Leer cuentos infantiles con tus hijos es uno de los mejores hábitos que podéis adquirir. A los más pequeños les encanta que sus padres les cuenten historias de mundos lejanos, de niños que tienen los mismos problemas que ellos y de animales que aprenden una enseñanza al finalizar la fábula.
Bonitos cuentos cortos para estimular la fantasía de los niños
Los cuentos estimulan la creatividad de los niños, refuerzan el vínculo padre-hijo al proporcionar un momento de calidad entre ambos, amplían el vocabulario del niño, les ayudan a amar los libros desde la infancia, les inculcan valores, les divierten… Ante tantos beneficios, aquí te dejamos un recopilatorio con los mejores cuentos infantiles para leer en 2021. ¡Que los disfrutéis!
1.Uga la tortuga
¿Conoces el cuento de Uga la tortuga? Cuenta la historia de una pequeña tortuga que nunca se esforzaba porque sabía que iba a ser más lenta que el resto de sus amigos del bosque en cualquier tarea que le encomendaran. Esta fábula con moraleja es la excusa perfecta para hablar con tu hijo sobre el valor de la perseverancia. Enséñale a darse cuenta de que los frutos son mucho más sabrosos cuando se han conseguido con esfuerzo.
Burbuja quiere volar. Cuento corto para niños sobre los sueños
Burbuja era un pequeño pez que vivía feliz en el Mar Alegre. Disfrutaba del color de los corales y de la danza del resto de animales marinos que representaban todos los días gracias a la música de las conchas y a las canciones de las sirenas. Echar carreras, bajar hasta el fondo del mar, contar historias sobre las algas… eran algunos de sus pasatiempos preferidos.
Cuando se portaba bien, los fines de semana, su papá le llevaba al viejo barco pirata que tiempo atrás se había hundido con todos sus tesoros. Era todo un parque de atracciones, donde los peces más pequeños podían vivir un sinfín de aventuras. Había camarotes ocultos solo aptos para los más valientes, brillantes monedas y piedras preciosas con las que se podían disfrazar, cañones y armas con los que simular divertidas batallas… Todo era diversión
Sin embargo, Burbuja tenía un sueño. Adoraba estar en el agua, pero soñaba con poder volar sobre los mares y descubrir los lugares que había visto en los mapas que había encontrado en el barco pirata. Quería ser el primer pez volador.
Muchos le trataban de loco o soñador, pero él cada día se entrenaba para alcanzar su sueño. Tanto por la mañana como por la tarde sacaba su cabecita a la superficie para aprender a respirar fuera del agua. Parecía imposible y siempre acababa con un ataque de tos. También observaba a los pájaros para entender la mecánica de mover las alas. Poco éxito parecía tener en su hazaña.
Sus papás querían ayudarle. Fue así como hablaron con las gaviotas y éstas con los pelícanos. Entre todos acordaron darle una sorpresa a Burbuja. Un día, cuando el pequeño pez estaba haciendo sus ejercicios de respiración en la superficie del mar fue engullido por un pelícano con un enorme pico.
Al principio Burbuja se asustó mucho, pero luego comprendió que el pelícano Aviator, quien acabaría siendo su mejor amigo, había creado una pequeña piscina en su pico para que Burbuja estuviera cómodo en su vuelo sobre los diferentes mares y tierras. Burbuja nunca había sido tan feliz. Su sueño era ahora una realidad.
Preguntas de comprensión lectora para tu hijo
Comprueba si tu hijo permaneció atento al cuento. ¿Sabes cómo? Puedes hacerle unas preguntas de comprensión lectora Por ejemplo, estas:
1. ¿Dónde vivía el pez Burbuja?
2. ¿Qué sueño tenía Burbuja?
3. ¿Cómo ayudaron a Burbuja a cumplir su sueño?
Detrás de todo cuento o historia infantil, siempre existe un mensaje, una reflexión y un consejo para los niños. El cuento infantil de Pinocho, un muñeco de madera que soñaba en ser un niño de verdad, nos enseña valores como el respeto, el esfuerzo, la responsabilidad y la amistad. Pinocho aprenderá a obedecer, a hacerse responsable, a no fiarse de los extraños y a dar valor a la escuela, pero lo más importante: nos enseña el valor de la verdad. Las mentiras tienen piernas muy, pero que muy cortas.
Pinocho – cuento para enseñar a los niños a no mentir
En una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba un día más de trabajo dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construido.
Al mirarlo, pensó: ‘¡Qué bonito me ha quedado!’. Y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppetto decidió llamarlo Pinocho. Aquella noche, Geppetto se fue a dormir, deseando que su muñeco fuese un niño de verdad.
Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido, llegó un hada buena y viendo a Pinocho tan bonito, quiso premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica, vida al muñeco.
Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba crédito a sus ojos: Pinocho se movía, caminaba, se reía y hablaba como un niño de verdad para alegría del viejo carpintero.
Feliz y muy satisfecho, Geppetto mandó a Pinocho a la escuela. Quería que fuese un niño muy listo y que aprendiera muchas cosas. Le acompañó su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada buena.
Pero, en el camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo sus travesuras, e ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela, Pinocho decidió seguir a sus nuevos amigos, buscando aventuras no muy buenas.
Al ver esta situación, el hada buena le hechizó. Por no ir a la escuela, le colocó dos orejas de burro, y por portarse mal, le dijo que cada vez que dijera una mentira, le crecería la nariz, poniéndosele además colorada.
Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y arrepentido decidió buscar a Geppetto. Supo entonces que Geppeto, al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena. Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue a la mar para rescatar al pobre viejecito.
Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió su enorme boca y se lo tragó también a él. Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieran a pensar cómo salir de allí.
Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes.
Todos se salvaron. Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se comportó bien. Y en recompensa de su bondad, el hada buena lo convirtió en un niño de carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.
Preguntas de comprensión lectora sobre el cuento de Pinocho
Y ahora llega el momento de la verdad: averiguar si tu hijo entendió el mensaje del cuento clásico de Pinocho. Para hacerlo, te sugerimos que establezcas con ellos un pequeño coloquio o debate que puede constar de dos partes. Por un lado, preguntas centradas en el argumento propiamente dicho y, por otro, (para los más mayores), cuestiones acerca del mensaje que nos quiere transmitir esta historia.
1. ¿Por qué el personaje principal del cuento se llamaba Pinocho?
2. ¿Cuál era el deseo más grande de Geppetto?
3. ¿Quién era Pepito Grillo?
4. ¿Obedeció Pinocho a su padre?
5. ¿Qué encantamiento hizo el hada con él?
6. ¿Qué es la mentira?
7. ¿Qué consecuencias tiene decir muchas mentiras?
8. ¿Qué has aprendido con este cuento?
El Elefante Bernardo
Cuento infantil que enseña a los niños lo importante que es no molestar y sí ayudar y colaborar con los demás
El cuento del Elefante Bernardo explica a los niños por qué es tan importante el valor del respeto. La historia gira en torno a un elefantito muy travieso que se dedicaba el día a reír y burlarse de los demás animales del bosque. Pero un día recibe una gran lección y de pronto entiende por qué debe respetar a los demás y tratarlos bien.
Fantástico cuento infantil que transmite valores, en este caso, analiza el valor del respeto para que también los más pequeños puedan entender lo importante que resulta tratar bien a los demás. No dejes de leerlo con tu hijo. Cuento enviado por Javier Moreno de México.
El elefante Bernardo – Cuento infantil sobre el valor del respeto
Había una vez un elefante llamado Bernardo que nunca pensaba en los demás. Un día, mientras Bernardo jugaba con sus compañeros de la escuela, cogió a una piedra y la lanzó hacia sus compañeros.
La piedra golpeó al burro Cándido en su oreja, de la que salió mucha sangre. Cuando las maestras vieron lo que había pasado, inmediatamente se pusieron a ayudar a Cándido.
Le pusieron un gran curita en su oreja para curarlo. Mientras Cándido lloraba, Bernardo se burlaba, escondiéndose de las maestras.
Al día siguiente, Bernardo jugaba en el campo cuando, de pronto, le dio mucha sed. Caminó hacia el río para beber agua. Al llegar al río vio a unos ciervos que jugaban a la orilla del río.
Sin pensar dos veces, Bernardo tomó mucha agua con su trompa y se las arrojó a los ciervos. Gilberto, el ciervo más chiquitito perdió el equilibrio y acabó cayéndose al río, sin saber nadar.
Afortunadamente, Felipe, un ciervo más grande y que era un buen nadador, se lanzó al río de inmediato y ayudó a salir del río a Gilberto. Felizmente, a Gilberto no le pasó nada, pero tenía muchísimo frío porque el agua estaba fría, y acabó por coger un resfriado. Mientras todo eso ocurría, lo único que hizo el elefante Bernardo fue reírse de ellos.
Una mañana de sábado, mientras Bernardo daba un paseo por el campo y se comía un poco de pasto, pasó muy cerca de una planta que tenía muchas espinas. Sin percibir el peligro, Bernardo acabó hiriéndose en su espalda y patas con las espinas. Intentó quitárselas, pero sus patas no alcanzaban arrancar las espinas, que les provocaba mucho dolor.
Se sentó bajo un árbol y lloró desconsoladamente, mientras el dolor seguía. Cansado de esperar que el dolor se le pasara, Bernardo decidió caminar para pedir ayuda. Mientras caminaba, se encontró a los ciervos a los que les había echado agua. Al verlos, les gritó:
– Por favor, ayúdenme a quitarme esas espinas que me duelen mucho.
Y reconociendo a Bernardo, los ciervos le dijeron:
– No te vamos a ayudar porque lanzaste a Gilberto al río y él casi se ahogó. Aparte de eso, Gilberto está enfermo de gripe por el frío que cogió. Tienes que aprender a no herirte ni burlarte de los demás.
El pobre Bernardo, entristecido, bajo la cabeza y siguió en el camino en busca de ayuda. Mientras caminaba se encontró algunos de sus compañeros de la escuela. Les pidió ayuda pero ellos tampoco quisieron ayudarle porque estaban enojados por lo que había hecho Bernardo al burro Cándido.
Y una vez más Bernardo bajó la cabeza y siguió el camino para buscar ayuda. Las espinas les provocaban mucho dolor. Mientras todo eso sucedía, había un gran mono que trepaba por los árboles. Venía saltando de un árbol a otro, persiguiendo a Bernardo y viendo todo lo que ocurría. De pronto, el gran y sabio mono que se llamaba Justino, dio un gran salto y se paró enfrente a Bernardo. Y le dijo:
– Ya ves gran elefante, siempre has lastimado a los demás y, como si eso fuera poco, te burlabas de ellos. Por eso, ahora nadie te quiere ayudar. Pero yo, que todo lo he visto, estoy dispuesto a ayudarte si aprendes y cumples dos grandes reglas de la vida.
Y le contestó Bernardo, llorando:
– Sí, haré todo lo que me digas sabio mono, pero por favor, ayúdame a quitar los espinos.
Y le dijo el mono:
– Bien, las reglas son estas: la primera es que no lastimarás a los demás, y la segunda es que ayudarás a los demás y los demás te ayudarán cuando lo necesites.
Dichas las reglas, el mono se puso a quitar las espinas y a curar las heridas a Bernardo. Y a partir de este día, el elefante Bernardo cumplió, a rajatabla, las reglas que había aprendido.
Fuente: guiainfantil.com