En las últimas décadas la educación ha cambiado mucho. La introducción de nuevos métodos de enseñanza ha implicado dejar atrás antiguas estrategias. Y los resultados de todos estos cambios no siempre han sido positivos, o al menos no han brindado los frutos esperados. Tal es el caso del dictado, un método que en Francia incluso traspasó las fronteras escolásticas para irrumpir en algunos programas televisivos de gran audiencia en los que se evaluaba el conocimiento ortográfico de los participantes.
Sin embargo, poco a poco el dictado se fue dejando de lado, quedó relegado a un segundo plano, sobre todo debido a algunas teorías que afirmaban que era un freno a la creatividad y la libre expresión de los estudiantes. Así, en muchas escuelas el dictado y la lectura en voz alta se consideraron tareas tediosas que no estimulaban el aprendizaje de la lengua.
¿Qué ha pasado ahora?
Hace poco, a raíz de los resultados catastróficos que han obtenido muchos estudiantes franceses en las pruebas de idioma, las autoridades educativas del país han decidido dar un paso atrás, en el intento de asumir cierta distancia para comprender qué han hecho mal. Quieren ponerle coto a la pérdida de calidad de la educación y recuperar el “antiguo esplendor” de esta institución pública, que una vez se consideró entre las más eficientes del mundo.
Por eso, no sorprende el hecho de que hace poco la ministra socialista de Educación, Najat Vallaud-Belkacem, se haya olvidado de los cambios de tintes modernistas que estaba proponiendo para recurrir a antiguas recetas, como incluir en las clases un dictado diario, una norma que deben seguir todos los colegios.
Y no es para menos porque las cifras indican que el conocimiento de las reglas gramaticales del francés se ha derrumbado en las últimas décadas. Se estima que en 2010, el 51% de los estudiantes franceses dominaban la ortografía y la gramática, cinco años después solo el 45% tenía este conocimiento.
Por supuesto, esta medida también cuenta con múltiples detractores, que afirman que un dictado no es más que una prueba de evaluación. Sin embargo, otros maestros están de acuerdo con la medida y piensan que se trata simplemente de volver a los orígenes, para fortalecer las bases de los estudiantes desde la escuela primaria.
¿Para qué sirve el dictado?
Cuando se realiza el dictado, primero se produce un proceso de comprensión y retención de la estructura semántica. Los estudiantes no solo deben identificar las palabras sino también entender el texto ya que solo así podrán escribirlo. Por tanto, el dictado no solo sirve para mejorar la ortografía y conocer las reglas gramaticales.
De hecho, también es útil para que los estudiantes aprendan nuevas palabras y sigan mejor el hilo de la lectura. Además, sirve como entrenamiento para que aprendan a escribir más rápido y en el futuro puedan tomar apuntes. De hecho, existen diferentes tipos de dictado, el dictado de secretaria, por ejemplo, implica que los estudiantes escriban lo que recuerdan y que después trabajen en grupo para construir el texto usando todos los apuntes.
Por otra parte, existen los dictados creativos, en los que el maestro solo brinda los adjetivos, sustantivos, verbos y adverbios del texto para que los estudiantes añadan artículos, preposiciones, pronombres y conjunciones. En otros casos el dictado parte de una idea, y cada estudiante crea una oración, que dictará al grupo, para componer una historia entre todos.
Por supuesto, el dictado también es muy útil como herramienta de evaluación y autoevaluación. Los estudiantes pueden ver sus errores y saber en qué aspectos deben esforzarse más, mientras que el profesor puede verificar los progresos de la clase e identificar los problemas en los que debe hacer más hincapié.
Fuente: www.etapainfantil.com