Puede que los adolescentes y los preadolescentes no te lo digan, pero hay muchas cosas que quieren que sepas sobre sus vidas. Sí, a veces los adolescentes tienen actitudes hurañas. Sin embargo, siguen necesitando tu ayuda como aliados, guías y asesores. Estos son algunos de los planteamientos que obtuve de mis pacientes adolescentes y preadolescentes, junto con consejos para los padres.
Me siento solo de forma habitual
Puede que tus hijos parezcan estar muy ocupados con sus amigos en persona y en línea; sin embargo, por lo que escucho directamente, hay una epidemia de soledad entre los preadolescentes y los adolescentes. Algunos de ellos salen solos para evadir el radar de sus padres.
Algunos afirman estar chateando o enviando mensajes de texto con amigos cuando en realidad están viendo Netflix o escuchando música a solas.
Nuestros adolescentes y preadolescentes necesitan que estemos pendientes de ellos a menudo. Asegúrate de que se relacionan con sus compañeros a través de grupos, clubes o deportes. Me han dicho que depender de las reuniones ocasionales y de las conexiones en línea no satisface sus necesidades sociales.
CONSEJO RÁPIDO: Siéntate con tu hijo y mira su programa o video con él, toma un audífono y escucha su música, o juega su videojuego. Habla con ellos sobre sus intereses. A continuación, piensen en cómo podrían seguir esos intereses con sus compañeros.
Si tu hijo sigue teniendo problemas para establecer conexiones significativas, lee el libro “The Friendship Formula” del psicólogo Kyler Shumway, preferiblemente juntos.
No sabes lo que me pasa por la cabeza
Con demasiada frecuencia, los adolescentes y los preadolescentes no son especialmente comunicativos, por lo que los padres tienen que adivinar lo que piensan sus hijos. Y las suposiciones a menudo son erróneas. La vida interior de nuestros hijos es compleja. Los adolescentes navegan por muchas identidades a la vez: su identidad en casa, en el colegio, con los amigos, con los profesores, en Internet y consigo mismos. La vida interior de los menores es complicada y, como se comparan con los demás, con frecuencia también están tristes.
Nuestros hijos también tienen problemas emocionales. Son más los que sufren depresión y ansiedad que nunca, y se juzgan a sí mismos bajo la luz negativa con la que suponen que los demás los juzgan. El hecho de ver imágenes alteradas de sus compañeros disfrutando en Internet agrava sus inseguridades. La combinación de estos factores hace que nuestros hijos se sientan abrumados.
En lugar de ser despectivo, conviene saber que la gestión de este “tráfico de identidades” puede ser emocionalmente agotadora. Creo que los padres aprenden mucho con solo prestar atención y escuchar a sus hijos. Se enteran del acoso escolar, de los problemas sociales, de que se sienten excluidos o rechazados, e incluso del uso y abuso de drogas. Entonces, con las líneas de comunicación abiertas, los padres pueden empezar a resolver problemas con sus hijos.
Los padres deben dejar de lado sus propios miedos, juicios y egos en estas conversaciones, para que sus hijos se sientan libres de compartir con ellos abiertamente. También es crucial encontrar una luz positiva a través de la cual verlos, y reflejar en ellos la inteligencia, la fuerza, el humor, la belleza, la irreverencia u otras cualidades que admiras.
CONSEJO RÁPIDO: Mira “Eighth Grade” en Amazon Prime para tener una idea real de lo que está en la mente de los niños de hoy. Mejor aún, ve la película con tu hijo adolescente o preadolescente, y haz una pausa para hablar de las escenas relevantes.
Realmente me importa la escuela
Es posible que tus hijos parezcan sentirse ambivalentes con respecto a la escuela y que eviten hablar del próximo curso. Puede que no quieran apuntarse a las actividades extraescolares.
Muchos también están nerviosos por las incógnitas de este próximo año escolar, que llega en medio de un posible resurgimiento del covid-19 y de renovados mandatos de uso de mascarillas. La combinación de estos factores puede parecer pereza, y un presagio de las batallas que se avecinan por las notas y los deberes.
Todos mis pacientes jóvenes tienen claro que se preocupan mucho por la escuela. Algunos están demasiado comprometidos y se decepcionan cuando sus notas no son perfectas. Otros parecen desistir por completo, no haciendo las tareas y no estudiando para los exámenes. Los niños de este grupo suelen temer no ser capaces de obtener tan buenos resultados como sus compañeros. Todos quieren hacerlo bien, pero no pueden compaginar todos los requisitos para el éxito académico.
Los padres podemos empezar a ayudar antes de que suene el primer timbre. En primer lugar, haz saber a tus hijos que tienes fe en que pueden tener éxito. Para tus hijos de tipo A , anímalos a que se relajen un poco, y puede que descubran que la disminución del estrés puede mejorar sus calificaciones. En el caso de los chicos que optan por no participar, un sincero voto de confianza de tu parte les ayudará mucho.
Luego, haz que se sienten, brevemente, a organizar sus días de clase. ¿Cuánto tiempo dedicarán a las tareas? ¿Para practicar? ¿Para dormir? Los menores suelen tener más energía para comprometerse con estos hábitos a principios del año escolar, así que empieza a hablar de ello ahora.
Por último, dales una nota de esperanza. Estos dos últimos años han sido, como mínimo, extraños. El comienzo de este año escolar les ofrecerá una pizarra en blanco y un comienzo limpio para seguir adelante.
CONSEJO RÁPIDO: Lee uno de los siguientes libros, según el lugar que ocupe tu alumno en la escala de motivación:
Si tu hijo parece desmotivado, prueba “The Myth of Laziness“, del difunto pediatra Dr. Mel Levine.
Si tienes un hijo ansioso, tipo A, prueba “Helping Your Anxious Teen: Positive Parenting Strategies to Help Your Teen Beat Anxiety, Stress, and Worry” de la psicóloga Sheila Achar Josephs.
No siempre soy bueno contigo, pero te necesito
El mundo en el que viven nuestros hijos puede ser bastante duro. Sus inseguridades sobre el presente y sus temores sobre el futuro pueden ser abrumadores. Y los padres me dicen que, frecuentemente, los niños llevan ese malestar a casa a través de una mala actitud hacia la familia. Intenta no tomártelo como algo personal, sino como una indicación del estrés que sufren. Los niños suelen atacar a sus padres con sus emociones negativas porque saben que pueden confiar en que sus padres los quieren incondicionalmente y no van a ir a ninguna parte.
En cambio, hay que reconocer que la mayoría de los adolescentes y preadolescentes necesitan un tiempo para reponerse y ser atendidos, muchas veces justo antes de acostarse. Como contrapeso a su intensa jornada, ofrece a tus hijos la dulzura de un abrazo o un apapacho. Esto los reanimará para los días posteriores.
CONSEJO RÁPIDO: Escucha este episodio del podcast “Zen Parenting Radio” para conocer el estado de ánimo de tu hijo.
Fuente: cnnespanol.cnn.com