Animar y motivar a los más pequeños de la casa en su vuelta a las aulas también es una competencia paternal, recuerdan los expertos
Entre la próxima semana y la siguiente, miles de escolares iniciarán un nuevo curso. Como los adultos, los niños también pueden sufrir síndrome posvacacional, que se manifiesta, entre otros síntomas, con cansancio, cambios de humor o, en casos más puntuales, problemas estomacales. «Uno de los mayores miedos de los niños, sobre todo a partir de los seis años, es el miedo escolar. Pero, en general, a casi todos los niños les cuesta el cambio entre las vacaciones y el mundo escolar, debido al contraste tan fuerte de las dos experiencias. Por ello, la ayuda en la transición de las dos etapas, es nuclear», afirma la psicóloga, neuropsicóloga y coach personal Sonia Sauret.
Para Sauret, es fundamental el comportamiento de los propios padres. «Cuando estos se estresan demasiado, los niños lo viven. Al pequeño le importa muchísimo el estado de ánimo de los padres. Cuanto más pequeño, más le importa». De hecho, matiza la psicóloga Mireia Cabero, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la dificultad de volver a la rutina escolar se muestra de forma muy distinta en los menores que cursan educación infantil y los que estudian ESO. «Los primeros pueden manifestarlo en forma de llantos o quejas, mientras que los segundos optan mayoritariamente por el silencio. Eso no quiere decir que el adolescente no tenga que hacer ningún esfuerzo», advierte.
En ambos casos, apunta la neuropsicóloga Sonia Sauret, lo que sucede es un «contagio emocional». «Cuando las personas sincronizan sus propias emociones con las expresadas por quienes las rodean, aunque sea de forma inconsciente. Lo bueno qes que también sucede con la felicidad y emociones como la alegría, el buen humor, la calma, la tranquilidad y la seguridad, que también se contagian. Así, el niño imitaría la conducta emocional de los padres, de forma incosciente y totalmente natural», explica.
Teniendo en cuenta esa realidad, Sauret recuerda que «animar y motivar a los niños también es una competencia paternal» y que para eso los progenitores deben comenzar por cuidar el lenguaje y transmitir ilusión. «Cuidar las expresiones verbales y no verbales, intentar sentir y expresar ilusión en esta etapa del año… Y por supuesto, evitar los típicos comentarios negativos sobre la vuelta al colegio y los profesores, las actividades relacionadas o, incluso, el mal comportamiento de tu hijo».
De hecho, la propuesta de esta neuropsicóloga y coach es hacer que la vuelta al cole sea un acontecimiento espectacular. «Si parte del significado que tienen las cosas para los niños proviene de lo que dicen los padres… Quienes realmente tienen el poder sobre el significado de las cosas, son los padres. Comprar el material, preparar la ropa adecuada, organizar las actividades, ordenar la habitación, pueden convertirse en actividades importantes, positivas y hechas con optimismo e ilusión», apunta. «Resaltar la alegría de estrenar material nuevo, hacerles partícipes de la vuelta al cole, comprando y organizando juntos, puede ser buena idea. Hasta organizar una pequeña fiesta de principio de curso con sus amigos de clase. ¿Por qué no? Puede ayudar a perder el miedo y la timidez, y facilitar la ilusión y la adaptación, que es lo que pretendemos», insiste. La clave, corrobora la psicóloga Mireia Cabero, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), «es poner el foco en todos los aspectos positivos que tiene el inicio de curso. como es el reencuentro con los amigos, profesores, nuevos retos… unos días antes de volver a clase».
La importancia de volver a las rutinas
Para la experta de la UOC, otro de los hábitos clave que influyen en el estado de ánimo y que debe irse recuperando estos días previos es el sueño. «El hábito de acostarse más temprano facilitará que el día que empiecen la escuela puedan levantarse sin necesidad del despertador», coinciden en señalar Cabero y el también psicopedagogo de la UOC Antoni Badia. Resulta importanet, incluso, «seguir una alimentación energética que facilite la rutina, eliminando productos con azúcares refinados propios del verano como puedan ser los helados, las bebidas azucaradas…». Por último, y en el caso de que la vuelta al cole les despierte un rechazo exagerado, «debería buscarse por qué: si es por alguna actividad, por algún compañero…», advierte Mireia Cabero.
Fuente: abc.es