Hay niños más pacíficos y obedientes. Otros, tienen una personalidad más fuerte y tienden a rebatirlo todo. Puede ocurrir a partir de los 4-5 años o cuando llega la adolescencia. Algo que no tiene por qué suponer ningún problema siempre y cuando no utilicen palabras hirientes como ‘Eres mala/a’, ‘Hazlo tú’, ‘Me da igual’….
Si tu hijo comienza a contestar de forma inadecuada o por defecto ante todo, no te desesperes. Te damos cinco consejos para superar esta etapa:
- Controla tus emociones y no te pongas a su nivel. Es fácil decirlo pero difícil hacerlo, por eso, tienes que recordar que ‘Tú tienes el control de la situación, eres el adulto’. Si pides respeto, tú debes ser el primero. Así que deja de retarle y evita frases como ‘¿Qué has dicho?’, ‘Vamos, repítelo’. Todo eso va a generar que la situación se agrande y no vas a conseguir que tu hijo deje de decirlo.
- Usa la empatía y deja de pensar que te está retando. Pensar que tu hijo/a es malo/a, sólo va a conseguir que enfoques la situación de una manera equivocada y encima te vas a enfadar más. Así que para romper ese círculo de malas contestaciones, trata de no darle mucha importancia y deja de pensar que es un ataque personal. En vez de eso, entiende que para él es una frustración, como muchas de las que tienes tú tenías a su edad y hazlo saber. Puedes decirle por ejemplo: ‘Entiendo que no te guste que tu hermano juegue contigo pero no es la forma de decirlo’.
- Aprovéchalo como una oportunidad para hablar con tu hijo cuando esté más calmado/a. Transmite la importancia de hablar de lo que uno siente o piensa, pero al mismo tiempo explícale que debe canalizar de una determinada manera ese enfado para no herir a los demás. Por supuesto, deben pensar juntos soluciones. Usa frases como esta: ‘¿Cómo puedes hacerlo la próxima vez?’.
- Habla claro y sin complicaciones. Hay muchos padres y madres que dan demasiadas explicaciones y algunos tratan de utilizar doble sentido o ironías para explicárselo, y en la comunicación con un hijo/a es totalmente inútil. Por un lado, porque puede que no entienda lo que estemos diciendo y por otro, pensará que encima te estas riendo de él o ella y será un obstáculo para la comunicación.
- Marca tus límites, de la misma manera que es importante que él/ella exprese, es que lo hagas tú. Puedes explicárselo de esta forma: ‘Cuando me hablas así, me enfado y no me gusta esa como me estás contestando, así que me gustaría que si quieres algo me lo digas sin llamarme malo/a.
Fuente: guiainfantil.com