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Duarte: un hombre sencillo y revolucionario

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Carolina Jiménez
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Santo Domingo

Cada 26 de enero conmemoramos el natalicio de uno de los tres padres de la patria; Juan Pablo Duarte y Diez. Un hombre sencillo, revolucionario y activista.

Duarte (1813-1876),  nació en la ciudad de Santo Domingo, durante el período conocido como el de la “España Boba”. Fueron sus padres Juan José Duarte, oriundo de Vejer de la Frontera en la provincia española de Cádiz, y Manuela Diez Jiménez, oriunda de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre dominicana.

Durante su niñez, se destacó por su gran deseo de superación y amor por los estudios. En esta etapa recibió clases sobre teneduría de libros, filosofía y Derecho Romano.

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A la edad de quince años, Duarte fue enviado a estudiar a Nueva York, desde allí pasó a Francia y posteriormente a Barcelona, España.

Después de haber viajado gran parte de Europa por cuestiones académicas entre 1828 y 1831, y de haber entrado en contacto con la Revolución de julio, Duarte regresó a Santo Domingo decidido a iniciar un movimiento revolucionario.

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En 1838 fundó y lideró el movimiento secreto llamado “La Trinitaria”, donde exponía sus ideales y pensamientos en pro de la libertad dominicana. Dentro de sus primeros miembros se encontraban: Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra de Castro, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo (más adelante se unirían Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, adquiriendo un rol protagónico junto a Duarte).

Los trinitarios realizaban su trabajo político a partir de una estructura celular clandestina. Los iniciados hacían el juramento de luchar por la independencia de la República Dominicana bajo el lema “Dios, Patria y Libertad”.

En 1843 al inicio de la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabezó el movimiento reformista en la ciudad de Santo Domingo.  Un papel decisivo que lo llevó al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia.

La situación lo obligó, más tarde, junto a otros compañeros a abandonar el país. “Pero al ausentarse del territorio nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cuál quedaron plasmados los principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un Estado soberano”.

Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores, que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones, usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.

A sus 63 años de edad, falleció en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876.

Una de sus frases más emblemáticas fue: “¡Vivir sin patria, es lo mismo que vivir sin honor!”.

En la República Dominicana, dentro de los lugares que llevan en honor su nombre, está el Pico Duarte, siendo la montaña más alta del Caribe. Su casa natal, donde vivió junto a su familia desde su llegada a Santo Domingo,  se convirtió en un museo.

Último exilio: Muerte

“El 7 de junio de 1864, Duarte fue enviado como cónsul al exterior con el objetivo de recolectar fondos para la causa restauradora. Esta misión terminó por convertirse en otra especie de exilio, aunque no se puede afirmar que esa fuera la intención del gobierno restaurador. A Duarte le fue ofrecida una pensión honorífica que fue incumplida y se quedó en Venezuela con su familia, subsistiendo de ingresos provenientes de una fábrica de velas. A pesar de que el presidente Ignacio María González le pidió que regresara, Duarte permaneció en Venezuela hasta su fallecimiento, el 15 de julio de 1876, en Caracas.

Sus restos fueron trasladados a suelo dominicano en 1884, irónicamente, por el gobierno de Ulises Heureaux, dictador de ascendencia haitiana, quien lo declaró Padre de la Patria junto a Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella. En 1944, los restos de los tres Héroes Nacionales fueron sepultados en el Altar de la Patria, donde se encuentran. Duarte sentó las bases para el advenimiento de una República que como estado democrático garantizara la igualdad de oportunidades y la libertad de sus ciudadanos”.

 

 

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