Hay una nueva adicción entre los adolescentes. La manera de vencerla está en los padres, más que en los jóvenes. No dejes que se hunda tu hijo. Lee y actúa a tiempo.
Marta Martínez Aguirre
Gastón tiene trece años y no se siente feliz, en sus propias palabras: “Este mundo es una porquería y nada me hace feliz”. Se pasa horas dándole vueltas a cualquier problema por pequeño que sea. Ha perdido el sentido del humor, vive amargado y se enoja por todo. Es muy autoexigente todo el tiempo.
Si falla en algo no se lo perdona y cada frustración es una fuente de estrés inagotable. Ante cualquier problema se paraliza. No tiene fuerzas para ponerse a estudiar. Vive desesperanzado, nada lo satisface y no tiene metas de ningún tipo. Vive en una tensión constante y con múltiples contracturas musculares.
Tiene una baja tolerancia a la frustración y, si algo lo frustra, se siente triste todo el día. Su vida se ha tornado como un viejo tango, donde el tiempo pasado fue mejor y vivir en el presente es una agonía. Vive encendido, el celular se ha vuelto un miembro más de su cuerpo y su mundo ha dejado de ser real para tornarse virtual.
Sí, Gastón está desmotivado. En él, como con muchos otros adolescentes, la desmotivación se ha tornado una adicción, porque sus familias, para no verlos de ese modo, optan por darles lo que piden a cambio de estar menos tristes o más motivados. El problema es que esto no soluciona las cosas de fondo por lo que, a la larga, terminan nuevamente desmotivados y así el ciclo continúa. ¿Qué les sucede?
Estos adolescentes tienen algunas características en común: carecen de reglas, no tienen límites claros, no tienen responsabilidades y pasan solos mucho tiempo, tienen de todo. Si reconoces a tu hijo en Gastón, por favor sigue leyendo, a continuación te doy algunos consejos para aplicar en tu relación con tu hijo adolescente.
Abre el diálogo
A Gastón y a tantos adolescentes les falta conocer su motivación, qué es lo que los hace felices y no limitarse a ver pasar la vida por la puerta de su dormitorio. Es muy importante que tu hijo tenga la necesidad de sentirse satisfecho consigo mismo, sólo de ese modo la motivación se dirigirá hacia algo, ya sea el aprendizaje, el trabajo, los vínculos. Para lograr esto crea un entorno de confianza donde él pueda expresar sin miedo sus sentimientos y emociones. No te apresures a decirle que “esas son ideas disparatadas”. Escucha con empatía y sin prejuicios.
“¿Sabes dónde te gustaría verte dentro de unos años?”
Esta pregunta anima a la reflexión, no limites sus respuestas, ni coartes su forma de expresarse, permite que tu hijo exprese lo que tiene dentro de su corazón y te cuente aquello que lo hace vibrar. Anímalo a ponerse metas para lograrlo. Incluso cuando tu hijo tenga un sueño que para ti no es factible, no lo desmotives, ni le desanimes, lo importante es que hay algo por lo cual él se apasiona.
“¿Para qué quieres eso que quieres?”
La motivación no se puede imponer pero sí se puede descubrir. Quizás tu hijo no tenga muy claro qué es lo que quiere en un par de años para su vida, pero estoy segura que ante la pregunta ¿para qué quieres eso? en su respuesta demostrará qué es lo que necesita para ser feliz: “Para ayudar a otros”, demuestra mucho de sí y de lo que le da significado a su vida.
Ajusta el uso del tiempo y los espacios
En la adolescencia es fundamental que tengan tiempo para socializar, divertirse y distenderse, pero es importante que el permiso para salir fuera de casa, las horas frente al televisor, videos juegos, celular y Tablet sean pautados. Como regla promedio no debe superar las dos horas diarias. Del mismo modo fija normas sobre las salidas en tiempo de clases. Muchas veces la desmotivación surge por tener mucho tiempo libre.
Cumple con las consecuencias
En vez de hablar de “castigos”, dile que por no cumplir con las reglas del hogar, o con sus rutinas diarias habrá consecuencias de sus faltas: si no estudió a la mañana, deberá hacerlo luego de almorzar, sin importar si a esa misma hora dan su programa favorito y es el último capítulo; si no ordenó su cuarto el jueves, lo deberá hacer antes que lleguen sus amigos el fin de semana, aunque eso reduzca sus horas para divertirse. Este tipo de acciones generará en tu hijo el deseo de cumplir con sus obligaciones diarias.
Muestra interés por su vida
Difícilmente tu hijo se sentirá motivado si tú no estás presente en su vida. Cada día mantente involucrada en sus cosas, sus estudios, nuevas amistades, lugares donde fue y aunque el sueño te venza busca un tiempo para estar a solas con él y hacer algo juntos.
La desmotivación puede hundir a tu hijo, si tú no intervienes a tiempo. Que tu amor por tu hijo y tus ganas de ayudarlo sean el motor para reforzar en él las ganas de darle sentido a su vida.
Fuente: familias.com