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4 maneras de utilizar la escritura como terapia

Nuestro foco está más en el exterior que en el interior.

No estamos acostumbrados a focalizarnos en nuestro interior. La sociedad actual juega con la estimulación continua. No nos deja tiempo para pensar. Intenta negarlo, pero quieras o no la mayoría de las decisiones que tomas son emocionales. Tu parte consciente solo se dedica a justificar esa decisión a posteriori.

Además, es cierto también que la introspección está relacionada con la depresión. Cuando no sabemos navegar en nuestro ser más profundo, lo más seguro es que nos ahoguemos en nosotros mismos.

Le tenemos miedo a nuestro interior. No sabemos qué se puede esconder allí.

En nuestro interior, de vez en cuando se forman nudos. A veces es fácil ignorarlos. Sus voces son muy sutiles y con no prestar atención salimos del paso. Pero puede que lleguen a un punto en el que esas tensiones no susurren, sino que griten. Y es en ese preciso momento cuando nos “damos cuenta” de que tenemos un gran embrollo dentro y que no sabemos cómo desenredarlo.

Un remedio rápido: la escritura

Existen muchas soluciones para las preocupaciones cotidianas:  yoga, pilates, técnicas de mindfulness, pero les voy a hablar ahora de otra muy distinta y que a mí, personalmente, me gusta más practicar: la escritura como terapia.

No hace falta alcanzar la perfección gramatical para practicarlo. La propia habilidad de escribir se puede ir entrenando y educando con el tiempo. La finalidad no es escribir una novela, sino expresar tu mundo interior a través de la palabra escrita. Eso sí, advierto que es un hábito difícil de comenzar; requiere esfuerzo y concentración, pero es como ir al gimnasio. Los primeros días tienes agujetas y después te acostumbras al ejercicio y lo echas de menos el día que no lo haces.

La propia escritura ofrece muchas facilidades de cara a afrontar esas tensiones internas:

  • Ordenamos nuestros pensamientos.
  • Descubrimos conflictos internos.
  • Nos permite analizar la coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos.
  • Nos da la capacidad de analizar la utilidad de nuestros actos y nuestra motivación.
  • Como cualquier actividad que requiera pensar en lo que hacemos o pensamos, desarrolla la autoconciencia y el autoconocimiento.
  • Nos permite desahogarnos.
  • Podemos ver nuestro mundo interno desde una perspectiva más externa y neutral.

Este modelo proviene de la psicología de la Gestalt, una corriente terapéutica que se centra sobre todo en hacernos conscientes de lo inconsciente; de “darnos cuenta” de las cosas que hacemos y pensamos para así afrontar mejor nuestro día a día. Lo que  explico en este artículo no es la terapia que se hace en Gestalt; es solo una herramienta, pero ya sabes de dónde surge.

Y ya está. En realidad, lo importante es comenzar a escribir. Si quieres una pequeña guía, te propongo 4 modelos.

4 formas de utilizar la escritura como terapia
  1. Modelo esquemático

Primero, escribe el suceso que te preocupa de forma “objetiva”, es decir, centrándote en lo que pasó y no en lo que pensaste que pasó. Segundo, habla de lo que piensas sobre ello. Después, escribe sobre lo que sientes al pensar eso mismo. Y, finalmente, explica qué consecuencias trae para ti ese suceso o qué piensas hacer al respecto.

  1. Modelo para comunicarnos con los demás

Este modelo es muy útil, también, si no sabes cómo decirle a alguien algo. Es un modelo propuesto por Allan y Bárbara Peace para comunicarnos mejor con los demás de cara a dar malas noticias o expresar cosas que nos molestan. La clave está en seguir un diario: recoge a lo largo de la semana algunas entradas que te hayan sido significativas. Utiliza el modelo anterior para ordenar tus ideas o escribe libremente.

  1. El modelo de la tercera persona

Consiste en expresarte en tercera persona, ya sea hablando sobre cualquier problema u otra cosa. De hecho, puedes probar después a escribir una solución positiva a ese problema, como si aconsejaras a alguien sobre ello.

  1. El modelo creativo

Trabaja con las metáforas para hacer una narrativa creativa. Es la técnica más creativa y más reflexiva a la hora de escribir. Suelen utilizarla mucho los amantes de la poesía. Eso sí, requiere cierto nivel de gramática. A veces, es difícil encontrar símbolos que representen nuestros sentimientos.

Estos son solo algunos trucos que  recomiendo, pero puedes encontrar tu  estilo propio. Puedes expresarte además tanto de forma analógica, como de forma digital, a través de un blog, por ejemplo.

Recuerda dos cosas: primero, buscamos un fin terapéutico en la escritura. Escribimos para sentirnos mejor. Y, segundo, la introspección es interesante, pero es muy angustiosa. Asimila que nadar por tu interior no es siempre agradable.

Fuente: muhimu.es

 

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