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Enseñando respeto con disciplina positiva

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Pedimos que nuestros hijos nos tengan respeto y tengan respeto por los demás, enseñando respeto con disciplina positiva. Pero lo que pocas veces hacemos es explicarles lo importante que es que tengan respeto por ellos mismos.

No lo hacemos porque quizás, tampoco nos estamos respetando a nosotros mismos. No nos respetamos cuando olvidamos que podemos decir que no. No pasa nada si decimos que no en ocasiones. Por compromiso, por creencias, por rutina, por costumbre, por aparentar, por conformarnos, por evitar un conflicto, porque creemos que es lo correcto o por lo que sea, decimos que sí cuando realmente lo que queremos es decir que no.

Algo que nuestros hijos ven cada día en nosotros y que por lo tanto también imitan. Además de imitarnos y acostumbrarse a decir que sí  a todo, en cierta medida también les obligamos a hacerlo. Les obligamos cuando les pedimos que hagan algo porque es lo que tienen que hacer y punto, cuando les damos órdenes, cuando les amenazamos con castigarles o cuando les premiamos por hacer algo con lo que no están conformes.

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Por muy bien que lo hagamos con ellos, por muy dispuestos que estén a colaborar y a tirar la basura todos los días o a recoger sus juguetes sin rechistar, lo más normal, lo más acorde y lo más natural es que no lo hagan y que actúen como niños. No son irresponsables, es un comportamiento infantil, por eso son pequeños.

O cuando somos adultos ¿hacemos siempre lo que debemos?, ¿llegamos puntuales al trabajo?, ¿lo recordamos siempre todo sin olvidar nada de lo previsto?, ¿somos perfectos?…..

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Los niños tampoco y un niño que está seguro de sí mismo, que actúa acorde a esa seguridad, que sabe lo que quiere, que tiene una sana autoestima, nos dirá que no. Nos prometerá que hará sus deberes a la hora, se comprometerá, pero cuando llegue el momento hará lo que todo niño y toda persona puede hacer y es actuar conforme a su edad, conforme a su bagaje de vida, conforme a lo que está experimentando y conforme a lo que vive. Tomará decisiones por sí mismo y decidirá el momento y la manera de hacer esos deberes aceptando las consecuencias que puede tener no hacerlos en ese momento, en el que sus padres le hemos ordenado porque hemos estimado que es el mejor. Con esto no quiero decir que los niños vivan en un mundo sin normas, son necesarias además, pero sí en un mundo en el que experimenten con sus propias decisiones y aprendan de sus errores.

Un claro ejemplo de cuando un niño no tiene respeto por él mismo:

“Niño de primaria que se hace pis encima porque sus compañeros se burlan de él en el baño. El niño no sabe cómo actuar frente a esos niños y tampoco le dice nada a su profesor porque es amenazado por los otros niños que le dicen, que si se chiva, no serán amigos suyos. Este niño por temor a quedarse solo en el patio acepta lo que los otros niños le han dicho y no lo cuenta a su profesor. Es un niño que no se respeta a sí mismo.”

En este ejemplo el trabajo sería para ambos niños tanto el que no es capaz de decir nada como el que está amenazando. Puede que sea una simple broma pasajera y no se repita más. Pero teniendo en cuenta que ese profesor no se ha enterado de nada, es más que probable que la cosa vaya a más.  Sembrar las bases de una educación firme y amable aumenta la autoestima en los niños.

Ser unos padres controladores invita a los niños a no tomar decisiones por ellos mismos. Siempre están papá y mamá ahí para tomar las decisiones importantes y para controlar todo lo que hace. Si se equivoca papá o mamá van a reparar su error. Si hace algo mal le van a castigar a pensar para que aprenda la lección mientras ellos solucionan lo ocurrido. Si quieren que los juguetes se recojan le van a premiar para lograrlo. Pero ¿cuándo no están papá y mamá?, ¿cuándo ese niño se encuentra solo frente a esos otros niños en el baño y no sabe lo que tiene que hacer? No hay nadie que le diga qué hacer, no hay nadie que mande a pensar a esos otros niños, no hay nadie que le dé un premio después por hacer lo que le mandan. Está solo y no sabe cómo actuar.

No lo sabe porque sus padres a pesar de hacerlo lo mejor que han sabido no se han dado cuenta del control que ejercían sobre él. Han puesto límites a su forma de ser en esos momentos en los que decían que su hijo se portaba mal porque no les hacía caso. Han conseguido tener un hijo obediente que hace todo lo que dicen. Todo lo que dicen sus padres que desean lo mejor para él, pero también todo lo que dicen los demás. Y esos demás, no siempre son buenas personas ni están buscando lo mejor para él.

¿Qué pasará el día que tenga que decidir cuándo le ofrezcan drogas? Ese día llegará.

Quieres a tu hijo con locura.

Quieres que no le pase nada malo.

Quieres que sea feliz.

Consigue que se respete a sí mismo, enséñale a decir que no, enséñale que su opinión cuenta, enséñale que los errores son oportunidades para equivocarse, que no tenga miedo a ello. Demuéstrale que tú también te equivocas.

Como sus padres queremos que su vida sea fácil y sea feliz pero debemos entender que es él quien debe hacer que su vida sea fácil y ser feliz. No quitemos las piedras de su camino, seamos su apoyo mientras él aprende qué hacer con esas piedras.

Fuente: Criar en positivo/padres.facilisimo.com

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