dependiente, pero no pensamos que la América debe ser Yankee.
De un hecho a lo otro hay una gran distancia que no se puede salvar, nosotros conocemos la respuesta que dio Washington a los ingleses cuando estos le pedían un puerto en el litoral norte, para establecimiento de una escala: “Cada pulgada del territorio americano cuesta al pueblo una gota de sangre”. ” La República Dominicana es un pedazo de tierra bien pequeño, que ha aportado grandes calamidades para las naciones que han pretendido usurparlo”.
Gregorio Luperón

Fuente: Historia Dominicana en Gráficas

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