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Crianza de los jóvenes de hoy, ¿en qué hemos fallado?

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Quizá la principal queja de los padres en la actualidad es que “la tarea más difícil de la vida de un adulto es ser padre o madre y que nadie les enseña cómo hacerla”. Esta frase repetida muchas veces por los padres refleja, por un lado, la complejidad de la tarea, la angustia que sienten los padres al enfrentarse a una realidad para la cual no están preparados y por el otro, la necesidad de ayuda que tienen, para cumplir adecuadamente, una misión que las sociedades les pide.

Durante la infancia de sus hijos(as) ambos padres se mantienen relativamente tranquilos, pues a pesar de que están aprendiendo a ser padres, las demandas de estos no los agobian. Sienten que pueden controlar tanto sus hijos(as) como a las influencias externas. Esto puede deber sea a que los padres, en la infancia los niños(as) no tienen la categoría de persona y el ser padre se convierte en una forma de ejercer control y autoridad, y en brindar amor de a través de los que se les compra. Para los padres, esto funciona durante esos años sin darse cuenta de que es, en estas primeras etapas, donde deben establecer una adecuada relación con sus hijos(as), la cual será fundamental para los años siguientes.

Cuando sus hijos(as) llegan a la adolescencia, ya a los padres no pueden ejercer el mismo control que tenían antes sobre ellos y sobre el afuera. Es entonces cuando sienten que están fallando como padres, que están haciendo las cosas mal y empiezan a angustiarse dando origen a conflictos familiares no solo, entre padre e hijos(as), sino también entre los padres.

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Estos conflictos al interior de las familias no se debe solo a problemas internos sino también externos, como son:

  • El manejo de los límites. En ocasiones, los padres no saben o no pueden poner límites a sus hijos(as), esta situación se complica cuando ambos están ausentes por cuestiones de trabajo, lo que hacen que se sientan culpables a la hora de poner reglas o límites, pues sienten que ya de por sí sus hijos están carentes de atención y cariño por parte de ellos.
  • La comunicación tanto de padres con hijos(as), como entre padre y madre. La televisión y las múltiples ocupaciones que tiene los adultos contribuyen a que cada vez haya menos períodos de comunicación e intercambio entre ellos. En la comunicación y en el manejo de los límites juega un papel importante la forma en que fueron criados los padres, pues, en general, éstos crecieron en familias donde no había comunicación entre la pareja ni con los hijos y en donde la palabra de los padres o de los hijos mayores, era la que se imponía, por lo que, aunque ahora como padres, quiere tener una comunicación y una relación diferente y más adecuada en sus familias de procreación no saben cómo.
  • La relación de pareja. Esta, sea que esté bien o mal, tienen sus efectos directos o indirectos en las relaciones familiares y en su estabilidad. Cada pareja pasa por sus propias crisis las cuales debe enfrentar, que se unen con sus funciones y crisis paternales.
  • La situación económica. En la actualidad la mayoría de las familias costarricenses enfrentan problemas económicos a causa de la crisis que atraviesa el país. Esto hace que las familias tengan que restringir y ajustar sus gastos que haya más necesidad de que otros miembros salgan a trabajar, cortando así las posibilidades de estudio que tenían. Esta situación provoca angustia, frustración y preocupación al interior de las familias.
  • La presencia – ausencia de los padres. No solo porque ambos padres tengan que salir del hogar a trabajar, lo que reduce el tiempo que éstos pueden pasar con sus hijos(as), sino también porque cada vez son más las familias en las que está ausente la figura paterna y es la madre sola la que lleva la crianza y manutención de los hijos, sin que haya nivel social, recursos que faciliten esa tarea, pues nuestra sociedad tiene sus estructuras establecidas para que la madre se quede en el hogar y el padre salga a trabajar. Está también el caso de las familias conformadas por padre y madre, pero en las que el padre está ausente en la crianza y educación de los hijos(as), cumpliendo la función de proveedor.
  • Violencia familiar. Si bien no está presente en todos los hogares, el silencio que la caracteriza ha hecho que pase inadvertida, y no es si no hasta ahora que hay mayor apertura social para la denuncia de estos hechos que se sabe que están presentes en muchas de las familias costarricenses. Esta violencia es sufría principalmente por las mujeres, los niños, las niñas, los (las) adolescentes y los (las) ancianos(as), a nivel físico, sexual, emocional y patrimonial. Provocando la denigración de la persona en su condición de ser humano, lesiones físicas y emocionales, disminución de su autoestima, pérdida de la confianza en sí misma y en la familia y daña, no solo a la persona que lo sufre sino también a los que están a su alrededor y a la sociedad en general.
  • Lo medios de comunicación. Estos influyen en las familias vendiéndoles la “necesidad” de consumir y creando esa “necesidad” en los niños(as) y adolescentes. Vendiendo nuevas formas de violencia que son difíciles de asimilar en esta población, más aún, cuando no se pueden ser supervisados por los adultos. Creando nuevas formas de vidas y fantasías que no se ajustan a nuestra realidad y que no van a poder ser alcanzadas.
  • Desconocimiento, por parte de los padres y de los adultos en general, del desarrollo físico, emocional por el que atraviesan sus hijos en las diferentes etapas evolutivas, lo cual provoca que los padres no puedan comprender y responder adecuadamente a las necesidades de éstos lo cual se agrava en la adolescencia.
  • Una sociedad que tiene cambios acelerados, con una alta tecnología que no existía en los tiempos de los padres. Cambios a los que niños, jóvenes y adultos tienen que acomodarse sin tener el tiempo necesario para hacerlo.
  • Cambio y/o desaparición de los valores o ambos con los que crecieron quienes ahora forman la población adulta.

No hay duda de que todas estas situaciones afectan las familias y por lo tanto, las relaciones que se establecen al interior de éstas. Pero también hay que considerar que las familias han entrado en un conflicto generado por los cambios sociales, por un lado se resisten a cambiar y adaptarse a la nueva sociedad y a las nuevas exigencias de éstas y por otro, sienten la “necesidad” de cambiar para no desaparecer. Pero de qué forma cambiar, qué hacer, cómo hacerlo, cómo relacionarse de una forma diferente, si los patrones y los valores con los que crecimos no calzan ahora, cómo ser padres en una sociedad tan diferente a la nuestra que cambia tanto, cómo comunicarnos con nuestro hijos, sí nuestros padres no nos lo enseñaron a hacerlo, qué es un ser un buen padre o madre, qué hacer con tanta información contradictoria o negativa. Estas y otras preguntas son difíciles de responder solos, quizá entre todos y creando espacios de reflexión podamos construir un nuevo camino para la familia y para la sociedad.

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Fuente: https://www.scielo.sa.cr/

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