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¿Tu hijo tiene terrores nocturnos o pesadillas?

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Una amiga, que sabe que dormimos muy mal en casa, hace poco me contaba sobre las noches agitadas de su hija, y que no sabía si tenía terrores nocturnos o pesadillas. Y recordé cuando yo tampoco sabía diferenciarlo, y lo mal que se pasa cuando el mal dormir no se termina nunca. Por eso, quiero contar un poco más en profundidad sobre las alteraciones del sueño. He contado muchas veces que nosotros nos estrenamos en la maternidad con una pequeña terremoto que desde que nació ha sido mala para dormir. Aun hoy, con 8 horas de sueño tiene energía para 16 horas de movimiento sin parar.

Lo que tienen en común los terrores y las pesadillas es que ambos son parasomnias. Las disomnias, que son trastornos de la cantidad o calidad del sueño, como cuando no podemos quedarnos dormidos, nos desvelamos a media noche o sentimos que no descansamos al dormir. La parasomnia es un trastorno de la conducta durante el sueño asociado con episodios breves o parciales de despertar, sin que se produzca una interrupción importante del sueño ni una alteración del nivel de vigilia diurno (fuente:wikipedia). Las parasomnias incluyen pesadillas, terrores nocturnos, bruxismo, somniloquia, sonambulismo, etc..

Pero ¿cuáles son las diferencias entre pesadillas y terrores? Para diferenciarlos, usaré como guía el libro que para mí fue salvación, “Dormir sin lágrimas” de Rosa Jové. Todo mal dormir en casa adquirió sentido y empezamos a manejarlo, gracias a este libro.

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¿Qué es una pesadilla?

Una pesadilla es un sueño desagradable. La hemos tenido todos. Como adultos al despertar sabemos que solo es un sueño, pero los niños despiertan y les cuesta darse cuenta que no era real lo que estaban soñando. Se pueden producir desde los 9 meses, aunque es más fácil identificarlas cuando los niños ya hablan con más fluidez y pueden contarnos qué estaban soñando.

Hay niños que tienen pesadillas de forma muy esporádica, y que al consolarlos, se calman y olvidan de los sueños. Pero también hay niños que los tienen repetitivas, o muy frecuentes, y esto puede ser un indicador de ansiedad. Las pesadillas se producen en la fase REM, que es donde se asimila lo vivido durante el día. (fuente: Dormir sin lágrimas)

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¿Cómo actuar ante una pesadilla?

Aquí yo lo tengo claro, si mis hijas tienen pesadillas, las consuelo. Aprendí también que consolar es escuchar lo que tienen que contarnos, y no minimizar su miedo: “no es nada” no sería la frase adecuada. También me he ido acostumbrando a no tener prisa. Despertar a media noche no le gusta a nadie, y yo particularmente me despierto de muy mal humor. Pero a fuerza de costumbre he aprendido a no tener prisa porque se vuelvan a dormir, sino tomarme el tiempo, escucharlas, leerles un cuento para que cambien sus pensamientos, y acompañarlas y abrazarlas mientras se quedan dormidas. También es distinto cuando la pesadilla la tiene la pequeña, que se despierta pensando que ha sido real; que cuando le pasa a la mayor, que sabe que no es real, pero igual le da miedo volver a dormirse y soñar con lo mismo.

¿Se pueden evitar?

Yo no creo que sean evitables, pero con el libro aprendí que ayuda reducir el estrés antes de irse a dormir. Yo intento que no vean nada en la tele que pueda asustarlas por la noche; si sé que han tenido un mal día procuro hablarlo con ellas antes, por la tarde, no justo antes de ir a dormir (aunque sobretodo la mayor tiende a sacar el tema por la noche) Y también se pueden practicar ejercicios de relajación que ayudan a calmar el ritmo del día, antes de ir a dormir.

¿Qué es un terror nocturno?

En el libro, Rosa Jové nos cuenta que los terrores nocturnos ocurren generalmente en las primeras horas de sueño, pues son alteraciones del sueño profundo, y éste es el de la primera fase del sueño. Suelen producirse cuando se pasa de un sueño más profundo, a otra fase de sueño más ligero. El niño despierta gritando, agitado, alterado, pero no termina de despertarse.

Como contaba tiempo atrás, yo me sentaba con la terremoto en pleno terror nocturno, y ella miraba hacia mi sin verme, sin enfocar la vista, solo gritaba y se asustaba de todo movimiento a su alrededor.

La autora nos cuenta que suele ser más frecuente cuando los niños están más cansados o han dormido mal la noche anterior. A diferencia de un adulto, cuando los niños hasta 6 años necesitan recuperar el sueño perdido, muchas veces hacen más profunda esa fase del sueño, lo que hace más difícil pasar a la fase ligera (los adultos solo alargamos la fase de sueño profundo, no lo hacemos más profundo)

¿Qué hacer en caso de terrores nocturnos?

En estos casos dicen que hay que dejar que pase, tranquilizando poco a poco al niño. Una vez termina el terror, se vuelven a dormir como si nada, y no recuerdan nada a la mañana siguiente. En el libro, nos recomiendan:

Permanecer cerca de forma discreta: Muchos niños con terrores no aceptan el contacto, pero si se despiertan del todo al final del episodio, sí van a agradecer la compañía.
Pero qué difícil es cuando los ves chillar asustados y tan agitados. Nosotros a veces cambiábamos a terremoto de sitio, porque el cambio de temperatura ayudaba a que terminara el episodio; o bien le susurrábamos de cerca hasta que se quedaba tranquila. O le ponía la mano en la espalda cuando estaba empezando, y a veces lograba tranquilizarla.

No despertarle: por lo mismo que mencionaba arriba. Porque los niños no suelen acordarse del terror, que además no suele durar mucho (5 a 10 minutos). Incluso el sueño puede ser reparador aunque tengan estos episodios. Pero si les despertamos, ahí si se rompe el ciclo del sueño y además pueden desorientarse.
Consejos para evitarlos

En el libro se menciona que prevenirlos es la mejor forma de evitarlos. Y la verdad es que a mi es lo que mejor me funcionó, aunque no siempre es fácil. Intentar que se duerman un poco antes, que no estén demasiado agotados. Nosotros, por ejemplo, cuando empezaron y coincidió cuando terremoto mayor dejaba la siesta, la acostábamos más temprano por la noche. Había días que a las 7 ya dormía. Y funcionaba. Los días que había algo que hacer y a las 9 aún estaba en pie, sabíamos que habría un terror nocturno esa noche.
Aunque ante un despertar nocturno es difícil diferenciarlos al principio, cuando uno tiene hijos malos para dormir al final aprende a identificarlos. Para mí la diferencia es ahora fácil de saber, pues ante una pesadilla, terremoto mayor se desvela claramente afectada por el sueño

, lo explica con pelos y señales, necesita que le reafirmes que cuando se duerma no volverá a aparecer, y suele necesitar contención para quedarse dormida otra vez, o un cuento que le lleve la mente para otros pensamientos. Pero si es un terror, de los que por suerte tenemos sólo muy muy ocasionalmente, ella no es consciente que está con los ojos abiertos, no puedes calmarla con las palabras, no vale la pena ni intentarlo. No te ve cuando te mira, solo se agita y chilla. Y después se duerme como si nada, plácidamente, unos minutos más tarde.

Fuente:  Asi piensa una mamá/Facilísimo

 

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