Padre Francisco Xavier Billini (1837 – 1890) Creador de obras de Bien Social
Educador, político, humanista y sacerdote. Al principio simpatiza con la Anexión a España para luego convertirse en un fiel seguidor de la Restauración. Restaurada la independencia e inspirado por Gregorio Luperón propugna por la paz entre España y la República Dominicana y se entrega de lleno a la educación y a obras de beneficencia.
Director fundador del colegio San Luis Gonzaga, de los periódicos Amigo de los niños y la Crónica, Vicario de la Arquidiócesis de Santo Domingo y precursor de la Biblioteca Popular dedicada a lectores de escasos recursos y de una imprenta.
Funda varias instituciones de servicio al desvalido como primer asilo para enfermos mentales; un orfanato para niños abandonados; la Escuela de Artes y Oficios y el hospital Padre Billini.
Difiere con los enunciados de Hostos aunque al final reconoce el valor de la escuela hostosiana. Restaura los templos San Andrés y Regina Angelorum y es testigo del hallazgo, en la Catedral, de los restos de Cristóbal Colón.
Fundó y dirigió el colegio San Luis Gonzaga en 1867, que tuvo el primer gimnasio del país. Su concepción educativa lo llevó a diferir de la de Hostos por la escasa información de que disponía. Posteriormente, reconoció las bondades de la escuela hostosiana.
Su labor social no tuvo límites; en ocasiones, algunas de las instituciones que fundó: el primer asilo para enfermos mentales; un orfanato para niños abandonados por sus progenitores; la Escuela de Artes y Oficios; el hospital que lleva su nombre; una biblioteca pública; y una imprenta. También reconstruyó los templos de Regina Angelorum y el de San Andrés.
Su autoridad moral la hizo valer en dos ocasiones para salvar la vida a dos perseguidos del Gobierno. El primero en recibir los beneficios de tan inconmensurable gestión fue el general Cesáreo Guillermo y el segundo el general Braulio Álvarez.
Dejó una abundante producción periodística. A la hora de su muerte pide: Atenme, las manos y los pies…acuéstenme para reposar así, con toda humildad.