“Lo que más me cuesta es ponerme a estudiar, después, cuando empiezo, ya no me resulta difícil hacerlo” Esta es una de las frases que he escuchado a menudo a los niños y adolescentes, cuando hablamos de la importancia de estudiar cada día. Y es que crear un hábito de estudio en los niños supone establecer una garantía de éxito en la formación de nuestros hijos.
Un éxito que debe contener dos aspectos igualmente importantes: por un lado, el progreso en el aprendizaje y por el otro, unos buenos resultados en las calificaciones, siendo ambos imprescindibles para considerar que nuestro hijo progresa en su formación.
Por qué debemos crear un buen hábito de estudio en los niños
¿Cuál es la base que sustenta este progreso? Por una parte es el trabajo diario, que incluye el esfuerzo del niño, y por otro, el gusto por el aprendizaje que debe estar presente en toda su formación. En el fomento de ambos aspectos, los padres tenemos un importante papel.
Nuestra función educativa en el estudio incluye: animarle cuando lo necesite, establecer límites sobre lo que es beneficioso (por ejemplo, estudiar en silencio) y aquello que no lo es (por ejemplo, no es recomendable estudiar de noche); y también incluirá ayudarle a solucionar las dificultades. A todos estos aspectos suele enfrentarse cada padre y madre, cuando trata los aspectos formativos de su hijo o hija.
El recurso básico que garantiza el éxito al abordar toda esta labor educativa en el estudio es precisamente establecer una disciplina de trabajo, un hábito de estudio que nuestro hijo lleve a cabo con gusto y motivación. Este hábito le va a evitar los “atracones finales” para estudiar un examen o los despistes, así como le permitirá fijar los conocimientos del curso como un aprendizaje de base para su vida académica.
3 claves para lograr el éxito en el estudio de los niños
Estas tres pautas nos ayudarán a crear un buen hábito de estudio en los niños:
- Crear una rutina diaria
Consiste en establecer una inercia de trabajo que el niño llevará a cabo durante la semana y que vamos a incorporar a la dinámica habitual familiar.
Decidimos con él o ella lo que haremos por la tarde. Dependiendo de su edad, a partir de los 6 años en que empieza la Educación Primaria, establecemos el tiempo que va a dedicar al estudio. Cuanto más fijo sea este tiempo, mucho mejor para que el niño cree el hábito. Así, por ejemplo, como pauta estándar, podemos establecer que empieza a estudiar después de merendar. Cuando el niño llegue al colegio cada día con sus deberes realizados y vea la forma en que su profesor aprecia su trabajo con una buena nota o con un comentario favorable, irá viendo el valor de esta pauta y él mismo se animará a seguir manteniéndola.
Generalmente una rutina realizada durante tres semanas suele establecerse como hábito de manera natural en el niño. Por tanto, es importante que nosotros facilitemos en la medida de lo posible que esa rutina no se vea alterada a menudo.
- Establecer un lugar fijo para estudiar
Con su acuerdo, preparamos un lugar en el que nuestro hijo se sienta a gusto y libre de distracciones: un espacio en su habitación o un espacio de la casa que será destinado para este fin. En cualquier caso, será un lugar donde pueda colocar y organizar sus libros junto con el material escolar para tenerlo todo a mano. Saber que tiene este lugar fijo, le facilita ponerse a estudiar y a la vez le genera una sensación agradable de organización.
- Valorar el trabajo de nuestro hijo
La valoración y aprecio del esfuerzo continuado que nosotros le demos por el trabajo que ha hecho, va a facilitar que él continúe llevándolo a cabo. Una sencilla y sincera frase como “Has hecho todas las tareas y el repaso, ahora puedes irte a jugar” acompañado de una expresión de satisfacción, ayudará a que al día siguiente nuestro hijo se siente de nuevo a la hora establecida para hacerlos.
Por último, recordemos que facilitar que el niño desarrolle este hábito está generando a largo plazo que establezca la capacidad de concentración y de constancia que va a necesitar a lo largo de todo su vida para conseguir cualquier meta que merezca la pena.
Fuente: GuiaInfantil.com