Omar Shamir Reynoso,
Coordinador de Programas Ambientales de GFDD , República Dominicana
Desde hace un tiempo se levanta una indignación generalizada por la excesiva exposición en medios locales dominicanos y redes sociales que definen como “proeza” la pesca de algún tiburón, satanizando la especie como si la cultura hollywoodesca hiciera parte de nuestro diario vivir.
Los tiburones han existido en nuestros mares y océanos por más de 400 millones de años, desempeñando un papel protagónico en la ecología marina, al colocarse en lo más alto de la cadena alimenticia.
En la República Dominicana la población de tiburones y de rayas era numerosa y muy diversa en cantidad de especies, aunque, en la actualidad, no son avistadas con facilidad. En el año 2013 un intento de organizar un torneo de pesca de tiburones en Santo Domingo despertó las alarmas de los conservacionistas del país, que demandaron acciones de parte de las autoridades competentes que garanticen la protección de estas especies.
Pero hoy en día seguimos teniendo casos donde algunos medios de comunicación nacionales reproducen la noticia de pesca de tiburones destacándola como una proeza y designando a sus perpetradores como “héroes”.
¿Es esto un indicador de lo atrasada que está la sociedad dominicana en temas de conservación?
En la región del Caribe insular, nuestro país parece ser de los pocos que no ejecuta ninguna política de conservación o preservación para estas especies.
En la República Dominicana el marco legal existente se limita al reglamento OSP-05-011 y a la inclusión de las especies Carcharhinus longimanus, punta blanca; Martillo (Sphyrna lewini), Martillo Gigante (Sphyrna Mokarran); Martillo Liso (Sphyrna zygaena); el Sardinero (Lamna nasus) y Mantarrayas (Manta spp) en el apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), por lo que la pesca y comercialización local no están debidamente reglamentadas.
Recientemente, Islas Caimán, Curacao, St. Maarten y Grenada anunciaron la creación de santuarios marinos para la preservación de las especies, debido a la disminución de sus poblaciones por causas del hombre y la pérdida y degradación de hábitats.
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La demanda de aletas de tiburón, algo de lo que tampoco estamos exentos, ha propiciado el exterminio de más de 100 millones de tiburones cada año en el mundo, hasta el punto de que muchas especies están en vía de extinción (alrededor de un 30%). Asia es el principal consumidor y se estima que tan sólo Hong Kong importa cada año 10 millones de kilos de aletas, equivalente a 73 millones de tiburones provenientes de más de 80 países.
Las denuncias conocidas a través de las redes sociales por un grupo de ciudadanos llamado Eco & ½ ambiente preocupados por la problemática, nueva vez suena las alarmas sobre la problemática de pesca indiscriminada de todas las especies de Elasmobranquios.
En los casos recientes: aleteo detectado en el Banco de La Plata por la Embarcación Don Goyo, pesca de tiburón Tiguere en la Avenida de Las Américas, pesca de una raya chucho (Aetobatus narinari) en Cayo Levantado y las más recientes capturas en Bávaro, Punta Cana.
Estas últimas han generado mayor rechazo nacional e internacionalmente porque personal de cadenas hoteleras estaría participando en las capturas.
Cuando medios internacionales destacan a ciudadanos que intervienen o ayudan un tiburón u otras especies en playas extranjeras a volver su hábitat, en la República Dominicana nos bombardean con fotos y videos caseros de capturas que no son con fines de subsistencia, sino más bien de matar por matar.
¡Como si tuviéramos muchos!
Dentro de algunas de las explicaciones del porqué hicieron esto, leí que alegaron que por la seguridad de sus turistas y personal.
Entonces mi pregunta sería: ¿podrían las cadenas hoteleras exhibir alguna política para que sus huéspedes y personal no mueran en accidentes de tránsito (carros, motores y autobuses), por enfermedades de transmisión sexual, por ingesta de alcohol, etc.?
Todas estas acciones causan más muertes por año que los tiburones, entonces realmente no es por seguridad.
Una oportunidad para medir el éxito de la medida de matar el tiburón sería preguntarle a los huéspedes y personal extranjero que pudieron presenciar el evento, que pasaría si esto pasara en su país de origen.
El repudio a estas acciones no se ha hecho esperar y cada vez más dominicanos y extranjeros piden la conservación de las diferentes especies de flora y fauna, haciéndose eco de estos nefastos eventos.
Incentivar los principios de conservación y de utilización eficiente y responsable de los recursos naturales nos hace una sociedad más prospera y todas las empresas públicas, privadas y no gubernamentales del sector turismo y medio ambiente deben avocarse a promover esto.
El buceo con tiburones no es una práctica nueva ni ajena a los destinos turísticos y con acciones como esta estamos alejándonos de atraer un turista responsable con el medio ambiente; más bien es una actividad que genera millones de dólares demandada por buzos profesionales y aficionados en destinos como; Ecuador, México, Honduras, Bahamas, Saba, Cuba, Belice.
Esto es un llamado a la reflexión sobre cómo podemos emular las buenas prácticas de países similares a República Dominicana y un llamado a hacernos sostenibles.