Con esta herramienta los estudiantes reflexionan y analizan su propio proceso de aprendizaje a través de la escritura. Dos docentes nos cuentan en qué consiste, sus beneficios y cómo empezar a utilizarlo en clase.
La evaluación es un proceso que no tiene porqué reducirse a las pruebas realizadas tras finalizar un tema o contenido. Diferentes instrumentos de evaluación como las rúbricas, la escalera de metacognición, los portfolios de aprendizaje, las dianas de autoevaluación o los exámenes cooperativos sirven para que tanto los docentes como los estudiantes puedan conocer muchos aspectos del proceso de aprendizaje, reflexionen y analicen qué es lo que hay que mejorar o qué se ha aprendido sin dificultades.
El diario de aprendizaje es otra de las herramientas que se puede añadir a esa lista. Con este instrumento los estudiantes pueden analizar su propio aprendizaje ya que son ellos mismos los que expresan, por escrito, todo lo aprendido sobre las materias, contenidos o proyectos que van realizando en el aula.
En qué consisten los diarios de aprendizaje
Rafa Martínez es maestro de Primaria en el CEIP Reina María Cristina, en Isla Cristina, Huelva, y comenzó a hacer uso del diario de aprendizaje cuando introdujo el cálculo en el aprendizaje de las divisiones en tercero de Primaria. Para este docente, además de ser una herramienta de evaluación (y autoevaluación), también ayuda a que los estudiantes reflexionen sobre su propio proceso de aprendizaje. “Ofrece al alumnado la posibilidad de desarrollar la capacidad de reflexión y, lo que es más interesante, permitir que se produzcan aprendizajes funcionales capaces de conectar con el día a día”.
Una afirmación con la que también coincide Carlos Huerga, docente del departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura del Centro Universitario de Magisterio Escuni (adscrito a la Universidad Complutense de Madrid): “Los estudiantes reflexionan sobre la asignatura, tareas, materiales, sus relaciones con los docentes y compañeros o sobre cómo aprenden, favoreciendo la autonomía y la metacognición”.
Para recoger esas reflexiones, “en las que el estudiante describe, argumenta, interpreta y puede autoevaluar el proceso de aprendizaje”, señala Huerga, se hace uso de un documento (en papel o digital) con preguntas definidas por el docente o sin cuestiones previas (estructurados o no estructurados), que puede tener varios formatos: cuaderno de papel, blog, podcast o documentos compartidos digitales, entre otros.
Martínez también indica otro aspecto de los diarios de aprendizaje: pueden ser individuales o colectivos: “Los individuales sirven para valorar el aprendizaje del estudiante mientras que con los colectivos se pueden valorar actitudes de trabajo cooperativo, tareas grupales, trabajar la coevaluación…”. Huerga cree que el mejor formato es el digital, dentro de un blog o un portfolio (sobre todo en los niveles educativos más altos) ya que pueden incorporarse evidencias de todo tipo (como imágenes), pero también son funcionales los procesadores de texto como ‘Documentos de Google’ e incluso cuadernos en papel”.
Beneficios del diario de aprendizaje
El uso de esta herramienta de evaluación aporta diversos beneficios. Huerga destaca el fomento del autoconocimiento, el desarrollo de la escritura, la capacidad crítica y la organización del trabajo mientras que Martínez señala, además, la responsabilidad y la autonomía, la motivación interna por mejorar o la creatividad y la expresión.
Del mismo modo, aporta una serie de ventajas para los docentes ya que, como indica Huerga, “les permite tener un seguimiento más regular de cada estudiante ofreciéndoles un ‘feedback’ con el que analizar las necesidades o carencias de cada uno de ellos”. Martinez, por su parte, destaca lo siguiente: “Ofrece la posibilidad de crear una rutina diaria en el aula y se puede llevar a cabo en diversas situaciones y de distintas formas (durante una sesión, un proyecto, de forma individual…)”.
No obstante, su uso también requiere de un mayor tiempo a la hora de extraer los resultados en relación a otros instrumentos de evaluación. “Es necesario que el docente emplee tiempo en leer y analizar uno por uno los diarios, que multiplicado por cinco días semanales y por 25 estudiantes supone una parte importante del tiempo del docente”, opina Martínez.
Cómo utilizar los diarios de aprendizaje
En esta infografía del INTEF y creada por el CEDEC se muestran los tres momentos ideales para utilizar este recurso: al inicio de un contenido (para establecer objetivos), durante (para revisar el desarrollo de las tareas) o al final (con el que analizar los resultados obtenidos).
Asimismo, Martínez destaca la importancia de hacerlo siempre a partir de un contenido en concreto. “No se debe empezar por una unidad o proyecto completo. Es importante hacerlo de forma gradual ya que el alumnado debe aprender a usarlo de forma adecuada a la vez que el docente debe de ir examinando y adaptándolo a las necesidades y situaciones que se vayan dando”. Para ello recomienda instaurarlo como una rutina estableciendo un tiempo determinado para utilizarlo: “En mi caso, suelo dejar los diez minutos finales de la sesión para que hagan sus anotaciones”. Por último, el docente ofrece tres recomendaciones para los docentes que se animen a usarlo en el aula:
- Decidir qué tipo de diario se va a usar (individual, colectivo, estructurado o no estructurado).
- Detectar un contenido relevante (uno de gran importancia o donde el alumnado tenga más dificultades).
- Establecer el momento de uso y reflexionar sobre el proceso que se ha llevado a cabo con el objeto de realizar modificaciones.
En definitiva, el diario de aprendizaje se trata de un instrumento que, como opina Huerga, “permite que el estudiante cambie el chip y ya no le importe solo aprobar, sino también aprender”, concluye.