El mundo entero ha sido sorprendido con la llegada del COVID-19. Esta situación inesperada ha dejado al descubierto, una vez más, nuestras debilidades institucionales y la falta de planes de acción para casos de emergencia, como estos.
A pesar de que nuestro país es muy vulnerable a los efectos de terremotos, huracanes, problemas sanitarios, etc., la realidad es que “somos poco previsores y organizados”.
La amenaza y el rápido avance del coronavirus no solo es un desafío que pone a prueba a la salud pública, lo es también para toda la vida nacional y de ello no escapan las escuelas y sus gestores, teniendo en cuenta de que los espacios escolares son focos de contagio de alta peligrosidad.
En un abrir y cerrar de ojos, tenemos las escuelas cerradas, los alumnos en casa, los docentes buscando alternativas para ofrecer contenidos y no detener los procesos de enseñanza y aprendizaje, y a los padres angustiados por no saber cómo encauzar estas acciones con sus hijos e hijas.
La inequidad que caracteriza nuestra sociedad, baila entre aquellas instituciones educativas y familias que pueden contar con plataformas, dispositivos y servicios digitales para hacer llegar las clases virtuales a sus alumnos, en contraste con una mayoría de la población que no tiene posibilidades de acceder a ellas y a los que les preocupa primero, como es de esperarse, cómo conseguirán alimentar a su familia en medio de esta cuarentena.
Además de superar la brecha digital que existe entre nuestros estudiantes, ¿cuáles son algunos de los desafíos que deja “el coronavirus” a la escuela dominicana?
Capacidad para la enseñanza a distancia: A pesar de que muy pocos centros educativos cuentan con las plataformas adecuadas, el producto que están recibiendo los estudiantes evidencian planificaciones improvisadas, mal estructuradas y confusas. Con propuestas y estrategias poco atractivas y muy dirigidas. Además de la baja capacidad de los docentes y directivos en el uso de la tecnología educativa.
Aquellos que no tienen esos recursos tecnológicos, por la prisa, la falta de equipos de reproducción, de materiales de apoyo, entre otros, tampoco han podido diseñar opciones adecuadas que permitan un aprendizaje pertinente e interesante.
Es importante puntualizar, que no contamos con bibliotecas públicas o privadas, con opción a accesos virtuales. Lo mismo ocurre con las instituciones culturales como lo son los museos, galerías, entre otros.
Lo más sorprendente es que un país pobre como el nuestro, que enfrenta problemas de accesibilidad a la escuela, por la falta de planteles escolares suficientes, especialmente en lugares remotos, no haya hace tiempo implementado la bien llamada “televisión educativa”, que es en muchos países, una opción exitosa. A raíz de este “período de excepción” se reportan acciones en ese sentido, pero todavía con limitaciones para su acceso y muchas oportunidades de mejora. Todos los canales de comunicación del país (TV, radio y prensa escrita) pudiesen ser de mucha utilidad si son puestos de manera coordinada al servicio de la educación.
Planes y protocolos de contingencia: ¿Tenemos en nuestras escuelas la capacidad para identificar y manejar situaciones de emergencia? ¿Existen canales de comunicación y apoyo fluidos y claros con otras instituciones para hacer frente a estos casos?
Apoyo y empoderamiento a las familias: ¿Están los padres preparados para tener los niños en casa? Sabemos que el estado de cuarentena ha provocado mucho estrés al interior de las familias. De un día para otro, los padres se sienten responsables de que sus hijos “puedan cumplir y salvar el año escolar”, la casa se ha convertido en escuela y ellos en maestros. En muchos casos, el ambiente del hogar está tenso y las relaciones se han visto afectadas por la presión académica, el encierro y la impotencia. Sin dejar de mencionar el factor “miedo” que definitivamente está presente en una población que se sabe en riesgo.
La crisis provocada por el coronavirus también ha mostrado acciones creativas y bien intencionadas. Ha enarbolado un espíritu solidario y altruista entre maestros, alumnos y familias. Pero no menos cierto es que, al mismo tiempo los canales de comunicación se han sobresaturado de información cambiante y difusa, agudizando la angustia y la desinformación.
Cuando el coronavirus haya pasado y podamos volver a encontrarnos cara a cara. Además de celebrar victoriosos la vida, debemos abocarnos a la implementación de las necesarias acciones transformadoras a nuestro sistema educativo y emerger de esta crisis con la corona del desarrollo, igualdad de oportunidades y una educación de mayor calidad para todos y todas.
Emelinda Padilla Faneytt M.Ed.
La autora es especialista en Educación, directora de la Red Explora para el Desarrollo Educativo (Red-E).
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