Gabriela Mejía
En las últimas décadas investigadores, educadores y artistas han dedicado interés en estudiar cómo la presencia del arte en la vida del ser humano puede impactar de manera positiva a su desarrollo y bienestar.
En su publicación en el año 2012, la NEA (National Endowment of Arts de los Estados Unidos) muestra cómo los jóvenes de un estatus socioeconómico bajo con acceso a las artes, obtuvieron mejores resultados académicos, mejores oportunidades laborales y un mayor compromiso cívico que aquellos jóvenes que no tuvieron ningún acceso a las artes.
Gracias a estas investigaciones el arte está cada vez más presente en nuevas metodologías educativas. Artful Thinking, programa desarrollado entre el año 2004 y el año 2006 por el Project Zero de la escuela de Harvard, se concentra en observar el arte más que en hacer arte, ayudando a los estudiantes a desarrollar estrategias de pensamiento que promueven el aprendizaje significativo no sólo en las artes sino en otras áreas del currículo escolar. Artful Thinking tiene como objetivo principal ayudar a los maestros a integrar el arte en su currículo como una manera de fortalecer el pensamiento y el aprendizaje de sus estudiantes.
De igual forma, el arte ha sido utilizado en terapias psicológicas hace décadas atrás, obteniendo resultados efectivos en pacientes con tratamiento clínicos y no clínicos tales como el desarrollo de la autoestima en adolescentes, reducción del estrés, mejora en la fluidez, volumen y pausa al hablar yotros resultados comprobados en distintos estudios. Recientemente, hemos visto de manera más comercial, el arte como terapia para adultos en los libros de colorear para adultos.
Como educadora, reconozco que una de las tantas fallas de nuestro sistema educativo es la implementación de una metodología de enseñanza tradicional y obsoleta donde equivocarse y detenerse a pensar es sinónimo de castigo y pérdida de tiempo, donde existen preguntas que “no son importantes en este preciso momento” y la creatividad parece ser una cualidad que unos tienen y otros no, causando así una falta de interés por el aprendizaje en nuestros niños, jóvenes y adultos.
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En búsqueda de mejorar esta situación, he participado junto a otros educadores y artistas en programas que, al igual que Artful Thinking, utilizan el arte (la música, las artes visuales y la danza), como punto de partida para lograr el aprendizaje de contenidos históricos, lingüísticos, matemáticos y científicos y a la vez, lograr el desarrollo de habilidades y destrezas tales como el pensamiento crítico y el trabajo colaborativo. La integración del arte dentro del aula permite la creación de una cultura de pensamiento, donde las actividades están basadas en tres factores principales: la observación, la reflexión y el intercambio de ideas. Si nos detenemos a pensar, estos tres factores son esenciales para el individuo de nuestra actualidad y son fomentados y realizados diariamente de manera superficial en la escuela y lugares de trabajo.
Por otra parte, fomentar el pensamiento a través del arte ha sido implementado dentro de distintos museos y galerías en sus programas de apreciación artística y talleres de arte para todas la edades, con la idea de proveer a los visitantes, distintas formas de explorar y conectarse con la obra. La Galería Nacional de las Artes de Chicago (NGA) ofrece una variedad extensa de recursos para maestros y familias llevando el arte al aula y a la casa de manera práctica y divertida.
En nuestro país, El Centro León con su programa Piensa en Arte, provee una guía didáctica para docentes donde se vinculan los contenidos de las exposiciones permanentes del Centro León con los contenidos del currículo escolar Dominicano.
Desde el año 2008, el Ministerio de Cultura junto a otras instituciones inició hace varios años el programa “Noche larga de los Museos”, permitiendo el acceso gratuito a todo el público a nuestros museos, pero ¿realmente el público que asiste a estos eventos está conociendo y apreciando los espacios y lo que tienen que ofrecer?
Los investigadores han determinado que el visitante promedio a los museos de arte pasa de 15 a 30 segundos frente a una obra. Me atrevo a decir que de estos 15 a 30 segundos, algunos son dedicados a tomar una foto de la obra para compartirla en las redes sociales. La pregunta entonces es ¿Por qué pasa un visitante al museo tan poco tiempo frente a una obra? ¿No le interesa, no la entiende o no sabe cómo interpretarla?
Si bien es cierto, la sociedad ha catalogado el arte como una actividad intelectual y elitista, incapaz de ser comprendida y apreciada por quienes no forman parte de este círculo de intelectuales, donde sólo aquellos que tienen poder adquisitivo para comprar las obras pueden apreciarlas. Sumado a esto, la falta de comprensión de muchos artistas modernos con la famosa frase “eso lo pude haber hecho yo” o “eso parece hecho por un niño”. Con estas ideas han transcurrido generaciones de individuos que no sólo han sido educados en un sistema que les impide pensar y reflexionar, sino peor aún, individuos con temor a equivocarse y sensibilizarse. Nuestro sistema educativo ha formado individuos lejos de las artes, con la idea de que no son creativos y huyen de visitas a espacios culturales por miedo a ser rechazados y por no tener la respuesta correcta durante el proceso de apreciación o entendimiento de la obra.
Entonces ¿cómo podemos fomentar la visita a nuestros espacios culturales? Para responder esta pregunta debemos abrirnos a ciertas ideas:
Siendo la primera entender que cometer errores y buscar respuestas más allá de correctas e incorrectas nos abren múltiples caminos hacia el aprendizaje.
También es necesario que intentemos hacer las cosas un poco más despacio. La sociedad nos ha acostumbrados a hacer las cosas de manera muy acelerada hasta el punto que tenemos la intención de percibir emociones y captar mensajes dentro de un museo, al mismo ritmo que navegamos por Instagram.
Por último y considero que es la idea más importante, debemos cambiar la cultura de que los niños son sólo niños y que no pueden realizar tareas difíciles y complejas como interpretar una obra de arte. Actividades tales como: observar, reflexionar y compartir, pueden y deben ser realizadas por individuos de cualquier edad.
Tomando en cuenta estas ideas, es momento de que los integrantes de la familia empiecen a tener juntos experiencias significativas, fuera de los centros comerciales. La visita a un museo o una galería de arte puede ser un momento enriquecedor para todos, donde la arquitectura, la iluminación, el contenido y la actividad de observar arte salen de nuestra rutina diaria y nos hace pensar e intercambiar ideas.
Estar en contacto con las artes nos trae múltiples beneficios tales como la interpretación de un lenguaje visual, el entendimiento y la expresión de conceptos abstractos, la estimulación de un pensamiento de alto nivel, promueve la creatividad, la reflexión, el desarrollo del pensamiento crítico y un sin número otros beneficios.
Fuente: casaquien.com