Síguenos:

¿Por qué no comen los niños?

- Advertisement -
María Elena Vélez

Muchos padres atribuyen la pelea en la mesa a la falta de apetito de sus niños. Los adultos se angustian porque no comen como antes, dejan el alimento servido e, incluso, llorano se irritan porque los adultos tienden a obligarlos.

Es un episodio tan común que, según la nutricionista Adriana Amaya, del 43 al 50 por ciento de las consultas infantiles tienen que ver con este tema.

Sin embargo, en un momento de la vida no hay motivos para alarmarse. La inapetencia es una etapa que aparece alrededor del año y medio del niño, y se genera por un proceso en el desarrollo normal de este, pues “está asociado a la exploración del mundo, y el alimento no es tan importante para él en todo ese proceso”, dice la nutricionista.

- Advertisement -

No obstante, si hay desconocimiento es un hábito que puede perdurar, ya sea porque los padres no actúan de manera acertada o porque los niños tienden a chantajear a los adultos. Tenga en cuenta que si no se tienen hábitos adecuados, la inapetencia puede permanecer y será necesario consultar al especialista.

Distintas etapas

Cuando el niño llega al año y medio está preocupado por todo menos por la comida y, además, disminuye su ritmo de crecimiento.

- Advertisement -

Entre los 18 y los 36 meses de edad los niños están tan ocupados descubriendo el mundo y todo lo que los rodea que concentran sus energías en apropiárselo, la alimentación pasa a un segundo plano, de allí que, en relación con la alimentación, a esta época se le conoce como la edad de la ‘inapetencia aparente’.

De acuerdo con Silvana Dadán, nutrióloga pediatra y profesora asociada de la Universidad del Bosque, los papás comentan que un día su hijo come como si fuera su última oportunidad, al siguiente solo recibe el desayuno, y al próximo, únicamente el almuerzo y así sucesivamente.

La especialista explica que esta conducta se relaciona con varios aspectos. En primer lugar, disminuyen las necesidades de calorías y nutrientes, porque también disminuye el ritmo de crecimiento.

La nutricionista Alicia Cleves explica que la tasa de crecimiento del niño empieza a hacerse más lenta durante la segunda mitad del primer año de vida y disminuye marcadamente a lo largo de este periodo; por ejemplo, durante el primer año, el promedio de aumento en peso es de 6 kilogramos, y en estatura, de 25 centímetros, mientras que en el tercer año el aumento es de 2 kilogramos, y en talla, de 8 a 9 centímetros. Se disminuye la velocidad de crecimiento lo cual se relaciona claramente con la alimentación.

“A esta edad la mayoría come muy poco, de acuerdo con los patrones del primer año de vida, por lo que los padres se preocupan y confunden; sin embargo, es importante que si el niño se ve saludable, lleno de vitalidad y crece normalmente, no hay por qué preocuparse, ya que los pequeños comen cuando sienten hambre y dejan de comer cuando satisfacen su apetito.  Este es el comienzo de toda una vida de hábitos alimentarios”, afirma Cleves.

En segundo lugar, también se reduce el interés del niño por comer, se enfoca en otras prioridades como caminar, jugar, “en posicionarse como quien domina su mundo”, afirma Dadán.

Así las cosas, la llamada ‘inapetencia aparente’ es perfectamente normal y los padres no debe sufrir por su causa, pues no significa que su hijo esté enfermo o aburrido o que tenga algún trastorno emocional.

Ahora bien, para estar tranquilos y seguros de que el niño sí se está alimentando, lo mejor es consultarle al pediatra la situación, él verificará que todo esté normal y hará los seguimientos rigurosos del peso y la talla para controlar que su desarrollo sea el adecuado.

El menú de sugerencias

En cuanto al manejo en casa, existen consejos que pueden ser muy útiles para que las horas de comida no se conviertan en un drama familiar y para que un plato servido en la mesa no sea siempre en motivo de discordia.

Lo mejor es continuar con los horarios de comida establecidos en la casa, no darle al niño cualquier cosa en cualquier momento que manifieste tener hambre y ofrecerle siempre alimentos nutritivos: proteínas, frutas, verduras y cereales. Este desinterés por la comida no puede convertirse en una excusa para comer lo que se desea y cuando desee.

Si a los padres les preocupa la buena alimentación, pueden consultar a un nutricionista especializado en pediatría para que los guíe con la dieta adecuada, pero en general, se trata de lograr conservar unas rutinas de alimentación, así él no coma en esos momentos, y ofrecerle siempre comida sana y nutritiva.

La nutrióloga Silvana Dadán recomienda “no ofrecerle alimentos o bebidas a cualquier hora del día, con tal de que coma, o reemplazar comidas principales con suplementos o bebidas o comidas o snacks de su agrado, porque de ser una inapetencia normal y fisiológica, se puede convertir en un trastorno de la conducta alimentaria, inducido por el ambiente familiar o por consejos que no son saludables”.

Lo mejor es entender que tarde o temprano el niño tendrá hambre y comerá lo que se le ofrezca, por eso es importante que las alternativas que le den los padres sean siempre de comida sana. Y de pronto considerar que tal vez esta no sea la mejor época para que el niño pruebe alimentos nuevos pues estará más dado a rechazarlos que a darse la oportunidad de probar. Recuerde, la comida no es su centro de atención.

Eso sí, los tiempos de comida no deben tardar más de 30 o 40 minutos y la alimentación debe servirse siempre en el comedor, no en el salón de juegos o en la sala de la casa, y siempre con la familia. De lo que se trata es de continuar con el ritmo y la vida cotidiana, ya el niño volverá a organizarse.

¿Qué no hacer?

Silvana Dadán, nutrióloga pediatra y profesora asociada de la Universidad del Bosque, les recomienda a los padres:

  • No reemplazar comidas elaboradas por alimentos y bebidas que les gustan niños o por teteros o jugos o yogur.
  • No convertir cada comida o refrigerio en un momento de ‘menú a la carta’. Deben ofrecerle al niño lo que se ha preparado para esa hora de comida.
  • No convertir la hora de comida o refrigerio en batallas campales.
  • No alterarse el rechazo o la conducta errática del niño a la hora de comer. Mantenga la calma.
  • No ofrecer premios o castigos, si el niño recibe o no las comidas.
  • No ofrecer teteros o suplementos porque el niño no comió.
¿Qué hacer?
  1. Ir al pediatra para descartar un desajuste fisiológico o emocional.
  2. Según el pediatra Álvaro Jácome, lo más importante es que los padres sean organizados en los horarios de las comidas y procuren limitar el tiempo que dedica el menor a esta actividad.
  3. Se deben reunir en familia para enseñarle a comer de manera saludable. El lugar para alimentarse siempre debe ser el comedor.
  4. Ofrecer y preparar platos atractivos con comida variada y colorida.
  5. Hablar con los niños de manera positiva. Si no come, no hay que acusarlo, pero tampoco debe ser tan permisivo con los chantajes y los berrinches.
  6. Sirva porciones adecuadas. Los niños no comen como los adultos. Se recomienda comenzar sirviendo poca cantidad, e ir aumentando paulatinamente las porciones conforme el pequeño las va aceptando.
  7. Esto implica que si no come una cosa, puede comer más de la otra. Tenga en cuenta que nunca debe premiar con dulces o comida ‘chatarra’ ni chantajear. Tampoco utilice el televisor o los juegos como un elemento distractor.
  8. Debe servir el plato. Si el niño no come durante alrededor de 20 minutos, levante el alimento y dígale que no habrá nada más hasta la siguiente comida. Si la situación es normal, el niño tendrá hambre en algún momento.
  9. En cuanto a los alimentos suministrados entre comidas, es mejor optar por aquellos que tengan carbohidratos complejos, como las frutas. Evite paquetes, gaseosas o cualquier producto relacionado con la comida ‘chatarra’.
  10. Es necesario que los padres hagan de cada comida un rato agradable, en el cual no haya tensiones.

Fuente:  abcdelbebe.com

Últimas noticias:

¿Reflejan las bajas calificaciones la calidad de un docente?

Un docente que consistentemente otorga calificaciones bajas a sus alumnos puede ser motivo de preocupación, pero no necesariamente es indicativo de su calidad como...