El 31 de enero de cada año se celebra en nuestro país el Día Nacional de la Juventud, en honor a San Juan Bosco (1815-1888), el llamado Padre y Maestro de la Juventud, el sacerdote católico italiano, educador y escritor quien dedicó su vida al mejoramiento y la educación de los jóvenes de las calles, delincuentes juveniles y otros niños desfavorecidos de la Italia del Siglo XIX.
A los dos años, Giovanni Melchiorre Bosco quedó huérfano de padre y tuvo que vivir en una situación de pobreza. En 1835, ingresó al seminario en Chieri, y después de seis años de estudio, fue ordenado a sacerdote por el arzobispo Franzoni de Turín.
Un seguidor de la espiritualidad y la filosofía de San Francisco de Sales se constituyó en padre de huérfanos y de muchos niños pobres y abandonados. Toda su vida la dedicó a formar grandes familias de jóvenes.
Desarrolló métodos de enseñanza basados en el amor en lugar del castigo, y estableció una red de organizaciones y centros para continuar su trabajo.
Sus labores como sacerdote y como educador le otorgaron gran prestigio en todo el mundo. Localidades, calles, parques, teatros, museos, universidades y colegios llevan el nombre de Don Bosco como una manera de rendir homenaje al apóstol de la juventud.
Fue declarado como un santo en la Iglesia Católica Romana por el Papa Pío XI en 1934.
En 1988, Juan Pablo II lo proclamó Padre y Maestro de la Juventud.
Hoy Día Nacional de la Juventud es importante hacer un llamado a la población dominicana a prepararse, a ser ejemplo dentro de una sociedad donde prevalezcan los valores, donde expresen sus ideas, visiones y perspectivas de transformar nuestro país, en una nación donde los pensamientos positivos y creativos sean los que dominen el deseo de avance del pueblo.
La juventud significa una etapa donde el dinamismo, la energía y el colorido son los principales elementos que dominan.