¿Te has planteado alguna vez que quiere decir estar presente y a la vez ausente?
Esta profunda frase invita a la siguiente reflexión: “hoy en día, hay muchos padres y madres que físicamente están con sus hijos, pero que emocionalmente no están conectando con ellos”, probablemente, estén ocupados contestando a un whatsapp, leyendo el periódico, poniendo una lavadora, etc. Enfundados en sus preocupaciones cotidianas y mundos particulares, no se dan cuenta que los niños tienen un radar de autenticidad (como dice André Stern) con el que perciben esa descuidada y fría lejanía, ese estar ausente, ese vacío que lo queramos o no, puede dejar huella en ellos, posiblemente, esos niños se convertirán también el día de mañana en “adolescentes ausentes”
Estamos sin realmente estar, esta es una idea que pasa tan desapercibida, que no nos detenemos un momento a reflexionar sobre la cantidad y calidad de tiempo que pasamos con nuestros hijos. La cuestión que debemos plantearnos es: ¿qué es más importante la cantidad o la calidad de este tiempo?. Actualmente por nuestras obligaciones diarias (trabajo, tareas domésticas, vida acelerada…), no podemos dedicar a nuestros hijos todo el tiempo que nos gustaría, y no por ello hemos de sentirnos culpables. Debemos ser conscientes de que es mucho más importante la calidad de ese tiempo y bastaría con dedicarles en exclusividad quince minutos al día, es decir, estar por y para él de forma auténtica, sincera y plena.
El tema de los padres ausentes se alza como un aspecto que preocupa mucho a psicólogos y pedagogos de todo el mundo. Tanto es así, que el mercado editorial empieza a estar muy centrado en este tipo de crianza a través de la cual los padres descubramos recetas y estrategias que nos permitan estar presentes en cuerpo, alma y corazón para nuestros hijos. Un ejemplo de ello lo tenemos en el libro “Parenting in the present moment” (“Crianza en el momento presente”) de la doctora Carla Naumburg.
Para educar a un niño no basta con darle un techo, sustento, calor, alimento y plaza en un colegio. Los niños tienen necesidades emocionales que deben ser satisfechas para que su desarrollo psíquico y neurológico se constituya con normalidad. Una de las preocupaciones actuales como madres y padres, es perder la conexión con nuestros hijos; el efecto más inmediato de estar presente físicamente pero ausente emocionalmente, es que el niño se siente solo, defraudado y rechazado, pudiendo desarrollar baja autoestima e inseguridad.
Como refleja el psicólogo Max Möller (especialista en adiciones), cuando los padres están inmersos en los dispositivos y en las redes sociales, están transmitiendo de forma silenciosa a sus hijos, que hay otras cosas más importantes y eso va a interferir en el vínculo seguro entre ambos a edades muy tempranas, llegando incluso a darse casos de niños con “síndrome de carencia afectiva”.
A corto plazo pueden reaccionar de dos formas: aislándose o reaccionando con rabia o con conductas desafiantes. Ambos casos explican que en la actualidad muchos adolescentes se unan a pandillas o grupos problemáticos, o desarrollen comportamiento antisocial, abuso de sustancias o se aíslen en los videojuegos.
¿Cómo conseguir ser padres y madres presentes?
Presentamos ocho consejos útiles que van a ayudar a “conectar” con tu hijo:
- OFF a los dispositivos electrónicos durante unos minutos al día: Según un estudio dirigido por la Universidad de Boston (Estados Unidos) y llevado a cabo en diversos restaurantes de comida rápida, se descubrió que una de las causas más comunes por las que los padres dejan de estar presentes se debe al uso excesivo de los teléfonos móviles.
- Escucha a tus hijos: Parece obvio, pero no todos los padres lo hacen de forma efectiva.Escuchar es mirar a los ojos y dar auténtica importancia a cada palabra que nos digan los niños, por muy ingenuo o estrambótico que sea su razonamiento. Si aprendemos a escucharles, aprenderemos a conocerles y responder mejor a sus necesidades.
- La importancia de la comunicación: No te limites a preguntar ¿qué tal….? Porque es probable que la respuesta sea “bien” y ahí acabe la conversación. Es más aconsejable realizar otro tipo de preguntas que inicien un tema de conversación, como por ejemplo, ¿qué es lo más divertido que has hecho hoy?, ¿cómo te sientes hoy?, ¿has aprendido alguna cosa nueva, cuál?, ¿te ha ocurrido hoy algo emocionante?, etc.
- Expresar los sentimientos: Aunque parezca que los niños deben estar al margen de todo, se enteran de más cosas de las que nos pensamos, absorben todos nuestros estados de ánimo, lo notan y lo acusan. Antes de estar ausente, quizá deberíamos explicarle a nuestros hijos que hoy no tenemos un buen día. El niño aprenderá lo que es la empatía, y que todos nos podemos sentir mal, agobiados, .. algunas veces.
- Busca momentos de complicidad cotidiana: Hay momentos que deben convertirse en rituales obligados con los que compartir tiempo con tus hijos,pero tiempo de calidad. Esas charlas mientras comemos, esos cuentos y conversaciones antes de dormir… Son instantes mágicos con los que estar presente, instantes que crean marcas emocionales en los niños.
- Potencia su imaginación, juega con ellos: El juego es la forma más natural e innata que tiene el niño para aprender y divertirse; es su herramienta de desarrollo, y sería conveniente que de alguna manera los padres formasen parte de esos juegos. Con tan sólo unos minutos al día sería suficiente. Todos llevamos un niño dentro, ¡no es tan difícil sacarlo!.
- Contacto corporal: Hasta los doce años, los niños son muy táctil-kinestésicos, es decir, aprenden más a través del contacto corporal, necesitan esa estimulación “táctil-amorosa” que sólo producen los abrazos, los besos, las caricias. Por lo tanto, dedica unos minutos al día al contacto corporal, por ejemplo, haz una “guerra de cosquillas”, achuchones y abrazos largos de más de seis segundos, etc.
- Relativizar: En las familias con niños siempre hay tareas por hacer (ropa que planchar, comida que preparar…). Si quieres que todo sea perfecto, céntrate en estas tareas y lo será, pero perderás lo importante, la infancia de tu hijo. Hay que establecer prioridades y un plato puede esperar a ser fregado. Por lo tanto relativiza.
- Finalmente recuerda y ten presente esta frase:
- “El mejor regalo para tu hijo se llama TIEMPO DE CALIDAD”.
Fuente: padresycolegios.com