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Bacterias, ¿la nueva amenaza para los astronautas?

La vida en el espacio no es para cualquiera: los astronautas deben estar preparados para afrontar todo tipo de cambios físicos y mentales relacionados con la falta de oxígeno, lapérdida de masa muscular, la alteración del sentido del equilibrio, la exposición a radiaciones, las pocas horas de sueño y la proliferación de bacterias ultrarresistentes. Este último punto está siendo estudiado por profesionales de la NASA dado que, a diferencia de lo que se cree, el espacio no sólo no está libre de gérmenes sino que es un lugar propicio para su desarrollo y propagación.

Muchos microbios pueden ser llevados al espacio por los humanos y allí vivir y reproducirse sin ningún tipo de problema: incluso en agosto de este año astronautas rusosencontraron restos de plancton y otros organismos vivos en la cubierta exterior de laEstación Espacial Internacional (EEI), demostrando que pueden permanecer intactos a las temperaturas bajo cero, la falta de oxígeno y la radiación cósmica. Esto está derivando en nuevas investigaciones que buscan entender cómo el ambiente de la microgravedad afecta a su crecimiento, un dato especialmente importante para asegurar la integridad de los cosmonautas en las próximas misiones espaciales.

Sucede que las personas que están fuera de la Tierra presentan un sistema inmunológico debilitado y al entrar en contacto con bacterias tienen mayor riesgo de infección. Incluso aquellas como la Salmonella typhimurium –causante de la salmonelosis- se vuelven más virulentas y peligrosas en el espacio: en 2009 la NASA confirmó que el ambiente de ingravidez confunde a este tipo de organismos y los hace creer que están dentro de intestinos humanos, volviéndose entre tres y siete veces más agresivos. De acuerdo a Cheryl Nickerson, investigador de la agencia estadounidense, “las simulaciones realizadas por computadora mostraron que la cantidad de fricción ocasionada por los líquidos que experimenta la bacteria en el ambiente de ingravidez es parecida a la que existe en la pared intestinal”.

La NASA también estudió cómo algunas bacterias que no suelen causar problemas de salud en la Tierra sí lo hacen en el espacio. En 2010 se cultivaron  muestras del patógeno Pseudomonas aeruginosa en el trasbordador espacial Atlantis STS-132, encontrando que en territorio de ingravidez suele tener mayor cantidad de células vivas, biomasa y grosor que en el planeta. De acuerdo a  Cynthia Collins, autora del estudio, esta es la “primera evidencia de que el vuelo cósmico afecta al comportamiento comunitario de las bacterias, poniendo en relieve la importancia de comprender la interacción humano-microbio para prevenir y obtener beneficios más allá del espacio”.

Este tipo de investigaciones no sólo sirven para resguardar a los astronautas en las futuras misiones espaciales sino que además conducen a nuevos métodos de detención y tratamiento de enfermedades en la Tierra. Por ejemplo, estudiar la salmolena a bordo permitió identificar la proteína Hfq, que aumenta la virulencia y podría servir para el desarrollo de terapias y vacunas.

¿Por qué evitar la contaminación en el espacio?

Estudios realizados este año por la EEI demostraron que los microbios de la Tierra pueden sobrevivir a los viajes espaciales y contaminar a otros planetas, lo que podría alterar las misiones relacionadas con la búsqueda de organismos extraterrestres.

Luego de simular el ambiente de Marte, los investigadores encontraron que algunas bacterias -Bacillus pumilus SAFR-032 y Bacillus subtilis 168, especialmente adaptadas para hacer frente a las condiciones ambientales extremas-  podrían sobrevivir hasta 30 minutos en el lugar. Las mismas también serían capaces de mantenerse intactas durante unos 18 meses en las inmediaciones de la EEI.

Teniendo en cuenta estos resultados, especialistas de la NASA y de otros organismos espaciales explican que los métodos actuales para reducir microbios en las naves -tales como la radiación ultravioleta (UV) y el tratamiento con peróxido- podrían ser inadecuados. La intención ahora es investigar otras técnicas que minimicen el riesgo de contaminación y estar alertas antes de arrojar nuevos resultados: “estos datos previenen a los científicos de identificar incorrectamente a organismos, creyendo que son nativos cuando en realidad llegaron en naves espaciales. Esto es algo bueno porque nadie quiere ser responsable de una invasión extraterrestre en Marte”, concluyeron desde la NASA.

Fuente: enespanol.tudiscovery.com

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