Omar Shamir Reynoso
Desde muy pequeños la magia de los cuentos y del cine (específicamente la del mundo de Disney), nos dice que es posible convertir un sapo en príncipe azul sólo con un beso. Hoy en día, gracias a la igualdad de géneros, también aspiramos a que el sapo se convierta en princesa. Hoy no les vamos a hablar sólo de besos, de príncipes y princesas; sino también de la importancia de cuidar y proteger estas especies, tan importantes para el equilibrio del ecosistema y que hoy están amenanazados.
¿Por qué son importantes los sapos o ranas? ¿O si queremos usar un término científico los anuros? Aunque no gozan de la simpatía de muchos seres humanos, los anfibios, palabra que proviene del griego amphi (ambos) y bio (vida) haciendo referencia a la doble vida acuática-terrestre que tienen, son especies abundantes en nuestro planeta: existen más de 6,000 especies descritas.
En la isla La Española existe un alto endemismo (de casi un 100%) de estos animales. Unas 76 especies, únicas en el globo, que las constituye en un tesoro ecológico relevante cuya protección nos concierne como nación.
Estos animalitos son responsables de mantener el control biológico de algunos insectos, como los mosquitos. Y contrario a los que muchos piensan, son indicadores de ambientes sanos: no, no significa que sea un lugar de príncipes azules y princesas rosas, sino un bosque bien conservado y un ecosistema sano, sin olvidar esos melódicos sonidos que ambientan escenarios que evocan a paz, tranquilidad y armonía.
Este grupo de animales, que han habitado el planeta desde hace más de 300 millones de años, se ven hoy en día amenazados: pérdida de hábitat, contaminantes, aumento en la radiación UVB, introducción de especies invasoras, cambio climático (con efectos ya evidentes, como el adelanto en la época de reproducción motivado por el aumento de la temperatura, la desecación temprana de las masas de agua, con la consiguiente muerte de las larvas que no tienen tiempo de completar su metamorfosis, etc).
Imagínense todos estos tensores traducidos en buen dominicano: desforestación en sierra Bahoruco, Valle Nuevo, fragmentación de hábitat por actividades agrícolas y contaminación de ríos y cañadas con plásticos, foam, pesticidas…peor aún cuando la República Dominicana se encuentra dentro de los 10 países más afectados por los efectos del cambio climático, lo que significaría que, si nos llevamos de la saga de Disney, nos quedaríamos sin príncipes azules y sin princesas rosas.
Como si no fuera suficiente, a finales de los años noventa, una nueva amenaza se reporta en la Cordillera Central para especies que habitan en elevaciones medias y altas, poniendo en riesgo las poblaciones de anfibios del mundo.
Se trata de un hongo que vive en el agua llamado Batrachochytrium dendrobatidis que cubre la piel de la ranas y sapos. Como estos animales respiran por la piel, mueren asfixiados, afectando a más del 38% de las especies de anfibios identificados en el planeta, cifra que avanza cada día.
Dentro de las hipótesis de cómo llegó este virus originario de África, donde al parecer era una infección estable en las poblaciones silvestres, se apunta a la utilización de Xenopus laevis, para realizar pruebas de embarazo durante la década de los sesenta.
Quién lo diría: que una rana o sapo se utilizara para detectar el embarazo; quizás de utilizarse hoy en día no existiera tanta fobia a estas especies y los viéramos más como un aliado para sacarnos de esa duda.
Sin miedo a equivocarme, en un planeta sin anuros, sapos o ranas, las plagas ocuparían nuestras vidas diarias, causando también cuantiosas pérdidas en la agricultura, un aumento desmesurado de los insectos (incluidos los portadores de enfermedades como la Zika, Chikungunya o el dengue).
Cada ser vivo, animal o vegetal, forma parte de un todo que llamamos biosfera y tiene su razón de ser. Pensar que la extinción de pequeños animales, por feos o desagradables que parezcan, no tiene gran importancia es un grave error.
Ya para finalizar, solo les diría que si van a besar un sapo o una rana para buscar una princesa les recomiendo Eleutherodactylus ligiae y si lo que buscan es un príncipe Eleutherodactylus neiba, especies bautizadas o descritas por personas que gozan de gran prestigio social que las nuevas generaciones debemos emular.