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Biohacking, el movimiento que hace temblar la industria biotecnológica

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María Hidalgo

Hay un movimiento DIY (“Do It Yourself”, “Hazlo tú mismo”) desconocido por la mayoría pero que cada vez acumula más fuerza y polémicas: la Biología de garaje (en referencia a los comienzos de la revolución informática). Es un movimiento internacional de ciencia ciudadana que trata de crear una versión accesible y distribuida de la biología, a través de soluciones tecnológicas de bajo coste y suele ser externa, y en cierto modo ajena, de los entornos convencionales en los que podemos encontrar el estudio y desarrollo de la biología como pueden ser las universidades y las empresas de biotecnología.

Como muestra de ello, a diferencia de la biología institucional, muchos de los desarrolladores de esta biología DIY no poseen una formación académica en esta ciencia sino que adquieren sus nociones y la practican gracias al conocimiento abierto y el apoyo de una comunidad.

Al democratizar la experimentación de las prácticas biológicas, ha surgido un fenómeno paralelo a este DIY: el biohacking. Tras este concepto encontramos todo un movimiento de acercamiento de la ciencia a la ciudadanía que ha conseguido trasladar los laboratorios de investigación a los “garajes” de todo aquel quiere acercarse a esta ciencia y sumarse a la experimentación colectiva y en abierto.

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Los participantes de esta biología casera se identifican por una estética biopunk así como con el movimiento transhumanista y el techno-progresismo. Para aunar no sólo esta estética sino también sus principios, cuentan incluso con un Manifiesto Común, en el que podemos encontrar algunas de sus reivindicaciones, como son por ejemplo, la alfabetización científica de la sociedad para que esta pueda ser colaboradora activa de su propia salud, sus interacciones con sus propios cuerpos y medio ambiente, la calidad de su comida, agua o aire.

Pero el biohacking va mucho más allá y aspira también a la gestión de la propia biología utilizando una serie de técnicas médicas, nutricionales y electrónicas con objeto de ampliar las capacidades físicas y mentales del sujeto.

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Esto puede sonar a simple ciencia ficción pero ya hay ejemplos y casos muy reales que han podio llevar a la práctica como por ejemplo “Circadia”, un dispositivo de código abierto implantable en el cuerpo y que puede leer datos biomédicos y transmitirlos a Internet a través de bluetooth. Cualquier usuario puede descargárselo, modificarlo o utilizarlo para sí mismo. El implante, no solo acumula datos médicos, también puede mostrar (mediante Leds a través de la piel) mensajes, advertencias o textos desde un Smartphone con Android al implante.

¿Increíble? Pues como os decíamos, Circadia es solo un pequeño ejemplo. Estos nuevos hackers se experimentan en todos los campos imaginables de la biología genética como la extracción de ADN en casa con fines didácticos pero también, planteando polémicos problemas de bioseguridad.

¿Existirían problemas relacionados con el biohacking? Estandarizar los protocolos de seguridad ha de ser una obligación para cualquier investigador, profesional o amateur, para garantizar que los experimentos ofrecen buenos resultados, y no perjuicios en el futuro. Aunque como también explica Markus Schmidt en este artículo, la filosofía hacker aplicada a la biología presenta los siguientes principios:

Be safe, do not damage anything, do not damage anyone, either physically, mentally or emotionally, be funny, at least to most of the people who experience it.

 El movimiento de biología DIY, al igual que la biología sintética, ha sido el objeto de numerosos artículos de prensa en los que se utilizan argumentos como el síndrome de Frankenstein para crear un estado de alarma alrededor de él, asociándolo al bioterrorismo. En realidad los principales laboratorios de biología DIY son vigilados por las agencias del estado de diferentes países para asegurarse que sus actividades no presentan ningún peligro, y a veces llegan a colaborar con ellas.

En junio de 2013 el laboratorio estadounidense BioCurious propuso un proyecto en la plataforma de financiamiento participativo Kickstarter para crear plantas genéticamente modificadas que brillaban en la oscuridad. A raíz de la polémica que se generó a partir de él sobre los usos apropiados de las biotecnologías, Kickstarter decidió prohibir las campañas que prometieran organismos genéticamente modificados como recompensa.

Otra de las polémicas parten de los movimientos grinder (modificación corporal destinada a aumentar las capacidades sensoriales del ser humano) y transhumanista también se han apropiado del término biohacker, que entienden como la experimentación biológica sobre uno mismo por medio de diferentes implantes electrónicos y de nuevos modos de alimentación. Sin embargo, la mayoría de laboratorios de biología DIY tiende a desvincularse de estas corrientes ideológicas a causa de los riesgos sobre la salud humana que éstas podrían conllevar.

Además de causar polémicas, los biohacker, al igual que sus compañeros informáticos y periodistas, también están organizándose para desvelar las prácticas poco éticas del mundo empresaria. En particular, los miembros de Four Thieves Vinegars, se definen como un grupo de biohackers cuyo objetivo es desarrollar métodos que permitan a cualquier ciudadano con unos conocimientos básicos, fabricar sus propios medicamentos y luchar de esta forma contra un sistema que termina privando a muchos de sus derechos de acceso a la medicina por varias razones.

Según detallaba eldiario.es, este mismo verano estalló otra polémica vinculada al precio de las inyecciones de epinefrina comercializadas por la compañía Mylan y conocidas como EpiPen, que se utilizan como tratamiento de emergencia para tratar reacciones alérgicas graves. En la actualidad cada pack de dos unidades se vendía a 600 dólares, sin embargo, un equipo de biohackers consiguió crear una dispositivo similar por menos de 30 dólares.

Four Thieves Vinegar (traducido como el vinagre de los cuatro ladrones) y ha utilizado componentes que se pueden comprar a través de internet por un precio que ronda los 30 dólares. El colectivo ha colgado un documento con instrucciones en su página web y ha publicado un vídeo en el que explican cómo crear el dispositivo autoinyectable, que han bautizado como EpiPencil.

Con esta acción los activistas han demostrado que el dispositivo es relativamente sencillo y barato de producir, algo que ya habían reconocido varias fuentes del sector farmacéutico según informó la cadena americana NBC.

Estas son algunas páginas esenciales para conocer algo más sobre ellos:

Biocurious, hackerspace for biotech in Sunnyvale

Biofoundry, Australia’s first biohacking space based in Sydney

Bricobio, Montreal’s first BioTech Biohacker Space

Counter Culture Labs, biohacking space in Oakland (EE.UU.)

Genspace, community based lab in Brooklyn, New York providing scientific education

Hackteria, Open Source Biological Art, DIY Biology, open source software, open source hardware

La Paillasse, Paris (France)

London Biohackspace, London (United Kingdom)

Open Wetlab, Amsterdam (Holland)

SyntechBio, Latin American Network of Biohacker Spaces

TheLab, biohackerspace and community lab in Los Angeles (EE.UU.)

Univercité, Renens (Switzerland). It includes the Hackuarium laboratory

Fuente: muhimu.es

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