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Qué hay detrás de los niños que se hacen los graciosos dentro del grupo

Que los niños sean los graciosos del grupo no es malo, ni mucho menos. Hay niños con mucho sentido del humor, muy risueños, que les gusta hacer bromas y divertir a los demás.

El problema viene cuando el niño a través de esos comportamientos busca llamar la atención o tener el protagonismo. Son los niños que quieren hacer reír a los demás a toda costa, y no les importa, incluso, dejarse en ridículo ellos mismos. Esto es lo que hay detrás de los niños que se hacen los graciosos dentro del grupo.

Perfil de los niños que se hacen los graciosos dentro del grupo

Es difícil establecer la línea que separa un comportamiento natural y que forma parte de la personalidad del niño, y uno que no lo es tanto. Puede que esa línea la marquen las situaciones en las que se producen esos comportamientos, y la manera en que se producen.

Cuando son disruptivos, cuando no son adecuados a la situación en que se producen, (en medio de una clase por ejemplo), entonces podemos decir que el niño busca algo más que simplemente divertir o expresar su forma de ser.

Puede que estos comportamientos escondan algo más, como por ejemplo la necesidad ser aceptados en el grupo o bien desviar la atención de algún problema o dificultad. No hay un perfil concreto de niños que buscan ser los graciosos del grupo, ni unos criterios establecidos, pero por lo general pueden ser:

Niños que buscan la aceptación de los demás, (por complejos, baja autoestima, pobres habilidades sociales) que no saben cómo hacer para que les “quieran ” otros niños, y para ello, pueden comportarse de forma histriónica, gastando bromas siempre, haciéndose el payaso porque ven que eso gusta a los otros niños.

– Niños con algún problema escolar o de aprendizaje, (niños a los que les cuesta aprender por ejemplo) y buscan en esas llamadas de atención ocultar esas dificultades. Hay que tener en cuenta que en estos niños, estos comportamientos ocultan algo más emocional, y debemos tenerlo en cuenta. Si no pueden llamar la atención por los logros académicos, la llamaré por ser divertido, y de paso oculto que hay tareas que me cuestan más.

– Niños que están pasando por cambios en su vida, y esta forma de actuar es una manera de llamar la atención o de liberar tensiones.
O simplemente, son niños que necesitan llamar la atención porque están acostumbrados a serlo siempre.

En general, sea cual sea el motivo que está detrás de estos comportamientos,  el objetivo final  es llamar la atención y una necesidad de ser tenidos en cuenta. Dependiendo del niño habrá que profundizar en esos motivos subyacentes, atenderlos y trabajar en una doble vía,  la causa de  estos comportamientos, y por otro lado, marcar unos límites a esas conductas.

En primer lugar es importante identificar cuando se producen esas conductas, (en clase, con otros niños, delante de otros adultos), y así podremos saber si es por inseguridad, necesidad de ser aceptados, ocultar un problema o ser el centro de atención.

Cómo gestionar este comportamiento en el niño

Hay que saber poner límites a esas conductas, y es importante cómo hacerlo.

– Hay que dejarles claro, que ser gracioso y divertido no es algo malo ni negativo, y que nos gusta que sean así, pero tienen que saber cuándo es el momento para serlo. No se trata de afear la conducta sino de enseñarles cuando es el momento.

– Hay que buscar el término medio entre ignorarle todo el rato y hacerle caso continuamente. Habrá que ignorar en su justa medida cuando el comportamiento no sea adecuado, es decir, puedo hacerle caso pero para decirle que no es el momento de gastar una broma, o decirle que no me hace gracias, es decir,  no regañarles sino corregirles.

– Es importante reforzar las sus cualidades positivas y hacérselas ver al niño. Muchas veces detrás de estos comportamientos hay una falta de autoestima o seguridad en sí mismo.

– Si las bromas en ocasiones rozan la falta de respeto a otras personas, hay que corregir ese comportamiento, haciendo ver al niño cómo se puede sentir la otra persona, ayudándole a que se ponga en el lugar del otro.

Por lo tanto, que el niño sea gracioso, divertido y haga reír a los demás, no es malo ni hay que impedirles serlo, pero en aquellas ocasiones en las que esos comportamientos estén fuera de lugar, será importante, por un lado, pensar en qué puede haber detrás, y por otro lado, poner límites a esas conductas.

Fuente: guiainfantil.com

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