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La familia es lo primero: 7 formas de mediar en conflictos familiares

Como decían en la película El Padrino, “lo importante es la familia”; aunque seguro que también te sonará ese dicho de “hasta en las mejores familias…”. Es natural. Somos humanos y, tarde o temprano, surgen conflictos en todos los grupos, incluyendo la familia. Sin embargo, las tensiones emocionales que surgen en estas rencillas son especialmente delicadas y pueden llevar al alejamiento de diferentes miembros e, incluso, a la ruptura de relaciones de forma permanente.

Para resolver diferentes conflictos que surjan en la familia, sean cuales sean los implicados, hace falta mucha paciencia y un buen control de las emociones —tanto propias como ajenas—. Los consejos que vamos a darte aquí y ahora no son tanto como para que resuelvas cualquier conflicto, sino más bien para que medies y dejes que dentro de la medida de lo posible sean los implicados los que limen asperezas.

7 consejos para mediar en conflictos familiares

1. Elige un lugar neutral

Organiza una reunión familiar en una estancia de la casa que tenga el mismo valor para todos o, incluso, fuera de casa si es necesario. En cuestión de conflictos de parejas, es útil quedar en una cafetería o en el parque, es decirun lugar neutro donde hablar de los problemas sin la presión de estar en el terreno del otro. Igualmente, esta sensación debe ser común para el resto de familiares en el caso de que haya más de un implicado.

2. No te impliques

Tu papel como mediador es mantener la neutralidad y moderar la discusión según se produzca. La mejor forma de hacerlo es no inmiscuirse en el debate. Intenta no posicionarte y acercar las posiciones.

3. Deja que cada uno hable

Por supuesto, al igual que en un debate de cualquier tipo, en estas discusiones debemos conocer todos los puntos de vista. Aunque lo realmente interesante es que los implicados sepan las posturas de todos. Para resolver cualquier conflicto, debemos de tener todas las cartas sobre la mesa.

En estas ocasiones, sí es importante que el mediador no deje que nadie acapare la conversación y deje que todos se expresen sin interrupciones. Para ello, deberás tomar un papel más activo e ir intercalando turnos, si hace falta, para que todos los implicados se expresen.

4. Valora por igual todas las opiniones

Es importante que cada miembro implicado en el conflicto familiar sienta que su participación vale igual que la de los demás. Cada uno tendrá su opinión y se verá afectado por la situación o problema. Es importante crear un ambiente en el que hasta los miembros más jóvenes se sientan capaces de hablar, sabiendo que se les tendrá en cuenta tanto como a los mayores.

5. Controla las emociones

Como mencionábamos al principio, el trabajo de mediación requiere control sobre las emociones ajenas y propias. Es importante no dejar que nadie caiga en un ataque de ira o que haya faltas de respeto. Estas cosas pasan porque hablamos de un conflicto entre miembros de la familia, sin duda, pero cuando termine la discusión la familia seguirá siendo familia. Mantener el respeto mutuo es crucial para que cualquier conflicto llegue a buen puerto siempre.

6. Resuelve los conflictos positivamente

Suena muy fácil de decir, pero la práctica siempre va a ser infinitamente más difícil. Lo ideal es redirigir la interacción, o la exposición del problema, a unas soluciones que impliquen una relación ganar-ganar o perder-perder para todos. Así, todos tendrán claro que la mejor solución es trabajar juntos para resolver los conflictos. Es la forma más positiva de terminar una discusión. Sin embargo, este consejo puede ser peliagudo, puesto que no siempre se tiene tan claro quiénes son los que ganan o pierden en igual medida.

7. Despídete con buenos términos

No todos los problemas se podrán solucionar sobre la marcha y habrá discusiones que se alarguen en el tiempo. Sin embargo, el papel del mediador no es el de resolver el conflicto, sino el de crear la situación idónea para que este se resuelvacon la ayuda de sus principales involucrados.

Como mediador podrás terminar una reunión haciendo que sus integrantes sientan que se les ha tomado en serio y se les ha escuchado lo que tenían que decir. Quizás no se haya resuelto el problema de un día para otro, pero se ha conseguido establecer una dinámica que permita resolverlo cuando de otro modo hubiese sido imposible… o incluso con peor final.

A fin de cuentas, la familia es la familia. Seremos familia cuando empiece el conflicto y seguiremos siéndolo cuando terminemos. Mantener rencores y resentimientos solo provocará que en la siguiente discusión todo vaya peor. Lo mejor en toda situación es que se hablen las cosas. Y, si es posible, que cada problema se solucione tal y como vaya surgiendo. Si no, las tensiones se acumulan con el tiempo hasta el punto de que estallen y, para entonces, posiblemente, no haya una vuelta atrás favorable para nadie.

Fuente: muhimu.es

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