Autodeterminación: Enséñales cómo pensar, no qué pensar

La autodeterminación es la garantía de que, elijamos lo que elijamos, seremos nosotros los protagonistas de nuestras vidas. Podremos equivocarnos. De hecho, es muy probable que lo hagamos, pero aprenderemos del error y seguiremos adelante, enriqueciendo nuestro kit de herramientas para la vida.

Desde el punto de vista cognitivo, no existe nada más desafiante que los problemas y los errores ya que estos no solo demandan esfuerzo sino también un proceso de cambio o adaptación. Cuando nos enfrentamos a un problema se ponen en marcha todos nuestros recursos cognitivos y, a menudo, esa solución implica una reorganización del esquema mental.

Por eso, si en vez de darles verdades absolutas a los niños les planteamos desafíos para que piensen, estaremos potenciando la capacidad para observar, reflexionar y tomar decisiones. Si enseñamos a los niños a aceptar sin pensar, esa información no será significativa, no producirá un cambio importante en su cerebro sino que simplemente se almacenará en algún lugar de su memoria, donde poco a poco se irá difuminando.

Al contrario, cuando pensamos para solucionar un problema o intentamos comprender en qué nos equivocamos se produce una reestructuración que da lugar al crecimiento. Cuando los niños se acostumbran a pensar, a cuestionar la realidad y a buscar soluciones por sí mismos, comienzan a confiar en sus capacidades y enfrentan la vida con mayor seguridad y menos miedos.

Los niños deben encontrar su propia manera de hacer las cosas, deben conferirle sentido a su mundo e ir formando su núcleo de valores.

 ¿Cómo lograrlo?

Una serie de experimentos desarrollados en la década de 1970 en la Universidad de Rochester nos brinda alguna pistas. Estos psicólogos trabajaron con diferentes grupos de personas y descubrieron que las recompensas pueden mejorar hasta cierto punto la motivación y la eficacia cuando se trata de tareas repetitivas y aburridas pero pueden llegar a ser contraproducentes cuando se trata de lidiar con problemas que demandan la reflexión y el pensamiento creativo.

Curiosamente, las personas que no recibían premios externos obtenían mejores resultados en la resolución de problemas complejos. De hecho, en algunos casos esas recompensas hacían que las personas buscaran atajos y asumieran comportamientos poco éticos ya que el objetivo dejaba de ser solucionar el problema, para convertirse en obtener la recompensa.

Estos resultados llevaron al psicólogo Edward L. Deci a postular su Teoría de la Autodeterminación, según la cual para motivar a las personas y a los niños a que den lo mejor de sí, no es necesario recurrir a recompensas externas sino tan solo brindar un entorno adecuado que cumpla con estos tres requisitos:

  1. Sentir que tenemos cierto grado de competencia, de manera que la tarea no genere una frustración y una ansiedad exageradas.
  2. Disfrutar de cierto grado de autonomía, de manera que podamos buscar nuevas soluciones e implementarlas, sintiendo que tenemos el control.
  3. Mantener una interacción con los demás, para sentirnos apoyados y conectados.

Educar no es crear sino ayudar a los niños a crearse a sí mismos

Gracias  a Jennifer Delgado de Rincón de Psicología

Fuente: Cultura Inquieta

¿Por qué algunos niños se lastiman a sí mismos?

Mónica Toro

Jalarse el pelo, arañarse, rasguñarse, morderse y golpearse la cabeza contra el piso son algunas conductas autoagresivas -lastiman- que pueden tener los niños. Las razones de estas actuaciones, según el siquiatra infantil Germán Casas, pueden ser de tres tipos: sicológico, neurológico o manipulación.

El primero se refiere al pequeño que se lastima después de un enojo o inconformismo, con el fin de llamar la atención. “Es el que después de que el adulto le niega un helado, el infante se agrede, creyendo que con esto llamará la atención y conseguirá lo que desea”.

Este tipo de niño, según Casas, es consciente de su agresión y evita, en la mayoría de los casos, lastimarse fuerte. Es decir, controla la fuerza con la que se pega, ya que solo busca ser complacido. Otro caso es el de aquel menor que se lesiona debido a la ansiedad, soledad, depresión y poca tolerancia a la frustración. Además, encuentran en la autoagresión la estimulación que les hace falta. “Estos son pequeños que carecen de amor y compañía, pero sobre todo del cuidado de los adultos, por lo que incluyen la autolaceración en un intento desesperado de tener un apego propio”, indica Casas.

También puede ser el resultado, afirma la sicóloga Sandra Jaramillo, de una respuesta a la separación de sus padres, de problemas escolares, económicos y familiares en los que el niño se ve involucrado. Sin embargo, la causa que requiere más cuidado es neurológica. Según el neurólogo pediatra Álvaro Izquierdo, el déficit de atención con impulsividad, el cuadro sicótico, el autismo, el retardo mental y las anormalidades metabólicas podrían ser algunas causas por las cuales los niños se agreden a sí mismos, ya que los aleja del mundo real y no les permite diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, sufriendo así una alteración de la sensibilidad.Investigadores han encontrado que desequilibrios en los neurotransmisores podrían causar conductas autoagresivas, ya que algunas sustancias podrían incrementar su producción o liberación, lo que aumentaría el grado de irritabilidad; además, el pequeño no experimenta ningún dolor mientras se hace daño.

¿Qué hacer?

Antes de diagnosticar al pequeño, la sicóloga Sandra Trujillo señala que lo más importante es revisar si ese comportamiento del menor ha sucedido una o varias veces y si los episodios los hace con varias o solo con una persona determinada. Eso, en realidad, dará un primer paso para que los expertos especifiquen las causas y los tratamientos que se seguirán. Por lo tanto, Trujillo sugiere que en la primera autoagresión que vean de los hijos, los padres ignoren, calmen y, luego, les expliquen las razones por las cuales no se debe actuar con maltrato. “Es fundamental tener claro que si la autoagresión se repite, los adultos deben buscar asesoría de un experto, para descartar cualquier lesión sicológica o neurálgica”, indica Trujillo.

Los tratamientos para la autoagresión dependen de la causa que la ocasionen; pero pueden ser sicológicos o conmedicamentos.

Tenga en cuenta

• Trate de resolver la autoagresión en casa, si esta fue ocasionada por una pataleta.
•  Hable con su pequeño e indague por las razones de la autoagresión.
• Bríndele abrazos, caricias y compañía, quizás se siente solo.
• No lo ofenda ni regañe cuando él se autolastime, puede ser contraproducente.
• No espere a que las autoagresiones se den más de dos veces. Visite al especialista cuando estas continúen.
• No considere que el maltrato es una manera de ellos conocer su cuerpo y el mundo.
• Nunca automedique.

Atender a tiempo

Toda autoagresión debe tener tratamiento, afirma el siquiatra infantil Germán Casas. Si los padres evaden la experiencia de un especialista para tratar a su hijo cuando se lastima a sí mismo para llamar la atención, podría volverse una costumbre hasta llegar, incluso, a afectarse a sí mismo con objetos que estén a su alcance. “La agresión podría llegar hasta la adolescencia”,  indica Casas.

Entre tanto, los menores con diagnóstico de agresión patológica y que no son evaluados ni medicados, explica Casas, podrían mutilarse y hasta tener un aumento en el umbral del dolor, lo que podría llevarlos a sentir que el dolor es un placer.

Fuente: abc del bebé

La maravillosa carta abierta de un profesor a sus alumnos suspendidos

“La vida os va a poner en vuestro sitio a bofetadas, y eso es lo que realmente os quiero ahorrar”, explica Pablo Poó Gallardo.

Pablo Poó Gallardo. Así se llama el profesor sevillano que ha dado una lección de vida a sus alumnos suspendidos vía Youtube. En menos de cinco minutos de grabación, Poó explica a sus estudiantes más rezagados el porqué es tan importante estudiar.

“No sabéis nada de la vida. La vida es una difícil. La vida no te espera, no te comprende, no te hace recuperaciones. Vosotros ahora vivís muy bien. Vuestra única obligación es estudiar, y no la cumplís mucho”, explica el profesor.

Poó pone el acento en el hecho de que la vida que viven ahora mismo sus alumnos, en nada se parece a lo que se van a encontrar en un futuro. “Llegáis a casa y os pagan vuestra comida, vuestros padres os pagan la ropa y vuestros móviles, a los que rompéis la pantalla cada dos por tres. Os pagan hasta vuestros botellones. Pero es que la vida no es esta burbuja en la que vosotros vivís durante los cuatro años de la ESO”.

Y pone el acento en que no es una cuestión de capacidades. “No es que no podáis, es que no queréis. Tenéis capacidad de sobras, lo sabéis, os lo digo todos los días. Vuestro problema no es de capacidad, sino de esfuerzo. Sois unos vagos, lo decimos en clase y hasta os reís, porque lo reconocéis. Pero cuando salgáis de aquí, la vida os va a poner en vuestro sitio a bofetadas. Y eso es lo que realmente os quiero ahorrar”.

Con su discurso, este profesor sevillano intenta abrirles lo ojos a sus alumnos. “Imagina cuando salgas de aquí. ¿Tú crees que si no tienes la nota media suficiente vas a entrar en el ciclo ese que quieres entrar? No vas a entrar, no le vas a dar pena absolutamente a nadie. Entonces qué, otra vez a casa a lamentarte, a comerte con patatas el título de la ESO”.

Su obsesión es que estén preparados para los que se les avecina. ’’Pero maestro, yo para qué quiero saber el romanticismo, a mí eso me da igual’. No tenéis referentes culturales, no entendéis los textos que leemos (…). Cuando vayas a firmar un contrato, a lo mejor estás poniendo tu firma sobre un sueldo, o sobre una jornada laboral que es eterna, y ni te has dado cuenta, y se aprovecharán de vosotros”, advierte.

 Como tú no tienes idea de nada, no sabrás que otros han conseguido ya lo que tú pensabas que era imposible.

Pablo Poó Gallardo

Profesor

Y prosigue: “No tenéis herramientas, no tenéis sentido crítico… ¿Tú no sabes que hace 200 años unos románticos intentaron romper con todo y mandar el sistema a tomar por saco? ¿Qué pasa? ¿Te vas a creer que hay cosas imposibles? ¿Que nunca se podrá ir en contra de lo establecido? Como tú no tienes idea de nada, no sabrás que otros han conseguido ya lo que tú pensabas que era imposible. Parece mentira, pero en las mentes abiertas es más difícil entrar. Una mente cerrada se conquista con mucha facilidad, sólo tiene una puerta”.

“El conocimiento os hará libres. La libertad es fundamental en el día de hoy. Para que no escuchéis la tele y os creáis todos lo que os dicen desde un atril, desde un mitin, para que después vayas al bar y repitas lo que ellos quieren que repitas. Y bueno, con el paro y las chapucillas que vayas haciendo irás tirando. Pero es que hay una vida maravillosa mucho más allá de lo que vosotros os pensáis. Y sólo se va a ganar con esfuerzo. Y lo tenéis que empezar a demostrar desde ahora”, esgrime Poó.

 Una mente cerrada se conquista con mucha facilidad, sólo tiene una puerta .

Pablo Poó Gallardo

Profesor

Por todo ello, este maestro pide a sus alumnos que a partir de enero se dejen de “tonterías”. “Vamos a poner ganas porque algunos, los que quieren que seáis felices desde los doce hasta los 16 años les importáis sólo hasta que termináis la ESO. Y yo he firmado con vosotros un contrato de por vida”, concluye.

 Yo he firmado con vosotros un contrato de por vida.

Pablo Poó Gallardo

Profesor

Fuente: La Vanguardia

Juegos para enseñar a los alumnos a hablar en público

 Rocío López

Hablar en público resulta, para la mayoría de adultos y niños, una actividad desagradable. Nuestro pulso se acelera, la respiración se entrecorta, las manos nos tiemblan…  Las emociones tienden a jugarnos una mala pasada en esta situación.

Esto es debido a que, por lo general, ponemos poco en práctica esta habilidad hasta que la necesitamos, que es ya de adultos. No obstante no hay que preocuparse, ¡las noticias son buenas! Es una competencia que se puede (y se debe trabajar) ya desde la escuela y además es posible hacerlo con trucos y consejos sencillos que no requieren ninguna preparación.

Foto tomada de 3.0

Eso sí, hay que tener en cuenta que para las actividades que explicaremos a continuación el clima en el aula ha de ser relajado, y el alumno ha de sentirse cómodo. No se aprende a hablar en público de un día para otro y, por supuesto, la dedicación y la paciencia son buenas virtudes para conseguirlo. Además, aquel niño que presenta dificultades para expresarse delante de sus compañeros o profesores por timidez o vergüenza no puede dar el paso repentino de debatir delante de un auditorio lleno. Ha de pasar primero por pequeños retos intermedios, es la única manera sana y ajustada a sus necesidades. Por esto, las actividades que propongamos en clase han de incrementar paulatinamente el ratio de alcance de la voz de nuestros alumnos y adecuarse al ritmo de aprendizaje de cada uno.

Ahora sí, prepara tu voz, deja a un lado tu vergüenza y… ¡a hablar! Estos juegos podrás llevarlos a cabo en el aula de ciclo superior de Primaria y la ESO.

El discurso del rey

Los jugadores, en grupos de 7 personas, se colocarán en círculo y uno de ellos empezará la ronda a modo de pregonero diciendo en voz alta “El rey manda que…”. El siguiente le contestará completando la frase: “Los lunes se coman siempre patatas fritas”, por ejemplo.

El turno pasará al siguiente jugador teniendo en cuenta las agujas del reloj y, entonces, tendrá que repetir lo dicho hasta el momento y añadir un elemento nuevo al discurso. Por ejemplo: “El rey manda que los lunes se coman siempre patatas fritas y los cortesanos vistan con bañador.”

El siguiente jugador repetirá nuevamente la frase completa y añadirá un nuevo ingrediente: “El rey manda que los lunes se coman siempre patatas fritas, los cortesanos vistan con bañador y los sapos lleven vestido”. Así, los turnos irán pasando sucesivamente entre los participante hasta llegar nuevamente al pregonero, el jugador que inició la ronda. Este tendrá que colocarse sobre la mesa, aclarar su garganta, poner pose de paje y, a modo de discurso real, proclamar con voz firme y clara lo que se ha ido repitiendo.

“Lo que no sabías de…”

Los participantes irán caminando por la clase mientras que suena la música y, cuando se detenga, se situarán frente a la persona que se encontraba más cerca. Entonces, deberán responder al oído de este compañero las cuatro preguntas que el docente pronunciará en voz alta.

Foto tomada de 3.0

Por ejemplo, podéis escoger entre estas o inventar otras: ¿Cuál es tu color favorito?; explícale a tu compañero un día en que pasaste mucho miedo; dile a tu compañero cómo se llama tu mascota y por qué le pusiste ese nombre; ¿qué película te llevarías siempre a una isla desierta y por qué?; ¿cuál es el sitio más bonito que has visitado de vacaciones?; ¿qué comida detestas?; si pudieses viajar a un sitio ahora mismo, ¿dónde irías?

A partir de las respuestas obtenidas, el compañero tendrá un minuto para explicar al resto de la clase los descubrimientos que ha hecho sobre su amigo. Entonces, podrá hacer una sencilla presentación oral o, si se atreve, inventar un rap, un trabalenguas o una adivinanza.

Lo más importante de esta actividad no es que el alumno realice un discurso muy elaborado; sino que se atreva a situarse frente a la clase, a romper esa barrera, y explicar algo que, al no ser una historia en primera persona, no le debería dar tanta vergüenza.

El pozo de los miedos

Antes de hablar en público, son los miedos y sensaciones negativas florecen en nuestro cuerpo, y es bueno ser consciente para poder gestionarlas y ponerles solución. Durante este ejercicio, pediremos a nuestros alumnos que se sitúen en parejas y escriban en papelitos todas las emociones desagradables que sienten cuando han de salir a hablar frente a alguien.

Foto tomada de 3.0

Por ejemplo, pueden poner lo siguiente: “siento que mis manos arden”, “las mejillas me queman”, “noto que me cuesta respirar”, “siento que quiero darme la vuelta”, “pienso que me caeré delante de todos”, “me imagino que tropiezo”, etc. Pueden ser tanto expresiones físicas como pensamientos malos.

A continuación, les diremos que rompan con todas su fuerza esos papeles, los pisen, los arruguen, los destrocen… y los lancen a un pozo imaginario (habremos marcado en el suelo de la clase con tiza una circunferencia) donde caen y ya no pueden salir. Seguidamente, les diremos que cierren los ojos e imaginen que han que hacer una exposición importante. Esta vez la harán genial, tan bien que saldrán muy contentos de ella. Además el público les aplaudirá y sentirán cómo su pecho se llegan de orgullo. Ya nada tiene que ver con los miedos e inseguridades de antes, son una persona nueva.

Me gusta creer que no existen los malos oradores, sino falta de práctica. Así que, ha llegado el momento de poner a raya nuestro pánico escénico y atrevernos a continuar creciendo y aprendiendo, ¿no te parece?

Fuente: educaciontrespuntocero.com

Los miedos infantiles según la edad

¿Tus hijos tienen miedos? No te preocupes, sentir temor es una cualidad natural del ser humano y todos lo sufriremos alguna vez. Tiene una función adaptativa, es decir, que nos ayuda a desarrollar nuestro instinto de supervivencia y a prevenir peligros, como por ejemplo el miedo a las alturas. En cambio, los niños también suelen sufrir miedo sin una causa real, este se conoce como miedo desadaptativo y puede causarles un gran sufrimiento si no les ayudamos a superarlo.

Está comprobado que los miedos son evolutivos y que en cada etapa de crecimiento los niños suelen sufrir temores parecidos. A medida que van madurando psicológicamente, sus miedos van cambiando.

Miedos según la etapa de crecimiento
1. Bebés (de 0 a 12 meses)

Los recién nacidos pueden experimentar miedo ante los sonidos muy fuertes u objetos extraños que identifiquen como una amenaza. Hay que respetarlo, por ejemplo, si tiene miedo a un juguete determinado, es mejor evitarlo y esperar a que sea mayor para jugar con él.

Otro miedo que se comienza a experimentar en esta etapa, es a la separación de la mamá, el papá o el adulto de referencia. Si tus hijos se asustan cuando te pierden de vista, eso es porque todavía no conocen la permanencia, para ellos “lo que no se ve no existe”. Es recomendable que sigas hablándole cuando te separes de él o juegues al cucu-tras.

2. Primera infancia (de 1 a 3 años)

Del mismo modo que tienen miedo al abandono, también pueden temer a las personas extrañas. En el primer caso, si el niño tiene que quedarse en la guardería o con un canguro, lo mejor es que el proceso sea de manera gradual y siempre explicándole que volverás a por él, por muy pequeño que sea, lo terminará comprendiendo. En cuanto a los rostros desconocidos, no hay que forzar al niño a que se vaya con personas que le causan miedo, siempre es mejor mostrase amable con la persona cuando le tengas en brazos, de esta forma ganará confianza al ver que tú socializas con él.

A esta edad, también puede desarrollarse el miedo al agua. Para evitarlo, es importante que las primeras veces que nades con él, tú transmitas seguridad y confianza a través de frases motivadoras como: ¡Qué bien lo haces!

3. Preescolar (de 3 a 6 años)

A esta edad es frecuente que los niños tengan miedo a la oscuridad y a quedarse solos

 Comienzan a creer en seres fantásticos o imaginarios y temen encontrárselos. Esto puede ser un problema a la hora de irse a la cama. Es recomendable realizar actividades relajantes antes de dormir, jugar a los monstruos entre risas o, incluso, dejar un lamparita encendida durante la noche.

También, es frecuente que comiencen a experimentar miedo por algunos animales, como por ejemplo los perros. Si nunca han tenido trato cercano con alguno, es probable que se asusten. En estos casos es mejor no obligarle a acercarse y explicarle cómo es el animal en cuestión y cómo se comporta. Debemos diferenciar el miedo racional del irracional.

4. Niñez (de 6 a 11 años)

Cuando ya cumplen los 6 años, la causa de los miedos cada vez es más realista y se alejan poco a poco de lo imaginario. Por ejemplo, comienzan a sentir el miedo a hacerse daño. Si se asusta cuando le cortas las uñas, siéntale sobre tus piernas para transmitirle confianza o si se hace cualquier rasguño, cúraselo y ponle una tirita por muy pequeña que sea la herida, eso le dará seguridad emocional.

Asimismo, durante esta etapa aparecen los primeros miedos sociales en la escuela, se preocupan por si pierden amigos o si hacen el ridículo ante los demás. Es importante estar pendientes de la autoestima del niño.

5. Pubertad (de 11 a 13 años)

Durante este periodo se acentúan los miedos sociales y escolares. Se producen muchos cambios en el cuerpo y temen ser rechazados por los amigos. La auto-imagen se puede convertir en un problema para los niños, por lo que es muy importante que los padres trabajen con ellos el aumento de confianza en ellos mismos.

Como padres, no debemos asustarnos, pero tampoco tomarnos a risa sus miedos. Debemos actuar con paciencia, cariño y, sobre todo, con mucha calma. Tenemos que explicarle cada situación y hacerles entender que vamos a estar a su lado pase lo que pase.

Fuente: padres.facilisimo.com

¿Por qué no comen los niños?

María Elena Vélez

Muchos padres atribuyen la pelea en la mesa a la falta de apetito de sus niños. Los adultos se angustian porque no comen como antes, dejan el alimento servido e, incluso, llorano se irritan porque los adultos tienden a obligarlos.

Es un episodio tan común que, según la nutricionista Adriana Amaya, del 43 al 50 por ciento de las consultas infantiles tienen que ver con este tema.

Sin embargo, en un momento de la vida no hay motivos para alarmarse. La inapetencia es una etapa que aparece alrededor del año y medio del niño, y se genera por un proceso en el desarrollo normal de este, pues “está asociado a la exploración del mundo, y el alimento no es tan importante para él en todo ese proceso”, dice la nutricionista.

No obstante, si hay desconocimiento es un hábito que puede perdurar, ya sea porque los padres no actúan de manera acertada o porque los niños tienden a chantajear a los adultos. Tenga en cuenta que si no se tienen hábitos adecuados, la inapetencia puede permanecer y será necesario consultar al especialista.

Distintas etapas

Cuando el niño llega al año y medio está preocupado por todo menos por la comida y, además, disminuye su ritmo de crecimiento.

Entre los 18 y los 36 meses de edad los niños están tan ocupados descubriendo el mundo y todo lo que los rodea que concentran sus energías en apropiárselo, la alimentación pasa a un segundo plano, de allí que, en relación con la alimentación, a esta época se le conoce como la edad de la ‘inapetencia aparente’.

De acuerdo con Silvana Dadán, nutrióloga pediatra y profesora asociada de la Universidad del Bosque, los papás comentan que un día su hijo come como si fuera su última oportunidad, al siguiente solo recibe el desayuno, y al próximo, únicamente el almuerzo y así sucesivamente.

La especialista explica que esta conducta se relaciona con varios aspectos. En primer lugar, disminuyen las necesidades de calorías y nutrientes, porque también disminuye el ritmo de crecimiento.

La nutricionista Alicia Cleves explica que la tasa de crecimiento del niño empieza a hacerse más lenta durante la segunda mitad del primer año de vida y disminuye marcadamente a lo largo de este periodo; por ejemplo, durante el primer año, el promedio de aumento en peso es de 6 kilogramos, y en estatura, de 25 centímetros, mientras que en el tercer año el aumento es de 2 kilogramos, y en talla, de 8 a 9 centímetros. Se disminuye la velocidad de crecimiento lo cual se relaciona claramente con la alimentación.

“A esta edad la mayoría come muy poco, de acuerdo con los patrones del primer año de vida, por lo que los padres se preocupan y confunden; sin embargo, es importante que si el niño se ve saludable, lleno de vitalidad y crece normalmente, no hay por qué preocuparse, ya que los pequeños comen cuando sienten hambre y dejan de comer cuando satisfacen su apetito.  Este es el comienzo de toda una vida de hábitos alimentarios”, afirma Cleves.

En segundo lugar, también se reduce el interés del niño por comer, se enfoca en otras prioridades como caminar, jugar, “en posicionarse como quien domina su mundo”, afirma Dadán.

Así las cosas, la llamada ‘inapetencia aparente’ es perfectamente normal y los padres no debe sufrir por su causa, pues no significa que su hijo esté enfermo o aburrido o que tenga algún trastorno emocional.

Ahora bien, para estar tranquilos y seguros de que el niño sí se está alimentando, lo mejor es consultarle al pediatra la situación, él verificará que todo esté normal y hará los seguimientos rigurosos del peso y la talla para controlar que su desarrollo sea el adecuado.

El menú de sugerencias

En cuanto al manejo en casa, existen consejos que pueden ser muy útiles para que las horas de comida no se conviertan en un drama familiar y para que un plato servido en la mesa no sea siempre en motivo de discordia.

Lo mejor es continuar con los horarios de comida establecidos en la casa, no darle al niño cualquier cosa en cualquier momento que manifieste tener hambre y ofrecerle siempre alimentos nutritivos: proteínas, frutas, verduras y cereales. Este desinterés por la comida no puede convertirse en una excusa para comer lo que se desea y cuando desee.

Si a los padres les preocupa la buena alimentación, pueden consultar a un nutricionista especializado en pediatría para que los guíe con la dieta adecuada, pero en general, se trata de lograr conservar unas rutinas de alimentación, así él no coma en esos momentos, y ofrecerle siempre comida sana y nutritiva.

La nutrióloga Silvana Dadán recomienda “no ofrecerle alimentos o bebidas a cualquier hora del día, con tal de que coma, o reemplazar comidas principales con suplementos o bebidas o comidas o snacks de su agrado, porque de ser una inapetencia normal y fisiológica, se puede convertir en un trastorno de la conducta alimentaria, inducido por el ambiente familiar o por consejos que no son saludables”.

Lo mejor es entender que tarde o temprano el niño tendrá hambre y comerá lo que se le ofrezca, por eso es importante que las alternativas que le den los padres sean siempre de comida sana. Y de pronto considerar que tal vez esta no sea la mejor época para que el niño pruebe alimentos nuevos pues estará más dado a rechazarlos que a darse la oportunidad de probar. Recuerde, la comida no es su centro de atención.

Eso sí, los tiempos de comida no deben tardar más de 30 o 40 minutos y la alimentación debe servirse siempre en el comedor, no en el salón de juegos o en la sala de la casa, y siempre con la familia. De lo que se trata es de continuar con el ritmo y la vida cotidiana, ya el niño volverá a organizarse.

¿Qué no hacer?

Silvana Dadán, nutrióloga pediatra y profesora asociada de la Universidad del Bosque, les recomienda a los padres:

  • No reemplazar comidas elaboradas por alimentos y bebidas que les gustan niños o por teteros o jugos o yogur.
  • No convertir cada comida o refrigerio en un momento de ‘menú a la carta’. Deben ofrecerle al niño lo que se ha preparado para esa hora de comida.
  • No convertir la hora de comida o refrigerio en batallas campales.
  • No alterarse el rechazo o la conducta errática del niño a la hora de comer. Mantenga la calma.
  • No ofrecer premios o castigos, si el niño recibe o no las comidas.
  • No ofrecer teteros o suplementos porque el niño no comió.
¿Qué hacer?
  1. Ir al pediatra para descartar un desajuste fisiológico o emocional.
  2. Según el pediatra Álvaro Jácome, lo más importante es que los padres sean organizados en los horarios de las comidas y procuren limitar el tiempo que dedica el menor a esta actividad.
  3. Se deben reunir en familia para enseñarle a comer de manera saludable. El lugar para alimentarse siempre debe ser el comedor.
  4. Ofrecer y preparar platos atractivos con comida variada y colorida.
  5. Hablar con los niños de manera positiva. Si no come, no hay que acusarlo, pero tampoco debe ser tan permisivo con los chantajes y los berrinches.
  6. Sirva porciones adecuadas. Los niños no comen como los adultos. Se recomienda comenzar sirviendo poca cantidad, e ir aumentando paulatinamente las porciones conforme el pequeño las va aceptando.
  7. Esto implica que si no come una cosa, puede comer más de la otra. Tenga en cuenta que nunca debe premiar con dulces o comida ‘chatarra’ ni chantajear. Tampoco utilice el televisor o los juegos como un elemento distractor.
  8. Debe servir el plato. Si el niño no come durante alrededor de 20 minutos, levante el alimento y dígale que no habrá nada más hasta la siguiente comida. Si la situación es normal, el niño tendrá hambre en algún momento.
  9. En cuanto a los alimentos suministrados entre comidas, es mejor optar por aquellos que tengan carbohidratos complejos, como las frutas. Evite paquetes, gaseosas o cualquier producto relacionado con la comida ‘chatarra’.
  10. Es necesario que los padres hagan de cada comida un rato agradable, en el cual no haya tensiones.

Fuente:  abcdelbebe.com

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¿Conoces las emociones que te sabotearon en 2016?

Hainan Reynoso Uribe

Los patrones que moldean el comportamiento desde la niñez a veces traen consigo emociones negativas como la desesperanza, los miedos y la apatía de la vida.

Es natural que las personas quieran evolucionar, desarrollarse y pasar de un estado de menor satisfacción a mayor satisfacción personal en cualquiera de los ámbitos de la vida”.

Para la psicóloga y “coach” Miguelina Zabala el fin de año suele ser la época en que las personas se plantean nuevas metas, pero también miran en retrospectiva para evaluar lo que salió mal, lo inalcanzado. El hecho de que un año termine hace que se experimenten sentimientos encontrados.

Según Zabala, este es el escenario perfecto para recargar energías, replantear esos planes, y continuar el derrotero hacia los objetivos trazados.

La experta reflexiona en el sentido de que no existe el fracaso, se trata simplemente de resultados inesperados que conllevan una enseñanza de vida, y se cuestiona: “¿Fracaso porque no lograste lo que querías, pero qué aprendiste y a dónde te lleva ese aprendizaje?”.

Cada día somos diferentes, y el aprendizaje adquirido derivado de la experiencia aporta elementos que activan nuevos recursos para enfrentar con asertividad y efectividad los retos del devenir, “Probablemente una meta viene para activar el recurso de la perseverancia, la tenacidad o el coraje, que son componentes necesarios del carácter que no los utilizas todos los días, pero es importante tenerlos presentes para convocarlos en el momento que se tienen que utilizar y hacer conciencia”, reflexiona Zabala.

La coach establece que la falta de enfoque y el autosabotaje emocional son factores determinantes que impiden nuevas conquistas, “el enfoque es un aprendizaje que  se obtiene en una  etapa muy temprana de la vida. Estamos viviendo un tiempo en el que tenemos tantas alternativas y tantos estímulos que parecería ser que nada es suficiente, y el tiempo no alcanza”.

Involucrarse en muchas actividades y gastar energías  que no están orientadas necesariamente a  lo que verdaderamente interesa que suceda, es estar desenfocado. La psicóloga pone como ejemplo que, “lo más importante en nuestra vida es la salud, pero nos falta tiempo para ir al médico. Es indispensable que el vehículo esté en buenas condiciones, pero no le doy mantenimiento. Lo que más amamos es la familia, pero carecemos de tiempo para dedicarle”.

El enfoque requiere de hacer una pausa y autoexaminarse, para  orientar las energías en la dirección de los resultados que se quieren lograr. Es fundamental entender lo que está pasando por dentro e identificar esas  fortalezas y debilidades para lograr concentrarse, y  enfocarse en las fortalezas para de cierto modo minimizar las debilidades “porque definitivamente, la danza está ahí, nos manejamos entre fortalezas y debilidades y tenemos que tener la lupa puesta todos los días” afirma Zabala.

Otro aspecto son las conductas aprendidas. Los patrones que moldean el comportamiento desde la niñez a veces traen consigo emociones negativas como la desesperanza, los miedos y la apatía de la vida.

Zabala establece que hacerse consciente de esto es el punto de inflexión.  De la evaluación íntima se pueden identificar emociones que sabotean el logro de resultados, “Si estoy manejando mucha ira, siento miedo o le estoy dando mucho paso a la frustración, si estoy experimentando mucha desesperanza, entonces es muy importante el  autoconocimiento”.

Se pueden experimentar estas emociones,  -afirma Zabala-, la parte nociva es anidar en ellas, así sea la alegría, “el punto clave en la gestión de las emociones está en la capacidad de volver a nuestro centro”.

El acróstico de Miguelina Zabala: Escribir los objetivos es fundamental, mientras se hace, se activa el área del corazón y por eso muchas de las cosas que se escriben cuando se vuelven a leer se han  logrado, “es como que están en la mente consciente y en el inconsciente, como que tienes dos cerebros trabajando para ti”. A continuación algunas pautas que, según Zabala, te ayudarán en la consecución de tus metas.

Metas

El acróstico de Miguelina Zabala: Escribir los objetivos es fundamental, mientras se hace, se activa el área del corazón y por eso muchas de las cosas que se escriben cuando se vuelven a leer se han  logrado, “es como que están en la mente consciente y en el inconsciente, como que tienes dos cerebros trabajando para ti”. A continuación algunas pautas que, según Zabala, te ayudarán en la consecución de tus metas.

Motivación

Identifica cuál es tu motivo. Las metas ponen de manifiesto un anhelo natural de las personas a evolucionar.

Enfoque

Elige un sentido de dirección. Enfocarse evita distracciones que provienen de otras opiniones y de otros puntos de vista, y  permite conectarse con lo que se desea. Cuando se está enfocado las opiniones de los demás impactan menos. De lo contrario se puede comprar cualquier opinión. “Que las metas no vengan desde lejos, sino desde el alma y no para alimentar el ego, que nos lleva a una velocidad que no es sana, no obstante el alma es sabia”.

Tenacidad

Mantén tu  sueño a pesar de las adversidades y sigue adelante aunque otros abandonen. No postergues ni siquiera las acciones pequeñas. Es importante contar con esta cualidad para poder enfrentar los problemas y desencantos en el trayecto. Algunos se pueden desalentar con mucha facilidad porque andan muchos profetas de la desgracia denunciando que no lo lograrás.

Actitud

Vive el proceso con la disposición de integrar los cambios que sean necesarios. Implementa un sistema de creencias que persiga el merecimiento de lograr la meta.  La actitud es la compañera permanente en la vida, porque permite hacer las variaciones y mantener el mismo estado de ánimo.

Sostén

Activa los componentes del carácter que te sostendrán, sobre todo a nivel emocional y espiritual. Identifica lo que te sostiene en el logro de esa meta: tu creador, la fe, confianza, esperanza, valores. Se trata de tener presente todos los recursos que te ayudarán en el recorrido.

Lo que esperan los niños del Año Nuevo

Marisol Nuevo

Sacar mejores notas, destacar como deportista en el equipo de fútbol, ser la protagonista de la representación de fin de curso de ballet o abrirse para hacer nuevos amigos. Cada año podemos enseñar a nuestros hijos a marcarse pequeños objetivos, que les ayuden a crecer como personas. Y es que no sólo los adultos debemos tener la costumbre de plantearnos buenos propósitos para el Año Nuevo.

Si empezamos desde pequeños, inculcando esta costumbre a nuestros hijos, y les ayudamos a que los vayan cumpliendo a lo largo del año, estaremos incentivándoles en el esfuerzo, para alimentar su autoestima cuando se vean capaces de ir superando dificultades.

Para empezar, podemos marcarnos el objetivo común de crear una agenda infantil, que podemos hacer con cartulina, tela, papel, en forma de cuaderno o de calendario para colgarla en la pared. Destacar en ella las fechas de los cumpleaños de la familia y de los amigos del colegio, le ayudará a felicitar a sus seres queridos en su día especial y a ser más detallista. También podemos señalar las fechas de las vacaciones y de los viajes previstos para ese preciado tiempo de ocio, lo que le hará sentir ilusión por los planes de futuro. Anotar las fechas de los partidos de su deporte favorito, de los exámenes o de las excursiones del colegio, le servirá para anticipar acontecimientos, organizarse con sus obligaciones habituales y evitar dejar todo para el último momento.

Si los propósitos están dirigidos a realizar cambios, es importante que sea tu hijo el que decida qué es lo que quiere mejorar o qué desea conseguir, sin que los padres influyan en su decisión o en su razonamiento. Sus metas deben nacer de su reflexión, pero deben ser realistas. Es mejor proponerse un objetivo y cumplirlo, que tres y dejarlos a medio camino. Por ejemplo, si lo que desea conseguir para el Año Nuevo es una mejora en aspectos personales como, por ejemplo, comportarse mejor, ser mejor estudiante, más generoso o más amable, superar la timidez o empezar a practicar un deporte, conviene que se decante por uno o dos objetivos nada más.

Hacer una lista interminable de metas es poco práctico porque sus objetivos deben ser accesibles, factibles y alcanzables. Es más beneficioso elegir sólo aquellos que sean de verdad necesarios, deseados y beneficiosos. Cuando esté decidido, eres tú quien puede ayudarle a trazar una estrategia. Para ello, puedes animarle a que escriba lo que desea conseguir y a colocarlo en un lugar visible como puede ser la tabla de corcho de su habitación, en la nevera de la cocina, en la puerta de su armario o en la cabecera de su cama. De esta manera, podrá verlo a diario y tendrá presentes sus objetivos durante todo el año.

En diciembre, los propios niños podrán evaluar si han conseguido lo que se propusieron y si, de verdad, han trabajado duro para lograrlo. Valorar su propio esfuerzo ayuda a los niños a ser mejores personas, a conocerse mejor a sí mismos y a saber de lo que son capaces. Anímales a marcarse un objetivo para el Año Nuevo, es la mejor manera de motivar a nuestros hijos a cumplir sus deseos.

Fuente: Guiainfantil.com