José Silié Ruiz
Los hombres de ciencias son como el hombre común, evolucionan en sus juicios. No sin razón se ha dicho que la verdad de hoy puede ser la mentira de mañana, y esto se expresa muy claramente en los conceptos que sobre el pensamiento y el lenguaje hemos tenido a través de los siglos. En el siglo XIX, tuvo en Europa y principalmente en Austria gran incremento la escuela de los frenologistas, ellos en esa oportunidad creyeron haber descubierto mediante especulaciones craneológicas, las facultades del alma y su localización en el órgano rector, planteando gráficas de los sentimientos en el cerebro. De hecho, tengo en mi oficina un busto comprado en el Museo de Ciencias de Londres, con las divisiones representativas que esos antecesores plantearon de las ¨emociones corticales¨, que hoy reconocemos erradas.
Francisco José Gall (1758-1828) fue su mentor, representando por ejemplo, la inclinación humana al robo en la región lateral del cerebro y así otras 27 facultades, entre ellas la facultad del lenguaje articulado en los lóbulos frontales. Opinaron en ese momento que aquellas personas que dominaban el don del buen hablar tenían los ojos saltones y bolsas palpebrales bajo sus ojos. Al verme en el espejo con algunas de estas ¨coincidencias¨ luego de iniciar este conversatorio reflexioné sobre mi capacidad de hablar.
Fue el prominente Pierre Paul Broca (1824-1880) brillante neurólogo y antropólogo francés a quien le correspondió en la histórica tarde del 18 de Abril de 1861, en los estrados de la Sociedad Antropológica de Paris, presentar el cerebro de Monsieur Leborgne, afásico (perdió el habla) que había fallecido días antes. El lenguaje articulado, concluyó, se sitúa en el pie de la tercera circunvolución frontal izquierda, hace casi siglo y medio de su descripción de lo que podía articular el ¨Señor Tan¨, que era lo que podía decir el paciente, sólo alcanzaba a comprender preguntas sencillas, las que respondía con sus ¨tan¨. En su honor, se nombra área de Broca, la relacionada con la elaboración y comprensión del lenguaje.
Esta función del lenguaje tiene una contraparte, los pacientes que hablan, pese a no entender el lenguaje verbal, en esta entidad el daño está situado en el área de Wernike, descrita por otro neurólogo de Breslau de nombre Carl. Debemos señalar que en casi todos los que somos derechos o diestros y más o menos en dos tercios de los zurdos, sólo interviene el hemisferio cerebral izquierdo en la producción de esa compleja función humana que es el lenguaje, esto era lo aceptado hasta hoy.
Con los modernos métodos neuroradiológicos (TAC, SPETC, RMN), de los que no disponían mis antecesores neurólogos, se ha planteado un nuevo modelo en la percepción del lenguaje. Al oír una expresión, nuestro sistema de reconocimiento del habla intenta en primer lugar registrar las unidades fónicas individuales: ejecuta un análisis acústico-fonético, Después, filtra las informaciones posteriores. Se pudiera resumir que oímos con la corteza auditiva, lóbulo temporal, luego se analiza la composición fonética del texto oído. La sintaxis (combinación de las palabras) y la semántica (significados) se analizan en el hemisferio izquierdo, y que el procesamiento prosódico (patrones de acentuación) tiene lugar fundamentalmente en el hemisferio derecho, es la novedosa teoría planteada.
Pero hasta en el lenguaje hay diferencias, las mujeres escuchan más de prisa que nosotros, ellas reaccionan mucho antes que los varones ante las informaciones emocionales de la prosodia: a los 200 milisegundos, frente a cerca de los 750 de los varones. Probablemente se deba a que nosotros procesamos primeramente por separado, el significado de la palabra y la melodía de la frase, para establecer luego la relación entre ambas. Parece que para las damas, tiene mayor importancia la entonación que el significado. Quisiéramos tener la capacidad de Irene Pérez Guerra, Federico Gratereaux, o Diógenes Céspedes, sobre el lenguaje, aun así seguiremos ¨conversando¨ el próximo domingo, cómo el cerebro elabora las ideas y las convierte en ¨pensamiento¨.