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Lectura y entretenimiento digital

Ruth Vera

 Muchas veces nos hemos hecho la pregunta: ¿por qué los jóvenes y adolescentes de nuestro país, en su gran mayoría, no desarrollan el hábito de la lectura en estos tiempos o simplemente no les gusta leer?

Esta pregunta se ha intentado responder de muchas formas. Hay quienes dirán que las escuelas no han logrado adoctrinar en la importancia de la lectura o que la familia no se ha involucrado para que juntamente puedan desarrollarse procesos de comprensión. Y, como si no fuera suficiente, se cuestiona el actual currículo educativo, al pronunciar disgustos que insisten en evidenciar la carencia literaria. Sin intención de exagerar, y mucho menos de alarmar, pareciera que la tecnología ha llegado a reemplazar la lectura en los niños, jóvenes y adolescentes.  Es muy notorio que desde muy temprana edad los infantes ya tienen acceso a la tecnología, motivados por sus padres en la mayoría de los casos. Por consiguiente, nos preguntamos si realmente el consumo tecnológico va en detrimento del hábito de lectura.

Frente a lo expresado anteriormente existen posiciones encontradas. Por un lado, es menester resaltar que la concentración no es la misma cuando leemos desde un libro físico, que cuando lo hacemos en formato digital. Esto así ya que las múltiples tareas (multitasking) nos evitan enfocar toda nuestra atención a lo que intentamos leer, haciéndonos perder el hilo conductor de la comprensión, y, por consiguiente, abandonar la lectura inmediatamente.

Actualmente, no solo los estudiantes (jóvenes, niños y adolescentes) han caído en esta trampa, sino que todos en algún momento nos hemos dejado llevar por la «satisfacción inmediata» de los dispositivos, y el afán de los textos cortos, los cuales guían a quien intenta leer a un comportamiento de saltos y lecturas por encima, o lecturas superficiales. Ese vicio se ha agudizado en los últimos años. Todo es para AHORA, y para YA. La vida va rápido, así como las múltiples notificaciones que nos llevan cada segundo a saber qué está pasando.

Por todo esto y más, no podemos negar que la tecnología ha cambiado la forma en la que leemos, así como también ha evitado esfuerzos en el conocimiento de las informaciones. Ya nadie quiere detenerse a entender la noticia, porque desde que vemos que la información tiene más de tres párrafos, se nos hace difícil querer terminar de leer. Esto es peligroso, porque la importancia de la lectura ha pasado a segundo y tercer plano. «Si puedo saber lo mismo de otra forma, la lectura no es necesaria», dirán algunos.

Pero este hecho puede ser reversible. La tecnología no es nuestra enemiga, mas debemos convertirla en nuestra aliada.  Esto es posible cuando utilizamos estos medios para facilitar el proceso de lectura, en lugar de frustrarlo. Es decir, puede que muchos estudiantes no tengan facilidades de adquirir libros ni revistas, o que simplemente no tengan tiempo de comprarlos de forma física, ni de llevarlos consigo todo el tiempo. Aquí entra el beneficio de los dispositivos móviles.

Creo fielmente que sin motivación no hay lectura efectiva. Por lo tanto, no hay aprendizaje». No podemos dejar en manos de lo efímero y pasajero la creación y desarrollo de hábitos de lectura. Esto va más allá de las redes sociales, juegos en línea, videos y conversaciones de internet. Entonces nos preguntamos qué tan dispuestos estamos a enfrentar esta situación. Muchas veces, más que no poder, es cuestión de no querer, que se hace acompañar de una falta de motivación y ausencia de necesidad de leer.

Recuperemos la lectura.  Salvemos este valioso arte que nos lleva a descubrir y explorar mundos ajenos sin tener que trasladarnos a sitio alguno más que con la herramienta de la creatividad mental y la imaginación. ¡Cambiemos el rumbo de la historia!

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