La tolerancia es una competencia que es necesaria desarrollar en nuestros estudiantes y en nosotros mismos. El mundo sería un lugar mejor si todos fuésemos más tolerantes con el diferente, con el de otro país, con el de otra cultura, con el que habla otro idioma, con el que viste distinto o con el que tiene otras capacidades.
Y no nos engañemos, a todos nosotros nos queda mucho camino por andar. En numerosas ocasiones, nuestra tolerancia acaba donde termina nuestra educación, nuestro conocimiento, nuestra zona de confort, y ahí empieza el miedo que no nos deja aceptar lo que no entendemos o lo que nos parece diferente: como es distinto, es malo. Un miedo que se transforma en rechazo y, en muchas ocasiones, lamentablemente, en crítica o ataque, incluso a los colectivos más vulnerables.
La tolerancia implica respeto, empatía y solidaridad. Supone ser flexible, saber escuchar, saber observar y aceptar la diferencia como parte normal de nuestra vida: todos somos diferentes, y ahí está la riqueza en este mundo, en su diversidad”
En la Declaración de Principios sobre la Tolerancia, se destaca que, en un mundo globalizado como el actual, la tolerancia adquiere, si cabe, un papel más protagonista, siendo su principal medio de implementación, la educación. Además, se subraya la necesidad de que exista un marco legal que la avale, así como acciones locales y una toma de conciencia individual.
Desde el aula
El docente debe ser tolerante para promover la tolerancia. Padres, profesores y sociedad somos el espejo donde los niños se miran. Sus acciones y reacciones, sus prejuicios y miedos son, en muchas ocasiones, reflejo de lo que han visto o han vivido en los distintos contextos en lo que se mueven.
En el aula, nuestro ejemplo será clave, como se acaba de comentar. Añadido a ello, diferentes juegos, dinámicas y recursos servirán para favorecer el desarrollo de esa tolerancia entre nuestros estudiantes, pudiéndose trabajar desde cualquier asignatura y debiéndonos adaptar, obviamente, a la edad de los alumnos con los que tratemos. Estos son algunos ejemplos:
– Usar las paredes de modo constructivo, dando espacio a la diversidad con murales, pósters, mapas, imágenes o dibujos.
– Presentarles imágenes evocadoras para poder hablar sobre ellas y sobre lo que representan.
– Jugar con las denominadas imágenes de percepción, para hacerles conscientes de que siempre pueden existir diferentes puntos de vista, ninguno más válido que el otro.
– Hacerles reflexionar sobre el valor de la palabra: cómo la lengua, el lenguaje no verbal o el modo de expresarse pueden suponer un foco de conflicto o de falta de respeto.
– Ayudarles a comprender la compleja actualidad en la que se encuentran inmersos, pudiendo ver y analizar periódicos, telediarios o noticias de última hora.
– Plantear actividades a partir de cuentos relacionados con la tolerancia.
– Invitar a expertos o personas con historias y experiencias relacionadas con la diversidad de cualquier índole.
– Decidir entre todos las normas de convivencia para la clase o el centro.
– Debatir sobre cómo podríamos hacer un mundo más tolerante, esto es, charlar abiertamente sobre la tolerancia.
– Proponer un proyecto transversal sobre el tema de la tolerancia, abordándolo desde diferentes asignaturas y con distintos enfoques.
-Emplear materiales audiovisuales para fomentar la reflexión, desde películas o documentales hasta vídeos cortos para el debate:
Desde casa
Desde casa, la familia, además de ser un modelo a seguir, puede animar a los niños a:
– Escuchar a los demás con una mente abierta, intentando comprender su postura y ponerse en su lugar.
– Respetar las ideas diferentes, que no coincidan con las suyas.
– Entender que las opiniones son relativas y discutibles y que no se tiene la verdad absoluta.
– Ser capaces de expresar el punto de vista propio sin herir los sentimientos de los demás.
– No burlarse de las diferencias.
– Aprender a jugar en equipo, sabiendo perder y ganar con humildad y sin humillaciones.
– Ser consciente de que ser diferente no te hace mejor ni peor que el resto de personas, solo único y especial.
– Adaptarse al ritmo y a las capacidades del resto de compañeros, valorando positivamente sus competencias, habilidades y talentos individuales.
Del mismo modo, si tenemos la oportunidad de compartir con los pequeños lecturas, documentales o viajes, podremos hacerles entender mejor la riqueza natural y cultural de nuestro planeta.
En definitiva, la tolerancia es aceptar y abrazar la diferencia, apreciar la diversidad, no tener miedo, respetar a los que no son o no piensan como nosotros, considerándolos como iguales, saber escuchar, ayudar y empatizar. Si somos tolerantes, seremos más cultos, más inteligentes y más humanos, seremos esponjas dispuestas a absorber conocimientos, experiencias y sentimientos de otras personas, siempre abiertos a nuevos aprendizajes. Eso sí, debemos empezar por ser tolerantes con nosotros mismos, de ese modo estaremos preparados para serlo con los demás.
Todo a nuestro alrededor es aprendizaje, todo a nuestro alrededor es diversidad. Solo tenemos que abrir los ojos, con tolerancia, y el mundo será un lugar mejor para todos. Hagamos un poco de introspección y autocrítica constructiva, como docentes o padres, como personas, no exijamos a los demás lo que nosotros no somos capaces de hacer. Es el momento, seamos más tolerantes.
Fuente:Unir.net