La jornada escolar transcurre a través de la interacción entre las personas que se reúnen en un ambiente creado y pensado con un propósito esencial: el aprendizaje de los estudiantes. Es allí donde se dan situaciones con miras a desarrollar la construcción de los conocimientos.
Por eso, es importante que todos los involucrados fijen metas comunes para fortalecer las actividades que se han de realizar.
Nos referimos al centro educativo y, en especial, al colectivo que se forma en torno a él. Las familias, los profesores, el equipo de gestión, el personal de apoyo, el contexto en el que está enclavado, los estudiantes, en fin, todos los actores que impactan el ámbito escolar. Consecuentemente, si la escuela quiere mejorar la calidad de la educación, debe fortalecer la cultura de liderazgo compartido y propiciar que la misma se transforme en una comunidad de aprendizaje.
La calidad de la educación busca, entre sus propósitos, la unificación de criterios en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es de suma importancia, en la formación continua de los docentes, que trabajen juntos y que se apoyen mutuamente. De ahí que el crecimiento profesional no recae solamente en cursos independientes, sino que, además, se produce durante la actividad social, de forma habitual, a través de una cultura colaborativa de trabajo. Como consecuencia de lo anterior, con las CPA (Comunidades Profesionales de Aprendizaje y calidad en la enseñanza) hay mayor riqueza de contenidos y fuentes de consulta.