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El clima del aula como promotor del sentido de pertenencia y el logro de los estudiantes

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Dra. Arq. Leyda Mercedes Brea Sención.

El sentido de pertenencia se ha definido como un sentimiento de identificación de un individuo con un grupo o con un lugar determinado a partir del cual, emergen lazos afectivos que generan en la persona actitudes positivas y de compromiso hacia el grupo y el lugar. Se perfila como una variable susceptible a las características del ambiente, por ello, numerosas investigaciones se han realizado con el propósito de caracterizar aquel que favorezca su construcción y que posibilite comportamientos y actitudes positivas hacia el aprendizaje, hacia el grupo y hacia la institución educativa. Estas han dado cuenta de la relación existente entre el sentido de pertenencia al centro de estudios y un clima positivo tanto organizacional como de aula.

El clima del aula: condicionantes y repercusiones

El clima del aula se plantea en la literatura como una cualidad del ambiente de aprendizaje, conformado por las percepciones que tienen sus actores, es decir, los profesores y los estudiantes. Describe las relaciones socio-afectivas entre ellos, el contexto en el cual se dan estas relaciones y la influencia en el comportamiento, los resultados académicos y la satisfacción de los miembros. Por todo esto, generar un clima positivo en el aula ha de constituirse en una meta educativa muy preciada. Sobre este tema, González (2010) señala que los centros educativos han de preocuparse por la generación de un buen clima en el aula, a fin de facilitar y promover el compromiso de los estudiantes con su formación y una actividad social y académica enriquecedora.

En la literatura se recogen diversos criterios sobre las variables que entran en juego en la conformación del clima del aula. Algunos autores como Arón & Milicic (1999), Ríos, Bozzo, Marchant y Fernández (2010) coinciden en que el clima del aula se configura a partir de elementos materiales (el espacio, la infraestructura, el mobiliario, los recursos didácticos) e inmateriales (los contenidos, las actuaciones de las personas y sus relaciones). En base a esto, la investigación ha medido la influencia en el clima del aula de las características físicas del ambiente en cuanto a su propiedad de promover el aprendizaje y la identificación así como también los efectos en la implicación de los contenidos curriculares, de las relaciones entre profesores y estudiantes y de las prácticas en el aula.

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  El docente como impulsor de un buen clima de aula

Muchos estudios han puesto en evidencia que el clima del aula en la escuela se determina en gran medida por los comportamientos de los docentes (Pérez, 2010; Ríos, Bozzo, Marchant, & Fernández, 2010). Se han identificado como factores claves de un clima positivo la capacidad del profesor para estimular y motivar a aprender a los estudiantes. Describen el perfil de un profesor motivador como aquel que pone de manifiesto cuáles son las metas del programa y sus expectativas, conoce a sus alumnos, inculca en los estudiantes el valor del trabajo y el esfuerzo al mismo tiempo que valora el de ellos y les retroalimenta formativa y oportunamente (Ariza & Ferra, 2009). Es un profesor con liderazgo que  promueve un clima afectivo gratificante, el espíritu crítico y la adquisición de competencias sociales de comunicación y negociación mediante las discusiones grupales, el trabajo colaborativo y el debate de ideas, las cuales favorecen el control sobre las estrategias de pensamiento por parte de los alumnos.

De igual manera, los elementos asociados a clima positivo de aula se vinculan con un docente que mantiene un trato respetuoso y cordial hacia los estudiantes, les motiva y promueve la participación y está disponible para ellos. Respecto a esto, estudios realizados por Astin (1984) revelaron que una interacción frecuente con los profesores es un factor fuerte de satisfacción y de identificación de los estudiantes con la escuela y con sus estudios, más que cualquier otro tipo de interacción, ya sea con los pares o con cualquier instancia del centro.

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En un aula con un buen clima es un ambiente donde el docente manifiesta buena disposición para resolver dudas con voluntad y actitud positiva, mantiene siempre la disciplina y maneja comportamientos irregulares (Ríos, Bozzo, Marchant, & Fernández, 2010). Asimismo, es un docente que construye a partir de los errores dejándolos ver como necesarios para aprender, ayudando a los alumnos a reestructurar los conceptos y convertirlos en conocimientos acertados. Son docentes que propician el desarrollo de lazos afectivos entre los estudiantes a fin de mejorar la disposición para relacionarse unos con otros y para el aprendizaje.

Respecto a esto, la investigación da cuenta de la valoración por parte del alumnado de la enseñanza personalizada en el aula. Esta es una práctica docente que informa sobre profesores que conocen, cuidan y apoyan a sus alumnos y que están al tanto de las diferentes situaciones que puedan incidir en su desempeño. Junto con ella, el respeto y la democracia son otros de los aspectos que construyen un clima de aula propicio para el florecimiento del sentido de pertenencia.

Haciendo referencia a estos últimos aspectos, es importante resaltar que el aula es un espacio de relaciones interpersonales y grupales, donde se ejecutan muchas veces relaciones de poder entre el cuerpo docente y el alumnado, las cuales deben estar basadas en la percepción de liderazgo, el respeto, la confianza y el cuidado. Cuando en el aula se verifican relaciones de poder caracterizadas por la dominación-sumisión, se crea un clima tenso que no promueve el aprendizaje ni la identificación y repercute en la imagen, la autoestima, los sentimientos, los intereses y la motivación del alumno.

El profesorado fomenta un clima positivo cuando aprecia a sus alumnos y escucha sus intervenciones. Sin embargo, fomenta un clima negativo cuando no escucha, muestra expresiones de tedio y da mucha importancia a las calificaciones ya que promueve la comparación social, la rivalidad entre los estudiantes, la disminución del grado de implicación, el deterioro de la autoestima y de la sensación de control (Ariza & Ferra, 2009). Otros factores que se relacionan con un clima de aula negativo son dar poca voz a los estudiantes, usar el refuerzo negativo para motivar, sancionar más allá de lo funcional y realizar comentarios irónicos. Todos estos aspectos generadores de un clima de aula negativo, son también y por consiguiente obstaculizadores del sentido de pertenencia.

 Contribución del ambiente físico al clima del aula

La investigación destaca la influencia de los aspectos físicos en el clima del aula. Se reconoce las distintas maneras en las que estos condicionan la percepción del ambiente y el establecimiento de lazos afectivos. Por tanto, un aula cuyo espacio se perciba acogedor aportará a un buen clima, en cambio, uno que se perciba aburrido u opresivo, lo debilitará.  Asimismo, aspectos físicos como la acústica, iluminación, ventilación, temperatura y disposición del mobiliario condicionan la interacción en clase, el trabajo colaborativo y el desempeño en sentido general.

Respecto a lo anterior, Suarez (1987) concede especial atención a cómo el espacio del aula puede facilitar o impedir un aprendizaje efectivo. En lo que respecta a la organización de los alumnos, señala que ésta debe responder a los objetivos curriculares y a las actividades de clase y ya sea por territorios personales (asientos en hilera, en círculo) o por áreas de trabajo (pareja, equipos),  repercutirá en las interacciones que se llevarán a cabo entre ellos. Por su parte, Pérez (2010) propone la conveniencia de aulas amplias donde se facilite la participación así como la importancia de proveer las condiciones adecuadas a la actividad formativa en cuanto a niveles de ruido interno y externo, visuales y factores estéticos.

Con estos aspectos coinciden Left (1978), Muntañola (2004) y Muñoz (2005) quienes resaltan los efectos de la ambientación estética del aula. Estos destacan que se produce una comunicación más efectiva en espacios que cuentan con cierta intencionalidad estética. Los alumnos se perciben cuidados e importantes en espacios que a su vez son cuidados.  Estos espacios provocan reacciones positivas como bienestar, familiaridad, calidez, confianza, satisfacción, cobijo y gozo. Facilitan la interacción social y la creatividad y dan sensación de energía y alegría. Lo contrario provoca aburrimiento, hostilidad, fatiga. Asimismo, contar con un mobiliario cómodo, lugares para exponer objetos y productos de la clase, espacios que se pueden personalizar, invita a permanecer, a construir significados y lazos afectivos (Russell & Pratt, 1980; Suarez, 1987; Vidal & Pol, 2005). Todo esto propiciará un buen desempeño e identificación.

 Estrategias didácticas conformadoras de buen clima de aula

La investigación sobre el clima del aula en la Escuela también se ha enfocado en estudiar las repercusiones de éste en el aprendizaje y en el sentido de pertenencia de los estudiantes. Concede un papel muy importante a las estrategias didácticas empleadas por los docentes en la conformación de un clima propicio para el aprendizaje y la identificación.  Estudios muestran que las aulas que se caracterizan por ser entornos cooperativos ayudan a los estudiantes a integrarse socialmente, a experimentar una sensación de pertenencia,  a permanecer en el programa elegido y a lograr buenos resultados en sus estudios (Meeuwisse, Severiens, & Born, 2010). De igual manera, el diseño de las actividades de aprendizaje influye en la percepción de auto eficacia de los estudiantes. Cuando este concede más protagonismo al alumnado, aumenta el grado de participación, independencia y responsabilidad y el desarrollo de capacidades y habilidades.

Coincidiendo con estos planteamientos, Howard, Howell, & Brainard (1987) agregan que la puesta en práctica de estrategias didácticas creativas y eficaces contribuye simultáneamente al buen rendimiento de los estudiantes y a la potenciación de los procesos de identificación y satisfacción estudiantil. Destaca entre estas estrategias la planificación flexible y adaptable, la priorización de la actividad del estudiante sobre las explicaciones docentes, el aprendizaje a través de la creación de problemas y relatos y las  actividades basadas en iniciativas del alumnado.

La investigación revela que un contenido curricular pertinente impartido en el aula mediante estrategias didácticas dinámicas e interactivas promueve el sentido de pertenencia, desarrolla el compromiso de los estudiantes y la motivación, y, por consiguiente, aumenta la retención y el éxito académico. Como ejemplo, se citan estrategias que enfaticen el aprendizaje colaborativo como proyectos, equipos temáticos y grupos de estudio; experiencias de aprendizaje diversificadas basadas en aprender haciendo como experimentos, construcciones, debates; espacios especializados según la disciplina como talleres, laboratorios, cocinas, salas de entrevistas, cabinas de audio; comunicación de contenidos actualizados mediante charlas entusiastas, videoconferencias, foros. Otras estrategias didácticas ejemplificadas en la literatura como potenciadoras de la identificación del estudiante son la construcción de diarios, bitácoras, álbumes de fotos y anuarios, murales, trabajo comunitario, exposiciones, simulaciones, trabajo en distintos escenarios.

Estudios llevados a cabo en aulas exponen que la alta valoración del trabajo que se hace en el aula, como la percepción de que las tareas son significativas, interesantes, importantes y útiles tienen una fuerte influencia en el sentido de pertenencia, el cual a su vez es más fuerte en las aulas donde los profesores fomentan la participación y son percibidos como amigables, serviciales y organizados (Anderman, 2011).

Conclusión

A partir de la literatura y los estudios empíricos realizados en distintas escuelas, se resumen a continuación las características de las aulas con un clima positivo, que promueven el sentido de pertenencia de los estudiantes y con él su identificación, compromiso y buen desempeño académico. Estas características se presentan clasificadas en los cuatro aspectos descritos como configuradores del clima del aula: Aspectos didácticos, curriculares, relacionales y físicos.

 Referencias

Anderman, L. (18 de 4 de 2011). School belonging. Recuperado el 2 de 3 de 2013, de education.com: http://www.education.com/reference/article/school-belonging/

Ariza, M. R., & Ferra, M. P. (2009). Cómo motivar a aprender en la universidad: una estrategia fundamental contra el fracaso académico en los nuevos modelos educativos. Revista Iberoamericana de Educación(51), 87-105.

Arón, A. M., & Milicic, N. (1999). Clima social escolar y desarrollo personal. Un programa de mejoramiento. Santiago de chile: Andrés Bello.

Astin, A. W. (1984). Astin, A. W. (1984). Student involvement: A developmental theory for higher education. Journal of college student personnel, 25(4), 297-308.

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González, M. T. (2010). Los centros escolares y su contribución a potenciar la implicación de los estudiantes en sus aprendizajes. En M. Manzanares, Organizar y dirigir en la complejidad. Insatituciones educativas en evolución (págs. 372-379). Madrid: Wolters Kluwer.

Hargreaves, D. (1986). Las relaciones interpersonales en la educación (3 ed.). Madrid: Narcea .

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Leff, H. L. (1978). Experience, environment and human potencials. New York: Oxford University Press.

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Muntañola, J. (Mayo-Agosto de 2004). Arquitectura, educación y dialogía social. Revista española de pedagogía(228), 221-228.

Muñoz, J. M. (2005). El lenguaje de los espacios: interpretación en términos de educación. Teoría educativa(17), 209-226.

Pérez, Z. P. (Noviembre de 2010). Las dinámicas interactivas en el ámbito universitario: el clima de aula. Revista Electrónica Educare, 14(Extraordinario), 7-20.

Ríos, D., Bozzo, N., Marchant, J., & Fernández, P. (2010). Factores que inciden en el clima de aula universitario. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, 40(3-4), 105-126.

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Tableman, B., & Herron, A. (Diciembre de 2004). School Climate and Learning. Best Practice Briefs(31).

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