Cada año se celebra el 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente. Refrendado por la ONU, la jornada en 2018 se dedica a la necesidad de poner fin al uso de plásticos
La guerra contra el plástico no ha hecho más que empezar. Después de que la Comisión Europea lanzara en 2015 su normativa para reducir el uso de las bolsas de plástico ligeras, el organismo anunció nuevas medidas para continuar menguando el uso de este material difícilmente degradable con la intención de frenar sus efectos en el medio ambiente.
Bolsas de plástico, pajitas y platos reutilizables, cubiertos para el picnic y bastoncillos para los oídos: todo este plástico tiene los días contados. El vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmermans, aseguró hace solo una semana que son necesarias medidas contundentes para frenar el consumo de plásticos, que no solo contaminan sino que también penetran en nuestros cuerpos en forma de microplásticos. Y precisamente esta necesidad es la que se presenta en 2018 como lema del Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra cada año el 5 de junio.
¿Por qué en esta fecha? Porque era una fecha para celebrar: el 5 de junio de 1972 se celebró en la capital de Suecia la primera gran conferencia sobre cuestiones relativas al medio ambiente, auspiciada bajo el paraguas de las Naciones Unidas y conocida como la Conferencia sobre el Medio Humano, cuyo objetivo era forjar una visión común sobre los aspectos básicos de la protección y la mejora del medio humano.
La Asamblea General de la ONU aprobó ese mismo año, en el mes de diciembre, que se dedicara esa jornada a la promoción de actividades que reafirmen la preocupación global por la protección del medio ambiente. Este año el lema del día es ‘Sin contaminación por plástico’, muy apropiado si se tiene en cuenta que el 1 de julio será el último día que los comercios podrán dar bolsas de plástico gratis en España. También si se recuerdan las muchas fotos que se han publicado en los últimos años de multitud de animales enganchados a bolsas o jugando con artículos de plástico. Los datos recogidos por la ONU no son nada alentadores:
→ Cada año se vierten a los océanos 13 millones de toneladas de plásticos, lo que amenaza a la vida marina y humana y destruye los ecosistemas naturales.
→ En total, cada año se utilizan cinco billones de bolsas de plástico.
→ Cada minuto se compran en todo el mundo un millón de botellas de plástico.
Además, más de 100.000 animales marinos mueren al año a causa del plástico, que necesita hasta un siglo para degradarse en el medio ambiente. El objetivo del Día Mundial del Medio Ambiente de 2018 es el de inspirar soluciones que lleven a un cambio sostenible en las actividades iniciales de la cadena de suministro.
Bolsas de rafia y botellas de cristal
Entre muchas otras iniciativas que se pueden llevar a cabo para conseguir este objetivo, ONU Medio Ambiente propone un cambio de hábitos en el día a día que pueden ayudar a reducir “la pesada carga de la contaminación de los plásticos en la naturaleza, en la vida silvestre y sobre la propia salud”. Desde el organismo sostienen que el ser humano depende “demasiado” del plástico de un solo uso o desechable, y que esto tiene “graves consecuencias medioambientales”. ¿Cómo se puede hacer?
Rechazando todo lo que no se puede volver a utilizar: los vasos y botellas de plástico, que se pueden cambiar por botellas de cristal o tazas; los envases de un solo uso —como los yogures— o las bolsas no reutilizables. Ante la inminencia de la prohibición del uso de bolsas de plástico en los comercios, algunas superficies como Lidl han propuesto como alternativas las grandes bolsas de rafia —una fibra sintética de usos múltiples— o las bolsas de papel.