Jennifer Delgado
Los recordatorios de “sonreír” están por todas partes, desde los imanes que colocamos en la nevera hasta los anuncios publicitarios y, por supuesto, en los libros de autoayuda. De hecho, consideramos que las personas que sonríen a menudo son más simpáticas, competentes, accesibles, amistosas y atractivas. Sin embargo, la sonrisa es una expresión mucho más compleja que no siempre refleja alegría y felicidad.
Un estudio muy interesante llevado a cabo en la Universidad Estatal de Michigan analizó el impacto de una sonrisa falsa en nuestro estado de ánimo a través del seguimiento de un grupo de 58 personas durante dos semanas. Descubrieron que mientras más sonrisas fingían, peor era su estado de ánimo al regresar a casa. Estas personas no solo se sentían más tristes, sino también más enfadadas e irritables.
El experimento que cambió para siempre nuestra manera de comprender la sonrisa
Corría el año 1924 cuando Carney Landis sometió a un grupo de personas, incluyendo a un niño de 13 años, a una serie de experiencias que jamás olvidarían. Este psicólogo de la Universidad de Minnesota quería saber si reaccionamos emocionalmente de la misma manera ante estímulos idénticos.
Para ello, dibujó líneas en los rostros de los participantes que le permitieron ver mejor sus expresiones faciales y tomó una serie de fotografías instantáneas mientras las personas se expusieron a lo largo de tres horas a experiencias de todo tipo, desde situaciones agradables y placenteras hasta descargas eléctricas e, incluso, les pidió que le cortaran la cabeza a una rata con un cuchillo de carnicero.
Sin duda, los métodos de Landis eran muy poco éticos, pero descubrió algo muy interesante: incluso durante los estímulos más violentos, la reacción más común no era llorar ni enfurecerse, sino sonreír. El investigador apuntó: “En lo que respecta a este experimento, no he encontrado más expresión que una sonrisa, la cual está presente en suficientes fotografías como para ser considerada típica en cualquier situación”.
¿Cómo es posible?
Existen 19 diferentes tipos de sonrisa, pero solo 6 indican felicidad, alegría, diversión o satisfacción. El resto es un reflejo de otras emociones y sentimientos, desde dolor e incomodidad hasta vergüenza, horror o profunda tristeza. Una sonrisa también puede indicar desprecio, ira o incredulidad.
Existen muchos tipos de sonrisa que expresan diferentes emociones y sentimientos
La sonrisa de Duchenne
Fue descubierta por el neurólogo francés Duchenne de Boulogne en el siglo XIX y se produce debido a una contracción de los músculos cigomático mayor y menor cerca de la boca, los cuales elevan las comisuras de los labios. No obstante, lo característico de esta sonrisa es que se acompaña de una contracción del músculo orbicular cerca de los ojos, que eleva las mejillas y causa esas típicas arrugas de felicidad alrededor de los ojos. Se afirma que es una sonrisa genuina, no fingida, porque la mayoría de las personas no son capaces de contraer voluntariamente el músculo orbicular, si bien en los últimos tiempos esta habilidad se ha puesto en tela de juicio.
La sonrisa falsa
Es la típica sonrisa por cortesía en la que no participan los ojos. Es la que esbozamos para las fotos o cuando reímos de una broma que no nos hace gracia. Esta sonrisa se descubre porque las comisuras de la boca se elevan pero los ojos no siguen ese movimiento. Otras pistas que denotan su falsedad es que suele durar demasiado tiempo o aparece demasiado temprano, por lo que da la sensación de que es una sonrisa artificial fuera de tempo.
La sonrisa de miedo
Es común en nuestros parientes más cercanos, los chimpancés, quienes sonríen de manera silenciosa para indicar sumisión, nerviosismo y miedo. De hecho, aunque no solemos asociar la sonrisa con el miedo, se ha apreciado que los bebés también sonríen cuando se sienten angustiados. De la misma forma, un experimento realizado en la Universidad de Yale descubrió que solemos sonreír más cuando estamos delante de personas que consideramos de un estatus superior.
La sonrisa atenuada
Es particularmente difícil de comprender pero lo cierto es que la sonrisa genuina y feliz no siempre ha sido bien vista. En la Europa del siglo XVII expresar abiertamente las emociones se consideraba inadecuado y un proverbio ruso alerta de que “sonreír sin razón es un signo de estupidez”. En Japón, por ejemplo, se sonríe más con los ojos que con la boca. Por eso, la sonrisa amortiguada es un intento de controlar una sonrisa automática y feliz. En este caso, las mejillas se elevan pero apretamos los labios o presionamos las comisuras de la boca hacia abajo para intentar ocultar la sonrisa.
La sonrisa miserable
Es una forma socialmente aceptable de mostrar nuestra tristeza o dolor. Se trata de una sonrisa ligeramente asimétrica que muestra una profunda tristeza en los ojos. Un estudio realizado en la Universidad de San Francisco analizó más de 4.800 fotografías de atletas que compitieron en los Juegos Olímpicos de Atenas y descubrió que los medallistas de plata que perdieron sus partidos finales solían mostrar estas sonrisas.
La sonrisa calificativa
Suele ser la que más nos molesta. Es la sonrisa de la persona que sabe algo que no sabemos y que está a punto de darnos una mala noticia, como la recepcionista que nos informa que no hay cita hasta dentro de un año. Se trata de una sonrisa en la que se levanta ligeramente el labio inferior y suele acompañarse de una inclinación ligeramente hacia abajo de la cabeza. Esta sonrisa denota una mezcla de diferentes emociones y sentimientos que abarcan desde la alegría hasta la vergüenza.
La sonrisa de desprecio
Es otra expresión difícil de digerir. Se trata de una mezcla de disgusto y resentimiento y es asombrosamente similar a una sonrisa de auténtica delicia, excepto por las esquinas de los labios, que parecen apretadas. La sonrisa de desprecio es más común en Asia, donde la etiqueta manda que las personas oculten sus sentimientos, por lo que tienden a sonreír mucho cuando están enojadas.
La sonrisa de alegría maliciosa
Se produce cuando alguien se alegra por la desgracia de otro. Por razones obvias, hemos aprendido a ocultar esta emoción mejor de los demás, aunque no siempre es fácil esconderla. Lo más usual es plasmar una expresión de enojo en la parte superior de los labios que produce una sonrisa fija, casi espeluznante, la cual se ha convertido en un elemento básico de los personajes malvados en las películas de terror.
Por supuesto, existen otros tipos de sonrisas, como la sonrisa sarcástica, que denota superioridad, ironía e incluso crueldad. También podemos encontrar la sonrisa de vergüenza o incomodidad; la sonrisa coqueta que se usa para flirtear, y la sonrisa soñolienta, esa que se nos dibuja en el rostro cuando nos acabamos de levantar y se caracteriza por ser extremadamente relajada. Muy parecida es la sonrisa del recuerdo, que esbozamos cuando recordamos algo con nostalgia.
Más triste es la sonrisa de soledad, esa que realizamos cuando nadie nos mira y estamos solos con nuestros problemas, miedos y preocupaciones. En el extremo opuesto hallamos la sonrisa de la victoria, que no solo denota alegría y felicidad sino también una gran satisfacción. Por supuesto, también está la sonrisa del amor, una sonrisa muy especial de complicidad; así como la sonrisa a los extraños, que no es una sonrisa falsa, pero tampoco llega a ser una sonrisa de total felicidad y alegría, aunque es sincera, comedida y cálida.
Muy interesante es la sonrisa de Sísifo, el héroe del absurdo en la mitología griega, la cual surge de las situaciones incongruentes y sin sentido, como cuando alguien intenta hacernos reír para animarnos y recurre al absurdo. Por último, podemos encontrar la sonrisa de coordinación, una de las que más usamos cuando conversamos con alguien para ratificar que le estamos escuchando y que estamos de acuerdo con su mensaje. No llega a ser una sonrisa de alegría pero tampoco es falsa, simplemente es una respuesta automática durante la conversación.
Fuente: muhimu.es