Javier Salas
Al día se comparten más de 4.000 millones de mensajes en Facebook, 500 millones de tuits y 200.000 millones de correos electrónicos. En todo ese formidable flujo de información, algunos asuntos son ganadores universales: los temas y noticias virales, aquellos que se comparten masivamente. Un equipo de investigadores ha tratado de profundizar en el conocimiento sobre la viralidad de las noticias escrutando el cerebro de unos cuantos humanos. El resultado de su trabajo es que la viralidad no depende tanto del contenido de la noticia sino de nosotros mismos: de la imagen que queremos vender a los demás y de cómo va a ayudar a fortalecer nuestros vínculos con los demás.
Para entender el funcionamiento del cerebro ante las noticias virales, los investigadores de la Universidad de Pensilvania realizaron dos experimentos con 80 sujetos a los que mostraban noticias de The New York Times, uno de los diarios más relevantes y de mayor circulación en redes sociales. En concreto les enseñaron noticias de salud del diario neoyorquino, escogidas entre las que más se compartieron, según los registros del propio periódico. Les dejaban leer el titular y un resumen de la noticia y les preguntaban si querrían leerla entera o compartirla de forma pública o privada con sus amistades de Facebook.
Los investigadores observaron que durante el experimento se activaban las regiones el cerebro que corresponden con dos procesos mentales bien localizados. Por un lado, el pensamiento sobre uno mismo, que aquí se podría entender como la imagen que compartir esa noticia podría dar sobre el propio sujeto. “La evidencia sugiere que las cuestiones auto-relevantes están entre los temas de conversación más frecuentes, especialmente en los medios sociales, y que revelar información sobre el yo puede ser inherentemente gratificante”,explican los autores en su estudio, publicado en PNAS. “A través de este mecanismo neuronal, las expectativas de obtener resultados positivos sobre uno mismo al compartir [la noticia] aumentan el valor percibido del intercambio de información, lo que a su vez incrementa la probabilidad de compartirla”, añaden.
Por otro lado, en estos experimentos observaron que también se ponía en funcionamiento la región en la que el cerebro trabaja para entender en qué están pensando los otros. Según explican en el estudio, quien pretende compartir una noticia debe considerar qué hay en la mente de los demás, sus conocimientos, opiniones e intereses, para predecir las posibles reacciones de su audiencia. “Este tipo de cognición social implica pronósticos acerca de los estados mentales de otros, por ejemplo, predecir lo que los demás puedan pensar y sentir acerca de la información compartida y de quien la comparte”, aseguran. De este modo, al publicar algo en nuestro muro nos exponemos al juicio de los demás haciendo una apuesta y una profecía: esto les gustará y ayudará a mejorar nuestros lazos comunes y lo que piensan sobre nosotros.
Además, el resultado del experimento fue que las noticias que más activaron estas regiones cerebrales coincidían a su vez con las informaciones que consiguieron mayor impacto en redes sociales, compartidas miles de veces según los datos de The New York Times.
“La gente está interesada en leer o compartir contenidos que conectan con sus propias experiencias, o con su sentido de quiénes son o quiénes quieren ser”, asegura Emily Falk, responsable del trabajo y directora del laboratorio de neurociencia, en una nota de la Universidad de Pensilvania. Y añade: “Comparten cosas que pueden mejorar sus relaciones, hacer que parezcan inteligentes o empáticos o mostrarles bajo una luz positiva”.
En el caso de las noticias virales, funcionarían a la vez varios fenómenos que ya se conocían previamente, como que una de las cosas que más satisfacción causa es la de compartir información sobre nosotros mismos, tanto en redes sociales como en interacciones convencionales. También sabíamos que las personas más persuasivas, las que consiguen que cale mejor su mensaje, son aquellas que tienen más desarrollada esa facultad de ponerse en el lugar de los otros, de aventurar lo que hay en su mente.
Los autores del estudio reconocen que puede ser muy distinto lo que es personalmente relevante y útil para compartir entre diferentes sujetos, pero que “las sociedades humanas se caracterizan por un conjunto de valores comunes básicos y normas sociales que impulsan la conducta entre los individuos”. En consecuencia, concluyen, no es raro que haya muchas noticias que puedan ser percibidas por muchos como una información con mucho valor, tanto para la imagen personal como para el sentido de la pertenencia al grupo.
Fuente: elpais.com