Miguel Fersobe Pichardo
Con base en los lineamientos trazados por el Ministro de Educación, Andrés Navarro, en el que aseguró “que su gestión se desarrollaría con un espíritu de trabajo en equipo y de diálogo que permita construir una institucionalidad más efectiva, transparente e inclusiva, con todos los sectores de la sociedad”, el equipo de la Dirección General de Participación Comunitaria tiene la responsabilidad de producir y proponer las políticas, programas y acciones que contribuyan con el involucramiento efectivo de la familia y la comunidad en el desarrollo de la educación dominicana.
Nos hemos propuesto desterrar del último rincón de nuestro país, la anticuada concepción paternalista del estado, particularmente del Gobierno, como único responsable de la educación de sus ciudadanos. La Educación es una empresa tripartita de la familia, el estado y la comunidad. No es posible concebirla sin tomar en cuenta el rol protagónico de cada uno de los diversos actores de este proceso, especialmente cuando nos encontramos migrando de un currículo basado en conocimiento a un currículo basado en competencias, siendo la primera de ellas Ética y Ciudadanía. ¡El aula no es suficiente para formar buenos ciudadanos, hace falta el concurso de todos!
Roles de la familia en la educación
La familia tiene un rol intrínseco a su naturaleza en la educación de los nuevos habitantes del planeta. Es en la familia donde se aprenden las primeras normas básicas de convivencia, es la familia la responsable de nuestra primera aproximación a la lengua, la lengua “materna”, es la familia la que crea los primeros modelos a seguir (papá, mamá, hermanos, tíos, etc.). En fin, es la familia la que nos da la bienvenida al mundo de la educación, y nos acompaña en las primeras etapas de nuestras vidas. De ahí la importancia de contar con familias fuertes, tal y como se denomina un programa que desarrolla actualmente el Ministerio de Educación de la República Dominicana (Minerd), con el auspicio de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC) y el Consejo Nacional de Drogas (CND), entre otros programas y herramientas de orientación y apoyo a la familia como lo son: Padres Juntos Podemos, Habilidades Parentales, Crianza Saludable, Cuadernos de Familia y la Escuela de Padres.
Un segundo rol, de carácter político institucional, es la participación organizada de la familia en el sistema educativo dominicano, a través de los diversos mecanismos creados por las políticas públicas expresadas en las normativas institucionales (leyes, reglamentos, ordenanzas, etc.) que empoderan a la familia como ente participativo del sistema. Para un efectivo desempeño de este rol es necesario el compromiso voluntario de los padres, que va más allá de su afiliación a través de los mecanismos de participación. Es el compromiso que surge de la verdadera vocación de servicio, es el compromiso entusiasta que los lleva a hacer las cosas con pasión, sin esperar nada a cambio, más que la satisfacción del deber cumplido.
El Minerd concentrará todos los esfuerzos en la efectividad de la participación de la familia en la mejora de la calidad educativa. ¡Nosotros, la familia, somos la escuela!
El autor es director general de Participación Comunitaria del Minerd.