Caroline Williams
Trata de imaginar la Tierra vista desde el espacio. ¿Dónde quedaría la parte de arriba?
Si dices el Polo Norte, lo más probable es que coincidan muchas personas contigo. Sin embargo, pudieras estar equivocado.
La incómoda verdad es que a pesar de que todos nos imaginamos el mundo de esa manera, no hay razones para pensar que el techo del mundo es el norte.
La forma como quedó determinado de esa forma es una excitante mezcla de historia, astrofísica y psicología.
Y además, nos lleva a una conclusión importante: el concepto utilizado para diseñar los mapas tiene que ver con la manera como nos sentimos al respecto.
Navegación cerebral
Entender dónde estás ubicado en el mundo es una habilidad básica de supervivencia, lo cual explica por qué los humanos, como la mayoría de las especies, tienen áreas especializadas del cerebro con numerosas conexiones para crear un mapa cognoscitivo de lo que nos rodea.
El norte fue rara vez colocado en el tope, por el simple hecho que de ahí es donde viene la oscuridad. El oeste tampoco fue una elección, porque por ahí desaparecía el sol”
Jerry Brotton, experto
Sin embargo, lo que hace únicos a los humanos, con la excepción de las abejas, es que nosotros tratamos de transmitir estos conocimientos del mundo a otros miembros de nuestra especie.
Esto es así desde hace mucho tiempo también en lo que se refiere a cartografía. La primera versión de un mapa fue descubierta en la pared de una cueva hace 14.000 años.
Mirando hacia el emperador
Dada esa larga trayectoria, es sorprendente pensar que fue solo hace pocos siglos que el norte comenzó a ser considerado como el tope del planeta.
De acuerdo con Jerry Brotton, un historiador de la Universidad Queen Mary en Londres especializado en mapas, “el norte fue rara vez colocado en el tope, por el simple hecho que de ahí es donde viene la oscuridad”.
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El mapa Kagnido, un mapa chino de influencia coreana de 1402
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“El oeste tampoco fue una elección, porque por ahí desaparecía el sol”.
Brotton dice que aun cuando ya tenían brújulas en esa época, no existe una razón sólida para que el norte esté en la parte de arriba de los mapas.
Las primeras brújulas hechas en China estaban diseñadas para apuntar hacia el sur, que entonces era considerado más deseable que el oscuro norte.
Pero en los mapas chinos el Emperador, quien vivía en el norte del país, siempre fue colocado en el tope de los mapas, con todos los demás súbditos mirando en dirección hacia él.
“En la cultura china el emperador mira hacia el sur, porque de ahí es donde viene el viento, por eso es una buena dirección. El norte no es muy bueno, pero te encuentras en una posición de subordinación hacia el emperador, así que tienes que mirarlo”, explica Brotton.
Mapas religiosos
Dado que cada cultura tiene una idea muy clara de hacia dónde y hacia quién se debe mirar, no debería sorprendernos que haya poca consistencia en el diseño de los mapas.
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Este mapa, el Tabula Rogeriana de Muhammad al Idrissi, dibujado en 1154, solo podemos entenderlo si lo volteamos, como se ve en la foto.
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Por ejemplo, en el antiguo Egipto el tope era colocado en el este, porque de ahí salía el sol.
Y las primeras versiones de los mapas islámicos le daban preponderancia al sur, porque la mayoría de las culturas musulmanas se encontraban al norte de la Meca, por lo que se imaginaban mirando hacia el sur.
Los mapas hechos por cristianos en la misma era (llamados mapamundis)situaron el este en el tope, apuntando hacia el Jardín del Edén, con Jerusalén en el centro.
Entonces, ¿cómo todos se pusieron de acuerdo y decidieron poner el norte como techo del mundo?
El norte de los exploradores
La razón por la cual el norte comenzó a ser la referencia tiene que ver con exploradores como Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes, quienes navegaban tomando como guía la Estrella del Norte.
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Mapamundi Hereford, de 1300.
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No obstante, Brotton advierte que estos primeros exploradores no se imaginaban el mundo de esa manera.
“Cuando Colón describe el mundo, tenía como referencia el este en el tope”.
Hay que recordar que en aquella época “nadie sabía qué estaba haciendo ni hacia dónde iban”, insiste.
El mapa del mundo de Gerardus Mercator, de 1569, fue casi seguramente el momento cumbre cuando comenzaron a dibujarse los mapas con el norte arriba.
Mercator fue el primero en utilizar la palabra “atlas” y su mapa fue ampliamente reconocido como el primero en tomar en cuenta la curvatura de la Tierra, de manera que los marinos pudieran cruzar largas distancias sin equivocarse al definir el curso.
Pero incluso en ese caso el norte no tuvo mucho que ver con esa decisión.
“Mercator proyectó los polos hacia el infinito. Según su descripción, ese detalle no importaba porque en esa época no estaban interesados en navegar hacia ellos. El norte quedó arriba, pero a nadie quería ir hacia allá”.
Con todo y eso, pudo haber puesto el sur arriba.
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Este es el mapa que puso el norte arriba por primera vez.
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A lo mejor la decisión fue más simple porque los europeos eran quienes estaban haciendo la mayor parte de las exploraciones del mundo.
Cualquiera haya sido la razón, la idea de colocar el norte en la parte de arriba tuvo buena acogida.
Una mirada desde el espacio
La tendencia de tener al norte arriba se ha profundizado con el transcurrir del tiempo.
Para muestra está la famosa foto tomada por un astronauta de la NASA en 1973, donde se observa la Tierra con el sur arriba, debido a que fue tomada mientras se realiza una vuelta alrededor del planeta.
La NASA decidió voltearla para evitar confundir a la gente.
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La NASA volteó esta fotografía de la Tierra para no confundir a la gente.
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Sin embargo, cuando comienzas a mirar a la Tierra desde el espacio te das cuenta que la idea de colocar un punto específico como tope carece de todo sentido.
Es cierto que, tal como aprendimos en la escuela, la Tierra se alinea en el mismo plano con los otros planetas del sistema solar, porque todos conforman la misma nube de polvo que gira al mismo tiempo.
También es verdad que esa fotografía ha podido mostrar el Sol arriba o abajo, dependiendo del lugar en el espacio desde el cual se tomó la imagen.
Comparado con la Vía Láctea, nuestro sistema solar esta desbalanceado unos 63 grados.
No obstante, mientras los astrónomos han descubierto que las estrellas y los planetas se alinean con sus vecinos de una forma similar a lo largo del espacio, Daniel Mortlock, astrofísico del Colegio Imperial de Londres, señala que esto es verdad en una escala muy pequeña comparada con la vastedad del universo.
Hasta donde los astrónomos sabemos, realmente no existe un arriba o abajo en el espacio”
Daniel Mortlock, astrofísico
“Hasta donde los astrónomos sabemos, realmente no existe un ‘arriba’ o ‘abajo’ en el espacio”, advierte.
Así que la respuesta a la pregunta sobre cuál es la parte de arriba de la Tierra es muy sencilla: en ningún lado en particular, y solo la superioridad cultural en la historia ha establecido que el norte es el techo del planeta.
En consecuencia, ¿es hora de comenzar a tomar en consideración otros puntos de referencia?
El norte es “bueno”
Para los psicólogos hay evidencia de que la cultura del norte como techo del mundo puede estar contaminando la forma como percibimos qué es valioso en el planeta.
Una clara referencia en psicología indica que muchas personas piensan que el norte se asocia con sentirse bien o dinámico, y el sur sugiere sentirse decaído.
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¿Es posible que nuestra percepción de lo queda arriba y lo que queda abajo introduzca un sesgo negativo hacia el sur?
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Brian Meier, psicólogo del Colegio Gettysberg, en Estados Unidos, descubrió que las personas inconscientemente procesan palabras positivas como si estuviesen más arriba en el espacio que las negativas.
De modo que él se preguntó si había una conexión entre el norte=bueno y bueno=arriba, y cómo esas asociaciones afectaban los valores que las personas asignaban a diferentes áreas en una mapa.
Para validar esto mostró a unos sujetos un mapa de una hipotética ciudad, y les preguntó dónde les gustaría vivir.
Las personas estuvieron claramente inclinadas a elegir la zona norte de la ciudad.
Y cuando a otro grupo se le preguntó dónde vivirían personas imaginarias de distintos estratos sociales, los sujetos ubicaron a los más ricos en el norte y a los pobres en el sur.
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Es verdad que los planetas están alineados. ¿Pero quién dice desde qué punto de vista deben verse?
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No es difícil concebir que a las personas les importa menos qué ocurre en los países o regiones que están en una zona más “baja” que ellos en el mapa o el globo.
La buena noticia es que en el experimento de Meier la relación entre el “norte” y el “sur” fue eliminada con un simple cambio: voltear el mapa.
Así que quizás el mundo pueda ser un poco más justo si todos comenzamos a poner el mapa al revés de vez en cuando.
Mapas hechos con el sur en el tope se consiguen fácilmente en Internet. Es una tendencia que Mortlock favorece mucho: “como australiano creo que debía hacerse con más frecuencia”.
En todo caso es una manera de ver el mundo con ojos frescos y hacerlo inexplorado una vez más.
Con tan pocos descubrimientos por hacer de zonas en la Tierra, a lo que podemos dedicarnos -parafraseando a Marcel Proust- es a mirar el mundo que tenemos.
Pero esta vez, a través de unos ojos distintos.
Fuente: BBC Future