El aprendizaje cooperativo requiere un mayor esfuerzo para el logro, una mejora de las relaciones interpersonales y, también, de la salud psicológica. Este sistema es mucho más exigente que el individualista porque el alumno tiene que conectar al mismo tiempo con la tarea que debe realizar y con el grupo.
La interdependencia positiva
Los hermanos Johnson defienden que sentar a los chicos en círculo y decirles que son un grupo no significa que se esté creando un trabajo cooperativo. De hecho, se tienen que dar los cinco pilares de su metodología, en especial la interdependencia positiva. Esto significa que los participantes del grupo deben entender que el éxito individual no se dará si no triunfan todos (muy parecido a la filosofía ubuntu). Si alguien falla, todos pierden o, lo que es lo mismo, cada esfuerzo individual no será para beneficio propio, sino del grupo.
Este tipo de metodología (el aprendizaje cooperativo) se basa en que las personas se preocupan por el bienestar de los demás y, por tanto, también del propio. Esto es lo contrario de lo que alimenta nuestra sociedad, donde crece la cultura de ser el número uno aunque eso implique obstruir los esfuerzos de los otros.
Muchos profesionales de la educación se suman a esta idea, ya que los sistema de enseñanza de la mayoría de países dejan en un segundo plano la interacción entre los estudiantes. Sin embargo, esta interacción colaborativa es esencial y será la base de cómo aprenderán a trabajar en equipo, pero también de cuánta autoestima serán capaces de adquirir.
Atrás quedó una época en la que los estudiantes competían entre ellos para ver quién sacaba mejores notas y se sitúa por encima de los demás. Muchos profesionales de la enseñanza lo consideran un modelo caduco que hasta las empresas tecnológicas, como IBM, han desacreditado admitiendo oficialmente que solo contratan a profesionales que saben trabajar en grupo.
¿Qué opinas? ¿Mejor competir o colaborar?
Fuente: muhimu.com