El mayor estudio realizado hasta la fecha para averiguar el peso de los genes en la conducta sexual hacia personas del mismo sexo confirma que no existe un gen de la homosexualidad. Las variaciones genéticas halladas en una muestra de casi medio millón de participantes explican solo una pequeña parte de este comportamiento sexual, poniendo de manifiesto la complejidad de la sexualidad humana.
Aunque hubo investigaciones posteriores que refutaron estos resultados, el adolescente Fah Sathirapongsasuti buscó en internet respuestas sobre su sexualidad y dio con ese estudio. “Le eché la culpa a mi madre por haberme dado el cromosoma X”, bromea. El joven actualmente es experto en biología computacional en la compañía 23andMe,Inc. y es uno de los autores de una macroinvestigación internacional, publicada en la revista Science, que confirma, con una muestra de casi medio millón de personas, que no existe un gen de la homosexualidad.
La investigación internacional realizada sobre una muestra de casi 500.000 personas demuestra que no existe un gen de la homosexualidad
El estudio, el más amplio realizado hasta el momento en este campo y para el que han creado una web con la que difundir los resultados, concluye que las variaciones genéticas explican solo una pequeña parte del comportamiento sexual entre personas del mismo sexo, poniendo de relieve la complejidad de la sexualidad humana. Por tanto, no sería posible predecir o identificar la conducta sexual atendiendo solo a estas variaciones en los genes.
“Nuestro trabajo muestra que las herramientas utilizadas en las investigaciones que existen sobre este tema no tienen en cuenta la gran heterogeneidad y complejidad en el comportamiento sexual”, señala a Sinc Andrea Ganna, autor principal del estudio, responsable del grupo del Laboratorio de Biología Molecular Europea en el Instituto de Medicina Molecular en Finlandia y profesor en el Hospital General de Massachusetts y en la Escuela de Medicina de Harvard (EEUU).
Casi medio millón de datos
Los investigadores analizaron la información que 477.522 personas proporcionaron sobre su comportamiento sexual y la compararon con millones de marcadores de ADN de sus respectivos genomas, recogidos por el UK Biobank –biobanco del Reino Unido– y la compañía 23andMe,Inc.
Los científicos analizaron la información de 477.522 personas sobre su comportamiento sexual y la compararon con millones de marcadores de ADN
En el caso de los participantes de Reino Unido, la pregunta que se les hizo fue: “¿alguna vez ha tenido relaciones sexuales con alguien del mismo sexo?” En cuanto a los participantes de EE UU, completaron una encuesta que incluía preguntas sobre identidad sexual, atracción, experiencia sexual y fantasías. En total, 26.827 personas indicaron haber tenido relaciones sexuales con gente del mismo sexo (más de un 5 % de la muestra). Los autores replicaron los análisis con información de tres bases de datos más pequeñas.
Los científicos descubrieron miles de marcadores genéticos –fragmentos de ADN que varían de persona a persona– relacionados con este comportamiento, aunque solo cinco lo estaban más significativamente. Sin embargo, comprobaron que cada marcador tenía un efecto muy pequeño por sí solo, es decir, que cada uno contribuyó muy poco a la conducta sexual (menos del 1%, sumando los cinco marcadores).
“Es importante recordar que estas variantes genéticas por sí solas no definen el comportamiento sexual de alguien”, recalcan los autores. Como ocurre con otros rasgos humanos, como podría ser la altura, la conducta sexual se explica como una compleja suma de varios factores: cientos o miles de variantes genéticas (cada una con un efecto muy pequeño), el entorno y las experiencias vividas por una persona.
Como ocurre con otros rasgos como la altura, la conducta sexual se explica como una compleja suma de varios factores: variantes genéticas con un efecto muy pequeño, el entorno y las experiencias vividas por una persona.
“Podemos decir con seguridad que no hay ni un solo determinante genético, ni un solo gen para el comportamiento o la orientación sexual hacia el mismo sexo”, zanjan los científicos. Al analizar todos los marcadores genéticos comunes a lo largo de todo el genoma, encontraron que explicaban entre el 8% y el 25% de las diferencias individuales en la conducta sexual entre personas del mismo sexo.
5 marcadores genéticos
Sobre los cinco marcadores genéticos identificados, uno de ellos está relacionado con la calvicie, lo que, según los autores, sugiere que la regulación de las hormonas sexuales (que tienen que ver con la pérdida del cabello) podría estar involucrada con este tipo de comportamiento sexual. Otro de los marcadores está vinculado con el olfato, importante para la atracción pero cuyo papel en la conducta sexual aún se desconoce. Ninguna de estas variantes genéticas está relacionada con el cromosoma X, refutando de nuevo la controvertida investigación de 1993.
Los autores también encontraron similitudes y diferencias entre hombres y mujeres. El 40% de las influencias genéticas en la conducta sexual entre personas del mismo sexo fueron compartidas por hombres y mujeres, mientras que cerca del 60% fueron únicas para cada sexo.
Colaboración con la comunidad LGTBQ
Michael Bailey, investigador del departamento de Psicología de la Universidad Northwestern (EEUU) y experto en la materia, que no ha participado en el estudio, lo califica como “bastante importante”. “Es el primero en proporcionar una evidencia completamente convincente de que los genes influyen pero no determinan la orientación sexual”, indica a Sinc y resalta el gran tamaño de la muestra y su enfoque empírico.
Es el primer estudio que proporciona una evidencia completamente convincente de que los genes influyen pero no determinan la orientación sexual
Los científicos confían en que, a partir de ahora, se pongan en marcha estudios con muestras de población más grandes que permitan comprender mejor la interacción entre el entorno y los genes, para obtener más información sobre la complejidad de la genética de la conducta sexual.
“Esperamos que nuestros resultados ayuden a reformular la manera en que se mide el comportamiento sexual y que se haga en colaboración con la comunidad LGTBQ y los grupos de interés”, concluye Ganna.
Fuente: www.nationalgeographic.com.es