El autocontrol es fundamental en la enseñanza, ya que este es un proceso emocional tanto para los profesores como para los estudiantes. No se trata solo de impartir conocimiento y ayudar a los estudiantes a mejorar y aprender, sino también de potenciar las emociones positivas que conducen al aprendizaje.
El profesional de la educación conoce con determinación el rol que cumple dentro del enseñanza-aprendizaje; sin embargo, el sistema educativo aún no está preparado para identificar las necesidades emocionales de los docentes que son ocasionadas por diversos factores internos y externos durante la jornada de trabajo. En este sentido, la ausencia de programas y empatía humana genera la pérdida del autocontrol en el maestro. Las complicaciones laborales del docente que se presentan durante el transitar educativo generan una pérdida en la habilidad anímica.
Como docentes, también enfrentamos situaciones que pueden hacernos sentir enojados, frustrados, disgustados, tristes o incluso emocionados. Para crear una atmósfera de aprendizaje de apoyo, necesitamos poder regular nuestras emociones mediante el uso de estrategias efectivas. ¿Qué es entonces el autocontrol? ¿Y qué estrategias de autocontrol emocional necesitamos para prosperar en la enseñanza?
El autocontrol y la autorregulación emocional
Las emociones forman parte de nuestra vida diaria. Abarcan sentimientos, estados mentales y comportamientos frente a personas, circunstancias o eventos. La enseñanza impone diferentes exigencias a nuestras emociones. Se espera que estemos tranquilos y controlados, incluso en situaciones estresantes. Esto se logra mediante la regulación de nuestras emociones, ajustándolas a un nivel óptimo en cada situación.
Por ejemplo, cuando nuestro entusiasmo por usar una nueva actividad en clase es intenso, puede terminar sobrecargando a nuestros estudiantes con mucho contenido y confundiéndolos.

Estrategias para la autorregulación emocional
Aquí te presentamos estrategias de autorregulación emocional que pueden ayudarte a regular tus emociones, evitando desperdiciar energía y manteniendo una atmósfera de aprendizaje saludable:
- Establecer un “código de conducta” profesional Regular las emociones implica monitorear los sentimientos y poder establecer una relación profesional con los estudiantes. Para lograr este objetivo, los docentes pueden establecer un código de conducta para sí mismos que subraye lo que se debe y no se debe hacer de la siguiente manera:
- Intentar controlar lo que se está sintiendo: Cuando se despiertan sentimientos intensos positivos o negativos (felicidad, enojo, ansiedad, etc.), es importante no intentar reprimirlos. La investigación ha demostrado que la supresión consume recursos cognitivos, lo que impide al docente llevar a cabo la clase de la mejor manera, ya que la emoción desagradable probablemente no desaparecerá. Sin embargo, esto no significa dejar que tus emociones te dominen. Trata de mostrarlas de manera adecuada y coherente con la situación. No grites, llores o digas palabras inapropiadas a tus alumnos que puedan dañar tu identidad profesional. En su lugar, evalúa la situación para averiguar el “por qué”. Por ejemplo, si los estudiantes están teniendo comportamientos inapropiados, muéstrales que esto es inaceptable hablándoles con un tono de voz firme pero respetuoso, sin perder la calma ni ser violento (muestra sentimientos de enojo, no acciones de enojo). Luego, intenta comprender por qué se comportan de esa manera. Habla con ellos en voz baja y escúchalos principalmente (en clase, haciendo contacto visual directo con ellos o individualmente después de la clase). Es posible que no estén interesados en la actividad que se esté realizando o que no hayan entendido tus instrucciones, etc. Por lo tanto, concéntrate en el problema real, cómo enfrentarlo con más éxito y dirige las acciones para evitarlo en el futuro.
- Equípate con herramientas que te hagan sentir seguro Es necesario tener las herramientas que te ayuden a lidiar con diferentes situaciones. Esto te ayuda a sentirte seguro y capaz de regular tus emociones de forma eficaz.
- Conoce más sobre tus estudiantes: Invierte tiempo y energía para conocer las necesidades emocionales, físicas y cognitivas de tus estudiantes.
- Afronta de forma proactiva: Estar bien preparado es esencial para sentirse seguro y cómodo, pero también debes estar consciente de que ocurrirán situaciones inesperadas y tener nociones de cómo reaccionar frente a estos hechos. Aunque no puedes anticipar todas las posibilidades, puedes prepararte para diversas alternativas. Mientras preparas tus lecciones, piensa en ‘lo que podría suceder’. Intenta prever los desafíos de la relación y luego decide ‘qué se debe hacer en este caso’ mediante la elaboración de tu plan y la creación de recursos para los próximos riesgos y demandas. Por lo tanto, no esperes hasta que ocurran los problemas (afrontarlos de forma reactiva), sino piensa en tus alumnos, cómo podrían comportarse y prepárate para afrontar esas situaciones.
- Aprende a lidiar con situaciones embarazosas: Si tus estudiantes hacen preguntas para las que no tienes respuesta o no estás seguro de ellas; si cometes un error y los estudiantes lo notan… entonces, ¿qué harías en tales situaciones? Lee libros, artículos y publicaciones de blogs sobre estrategias de gestión del aula, pregunta a expertos y establece contactos con otros profesores para aprender más sobre ellos.
- Levanta tu espíritu en momentos difíciles Cuando estamos experimentando un problema o una pérdida personal profunda en el hogar, es muy probable que nuestro estado emocional se exaspere aún más por la mala conducta de cualquier estudiante. Podemos perder los estribos, gritar, maldecir, compartir nuestros problemas con nuestros estudiantes, llorar, etc., y así permitir que otros sean testigos de nuestro despliegue emocional solo para buscar alivio de lo que estamos enfrentando.
El autocontrol no solo beneficia al docente, sino también al entorno educativo en su totalidad. Los maestros que manejan sus emociones con eficacia son más capaces de construir relaciones de confianza con sus estudiantes, fomentar un clima de respeto mutuo y enfrentar desafíos con una actitud positiva.
Además, los estudiantes aprenden de estos ejemplos. La autorregulación emocional de los maestros les enseña a manejar sus propias emociones, promoviendo habilidades como la empatía, la resiliencia y la resolución de conflictos.

