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Engombe y su interesante historia

 
En el siglo XVI se fundó, en la comunidad de Engombe, lo que es una de las más importantes reliquias de América. De lo que una vez llegó a ser un poderoso ingenio, sólo quedan los recuerdos en las denominadas “Ruinas de Engombe” plasmadas en sus cuatro edificaciones: la Casona o Palacio, la Iglesia, el Galpón o Almacén y el Trapiche. Engombe es una localidad situada en el municipio de Santo Domingo Oeste, a 500 metros del peaje de la autopista 6 de Noviembre que conduce desde Santo Domingo hacia la provincia San Cristóbal y limitada por las caudalosas aguas del río Haina.
 
A pesar de su importancia, pocos conocen de su existencia. Es un espacio llamativo, no sólo por sus riquezas históricas, sino también por el área que lo rodea que es ideal para la recreación y hacer recorridos turísticos-ecológicos, gracias al encanto de los recursos naturales que posee.
 
La comunidad de Engombe está dentro de las zonas que forman parte del cinturón verde de Santo Domingo, creado a comienzos de la década de los 90 y abarca una superficie superior a los 150 kilómetros cuadrados.
Dada su relevancia, el 20 de marzo del 2002, esta parte que discurre sobre el Río Haina, entre el puerto del mismo nombre y la planta de tratamiento de agua potable de Manoguayabo, fue declarada Parque Mirador del Oeste, por el entonces presidente Hipólito Mejía, y las Ruinas de Engombe son uno de sus mayores atractivos.
 
Las Ruinas de Engombe fueron declaradas “área protegida” por el decreto 183-93, del 24 de junio de 1993, por el ex presidente Joaquín Balaguer, de ahí que esos terrenos quedaron bajo el control del Estado dominicano. Dicha ordenanza, que creó el área protegida, contempla que se habilite un centro de visitantes, así como facilidades recreativas infantiles, senderos ecológicos y/o cualquier otra infraestructura que permita el esparcimiento y educación de visitantes, garantizando la seguridad y el control de los recursos naturales.
 
En la actualidad, el área es utilizada para hacer ejercicios, correr, montar bicicleta, compartir con amigos y familiares, celebrar bodas, cumpleaños y realizar secciones de fotos.
 
Edificaciones que se pueden apreciar en el parque El Palacio de Engombe: construido en piedra de sillería y argamasa, es una edificación de dos niveles que guarda notable parecido con el Alcázar de Diego Colón. Era la residencia principal de los señores del ingenio en la época colonial.
 
A pesar de que ya no cuenta con escaleras, aun muestra el modo de vida característico de los monarcas de la época.
El trapiche o ingenio: es donde se molía la caña para elaborar azúcar.
La Iglesia: es el pequeño templo que formaba parte de estas estructuras arquitectónicas, se denominaba en un principio “Iglesia Santa Ana”, y era el lugar donde se cristianizaba a los negros africanos. El campanario de la capilla presenta una de las mayores fortalezas de la edificación.
El galpón: según cuentan lugareños, era donde se almacenaba el azúcar y como no ha sido reestructurado, en el lugar simplemente se pueden visualizar piedras deformadas.
 
Un patrimonio nacional con recursos naturales recreativos
El Ingenio de Santa Ana era uno de los más poderosos de la época colonial, que posteriormente pasó a llamarse Engombe, nombre que fue tomado de una tribu Bantú del Congo, “Ngombe”. Fue fundado por Pedro Vásquez de Mella y Esteban Justinián, mercader genovés, en la ribera del río Haina.
 
La casa de Engombe poseía un pórtico de dos arcadas, preciosas galerías y balcones semejantes al Palacio de Colón.
Las Ruinas de Engombe forman parte de las riquezas arquitectónicas de la República Dominicana y son consideradas Monumento Nacional y Patrimonio de la Humanidad por las Naciones Unidas.
Aquí, entre la localidad de Manoguayabo y el río Haina, existe un tesoro escondido lleno de historia, con un área espectacular para la recreación.
 
En este lugar se puede disfrutar de la fresca brisa bajo la sombra de los árboles y las aguas del río Haina. Aunque durante la semana el flujo de personas es lento, los fines de semana aumenta considerablemente y asisten aproximadamente unas 200 personas. La realización de actividades no tiene costo y el lugar es apto para múltiples eventos.
 
Una gran área verde rodea las Ruinas de Engombe, poblada de frondosos árboles que impregnan su frescor y belleza al ambiente. Los fines de semana y días feriados el lugar se llena de visitantes, que acuden a disfrutar del verdor y el ambiente sano de la naturaleza, cobijado por el silencio de la historia.
Texto: Evelin Germán, para El Caribe

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